El régimen no ha entendido lo que está pasando con la economía. Sus decisiones, se han elaborado al margen de razones que determinan la proliferación de problemas económicos que vienen zarandeando, incluso, la dinámica política.
¡ES
LA ECONOMÍA, NECIO!
Pareciera
que la ineptitud de los actuales gobernantes, es tan extrema como extremas son
sus pretensiones de doblegar la dinámica económica con criterios viciados de
una ideología derruida no sólo por causa de amañados colectivismos: patria,
pueblo. También, por la soberbia que engendra un poder cuando es conspiración
permanente como en efecto sucede cuando se tienen presunciones únicas como
respuestas ante realidades conminadas por la presencia de un militarismo
abusador.
Es
lo que está forjándose en Venezuela toda vez que el abarragamiento de la
bancada oficialista del Parlamento nacional con factores encubiertos de la
corrupción, autorizara bajo condiciones de cierta complicidad concederle
poderes especiales al presidente de la República. De tan repulsiva decisión, no
hay duda de que el régimen procederá a instruir un proceso de atropello contra
la institucionalización de la democracia venezolana que terminará no sólo
provocando la hecatombe del país dada la insidiosa radicalización de la
“revolución”. Además, por el feroz desabastecimiento inducido por la escasez
que signará los últimos días de la mal llamada “quinta república” Todo esto, si
advertir que ello repercutirá en fraguar la defenestración del aludido alto
funcionario.
En
medio de esta situación, el régimen no ha entendido lo que está pasando con la
economía. Sus decisiones, se han elaborado al margen de las razones que
determinan la proliferación de problemas económicos que vienen zarandeando, incluso,
la dinámica política. Sin embargo, quienes desde el alto gobierno así lo
deciden, desconocen las consecuencias de su torpeza por lo que, ante sus huecas
miradas, el país ha venido desmoronándose vertiginosamente sin que haya
preocupación por revertir las medidas tomadas alrededor del mercado cambiario,
de las finanzas públicas y de las políticas económicas. Pero, a decir de
Maduro, profano en economía, las causas tienen otro vertedero el cual termina
convirtiéndose en una “guerra económica” generada extrañamente por quienes,
mediante “suprema magia” y desde el “imperio”, intervienen procesos propios del
control gubernamental de la economía con la malsana intención de generar
corridas financieras, así como violentas sacudidas a los distintos mercados encargados
de canalizar productos de la cesta básica.
De
ahí que la idea de otorgarle poderes especiales, aun cuando previsto
constitucionalmente, no tiene razón alguna puesto que si el propósito central
apunta a confrontar “la lucha contra la corrupción”, y asegurar “la defensa de
la economía”, existen leyes que justamente buscan tales objetivos. De manera
que todas estas letanías expuestas hasta la saciedad sin que se haya visto
resultado contundente alguno, cae en “saco roto”. Más porque dichas leyes ya existen.
Entonces no hay duda de que tan pomposos preceptos, constituyen viscerales
posturas propagandísticas y jugadas de contrainformación a los fines de
enmendar sus reiterados errores y vacíos de política económica. Aunque también,
con ello el régimen pretende desviar la atención de la opinión pública de
problemas críticos que tienen a la población atrapada en una especie temible
remolino movido por las fuerzas de la corrupción y del desgarrón económico.
Es
imposible que el régimen determine las estructuras de costos de miles de
productos a la orden del mercado, a partir de las cuales se infieren los
precios en su nivel más justo. El régimen no quiere comprender las
implicaciones que para la dinámica económica tienen las economías de escala
cuyos efectos permiten la compensación justa de los costos y los precios sin
que haya necesidad de intervención estatal la cual sólo coadyuva a degenerar
libertades y garantías que la economía, en su preciso equilibrio, sabe
estimular. En consecuencia, lejos de lograr sus propósitos, estaría ayudando a
quebrar las pequeñas y hasta medianas empresas toda vez que no habría forma de
establecer una compensación al momento de fijar patrones de comportamiento que
obliguen a la economía a trazarse rutas absurdas e incompatibles. El régimen
debe reconocer que no puede forzarse la naturaleza de tan sensible dinámica con
medidas militaristas y cerradas. ¡Es la economía, necio!
