domingo, 24 de noviembre de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¡ES LA ECONOMÍA, NECIO!, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,


El régimen no ha entendido lo que está pasando con la economía. Sus decisiones, se han elaborado al margen de  razones que determinan la proliferación de problemas económicos que vienen zarandeando, incluso, la dinámica política. 

¡ES LA ECONOMÍA, NECIO!

Pareciera que la ineptitud de los actuales gobernantes, es tan extrema como extremas son sus pretensiones de doblegar la dinámica económica con criterios viciados de una ideología derruida no sólo por causa de amañados colectivismos: patria, pueblo. También, por la soberbia que engendra un poder cuando es conspiración permanente como en efecto sucede cuando se tienen presunciones únicas como respuestas ante realidades conminadas por la presencia de un militarismo abusador.

Es lo que está forjándose en Venezuela toda vez que el abarragamiento de la bancada oficialista del Parlamento nacional con factores encubiertos de la corrupción, autorizara bajo condiciones de cierta complicidad concederle poderes especiales al presidente de la República. De tan repulsiva decisión, no hay duda de que el régimen procederá a instruir un proceso de atropello contra la institucionalización de la democracia venezolana que terminará no sólo provocando la hecatombe del país dada la insidiosa radicalización de la “revolución”. Además, por el feroz desabastecimiento inducido por la escasez que signará los últimos días de la mal llamada “quinta república” Todo esto, si advertir que ello repercutirá en fraguar la defenestración del aludido alto funcionario.

En medio de esta situación, el régimen no ha entendido lo que está pasando con la economía. Sus decisiones, se han elaborado al margen de las razones que determinan la proliferación de problemas económicos que vienen zarandeando, incluso, la dinámica política. Sin embargo, quienes desde el alto gobierno así lo deciden, desconocen las consecuencias de su torpeza por lo que, ante sus huecas miradas, el país ha venido desmoronándose vertiginosamente sin que haya preocupación por revertir las medidas tomadas alrededor del mercado cambiario, de las finanzas públicas y de las políticas económicas. Pero, a decir de Maduro, profano en economía, las causas tienen otro vertedero el cual termina convirtiéndose en una “guerra económica” generada extrañamente por quienes, mediante “suprema magia” y desde el “imperio”, intervienen procesos propios del control gubernamental de la economía con la malsana intención de generar corridas financieras, así como violentas sacudidas a los distintos mercados encargados de canalizar productos de la cesta básica.

De ahí que la idea de otorgarle poderes especiales, aun cuando previsto constitucionalmente, no tiene razón alguna puesto que si el propósito central apunta a confrontar “la lucha contra la corrupción”, y asegurar “la defensa de la economía”, existen leyes que justamente buscan tales objetivos. De manera que todas estas letanías expuestas hasta la saciedad sin que se haya visto resultado contundente alguno, cae en “saco roto”. Más porque dichas leyes ya existen. Entonces no hay duda de que tan pomposos preceptos, constituyen viscerales posturas propagandísticas y jugadas de contrainformación a los fines de enmendar sus reiterados errores y vacíos de política económica. Aunque también, con ello el régimen pretende desviar la atención de la opinión pública de problemas críticos que tienen a la población atrapada en una especie temible remolino movido por las fuerzas de la corrupción y del desgarrón económico.

Es imposible que el régimen determine las estructuras de costos de miles de productos a la orden del mercado, a partir de las cuales se infieren los precios en su nivel más justo. El régimen no quiere comprender las implicaciones que para la dinámica económica tienen las economías de escala cuyos efectos permiten la compensación justa de los costos y los precios sin que haya necesidad de intervención estatal la cual sólo coadyuva a degenerar libertades y garantías que la economía, en su preciso equilibrio, sabe estimular. En consecuencia, lejos de lograr sus propósitos, estaría ayudando a quebrar las pequeñas y hasta medianas empresas toda vez que no habría forma de establecer una compensación al momento de fijar patrones de comportamiento que obliguen a la economía a trazarse rutas absurdas e incompatibles. El régimen debe reconocer que no puede forzarse la naturaleza de tan sensible dinámica con medidas militaristas y cerradas. ¡Es la economía, necio!

VENTANA DE PAPEL

DE JUSTOS NO TIENEN NADA

Tres lustros no han sido suficientes para que el régimen haya corregido los problemas de la economía acusados como razones para que, en 1998, se tuviera un país “bastante colapsado en virtud de una economía erradamente manejada”. Así que resulta inconcebible que el régimen siga inculpando a los factores políticos de la oposición democrática quienes, además, no tienen injerencia en la estructura gubernamental. Obviamente. Sin embargo, el régimen se empeña en hacerle creer a cuanto iluso pueda, que su gestión está exenta de los problemas que le endilga la mal llamada “contrarrevolución”.

No ha reconocido que su incompetencia es descomunal. No quiere entender que la cuestionada “guerra económica” no es otra cosa que el resultado de la ignorancia que viene demostrando cada vez que lo azoran los problemas. Indistintamente de la naturaleza de los mismos. Sobre todo, cuando el problema que en estos meses ha motivado tanta desazón, tiene que ver con la razonable necesidad de que el sector comercio precise del capital necesario que lleva a reponer el producto vendido. Y es cuando el régimen en su afán de hacer más populismo, incita a “vaciar los anaqueles” sin medida ni pundonor alguno.

Esto, al parecer, desgarró a la economía al margen de lo se denomina: establecimiento de los precios basados en los costos esperados de reposición. Pero para el régimen, esto es pura y llana especulación. En medio de esta trajín, el comerciante pasó a ser un villano, un avariento, la bruja de Blanca Nieves. Mientras que el régimen, se convirtió en el heroico vengador justiciero. Es ahí cuando condena a los productores a trabajar a pérdida lo cual es garantía de escasez y de ver que los decretos leyes elaborados en el marco de la Habilitante, son mero fracaso pues los precios que a juro le impone el régimen a punta de amenaza y represión, de justos no tienen nada.

LA VIDA TAMBIÉN SE GERENCIA

En la vida, todo es susceptible de ordenarse o de conducirse en términos de la excelsitud tanto como de la dignidad. Pero también, de la felicidad que embarga toda posibilidad de ir a su encuentro. Aun cuando, la misma no es garantía de que su alcance es estable pues lo único que es estable es el cambio entre una y otra situación de la realidad. Es así que la importancia de estos procesos propios en la vida del hombre, ha sido entendida de necesario estudio. Por eso, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes, desde su postgrado en Administración, ha reconocido esto y ha concretado su manejo conceptual a través de uno de sus seminarios denominado: Gerencia de la Vida que se dicta a graduandos en Economía, Administración de Empresas y Contaduría Pública.

Sin embargo, no todo es análisis metodológico de los criterios que conducen a su comprensión y categorización de sus variables. Sobre todo, en lo que compromete la parte del análisis personal de cara a demostrar las potencialidades y capacidades de la persona. La realización de este ejercicio, dejó ver el alcance de lo que se concibe como gerencia de la vida.  Al hacerlo, el mismo contó con el mejor entusiasmo de los participantes del seminario. Y es precisamente la razón que anima la presente referencia por cuanto es también una manera de exaltar la felicidad que se pone de manifiesto cuando el espíritu desnuda su esencia y las fragancias del alma envuelven a quienes viven de cerca tan especial momento.

Así que aprender a reconocer o admirar las fortalezas que detenta toda persona, es casi un regalo del Cielo. Descubrir las interioridades, muchas veces ocultas o disimuladas de alguien por prejuicios o circunstancias, es la mejor sorpresa que puede disfrutarse. Más, por cuanto la vida hoy día es engañosa y busca entrampar a cualquiera con frivolidades que terminan trocando la espiritualidad del ser humano. Por eso es enteramente necesario reconocer que la vida también se gerencia.

“La economía no admite otra interpretación distinta de la que incita la relación oferta-demanda en un contexto de facto entre intereses y obligaciones más sociales que políticas. Lo contrario, deviene en conflictos que contradicen cualquier otro argumento que no sea de índole económica” AJMonagas

antoniomonagas@gmail.com

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