VENTANA
DE PAPEL
DE
JUSTOS NO TIENEN NADA
Tres
lustros no han sido suficientes para que el régimen haya corregido los
problemas de la economía acusados como razones para que, en 1998, se tuviera un
país “bastante colapsado en virtud de una economía erradamente manejada”. Así
que resulta inconcebible que el régimen siga inculpando a los factores
políticos de la oposición democrática quienes, además, no tienen injerencia en
la estructura gubernamental. Obviamente. Sin embargo, el régimen se empeña en
hacerle creer a cuanto iluso pueda, que su gestión está exenta de los problemas
que le endilga la mal llamada “contrarrevolución”.
No
ha reconocido que su incompetencia es descomunal. No quiere entender que la
cuestionada “guerra económica” no es otra cosa que el resultado de la
ignorancia que viene demostrando cada vez que lo azoran los problemas.
Indistintamente de la naturaleza de los mismos. Sobre todo, cuando el problema
que en estos meses ha motivado tanta desazón, tiene que ver con la razonable
necesidad de que el sector comercio precise del capital necesario que lleva a
reponer el producto vendido. Y es cuando el régimen en su afán de hacer más
populismo, incita a “vaciar los anaqueles” sin medida ni pundonor alguno.
Esto,
al parecer, desgarró a la economía al margen de lo se denomina: establecimiento
de los precios basados en los costos esperados de reposición. Pero para el
régimen, esto es pura y llana especulación. En medio de esta trajín, el
comerciante pasó a ser un villano, un avariento, la bruja de Blanca Nieves.
Mientras que el régimen, se convirtió en el heroico vengador justiciero. Es ahí
cuando condena a los productores a trabajar a pérdida lo cual es garantía de
escasez y de ver que los decretos leyes elaborados en el marco de la
Habilitante, son mero fracaso pues los precios que a juro le impone el régimen
a punta de amenaza y represión, de justos no tienen nada.
LA
VIDA TAMBIÉN SE GERENCIA
En
la vida, todo es susceptible de ordenarse o de conducirse en términos de la
excelsitud tanto como de la dignidad. Pero también, de la felicidad que embarga
toda posibilidad de ir a su encuentro. Aun cuando, la misma no es garantía de
que su alcance es estable pues lo único que es estable es el cambio entre una y
otra situación de la realidad. Es así que la importancia de estos procesos propios
en la vida del hombre, ha sido entendida de necesario estudio. Por eso, la
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Los Andes,
desde su postgrado en Administración, ha reconocido esto y ha concretado su
manejo conceptual a través de uno de sus seminarios denominado: Gerencia de la
Vida que se dicta a graduandos en Economía, Administración de Empresas y
Contaduría Pública.
Sin
embargo, no todo es análisis metodológico de los criterios que conducen a su
comprensión y categorización de sus variables. Sobre todo, en lo que compromete
la parte del análisis personal de cara a demostrar las potencialidades y
capacidades de la persona. La realización de este ejercicio, dejó ver el
alcance de lo que se concibe como gerencia de la vida. Al hacerlo, el mismo contó con el mejor
entusiasmo de los participantes del seminario. Y es precisamente la razón que
anima la presente referencia por cuanto es también una manera de exaltar la
felicidad que se pone de manifiesto cuando el espíritu desnuda su esencia y las
fragancias del alma envuelven a quienes viven de cerca tan especial momento.
Así
que aprender a reconocer o admirar las fortalezas que detenta toda persona, es
casi un regalo del Cielo. Descubrir las interioridades, muchas veces ocultas o disimuladas
de alguien por prejuicios o circunstancias, es la mejor sorpresa que puede
disfrutarse. Más, por cuanto la vida hoy día es engañosa y busca entrampar a
cualquiera con frivolidades que terminan trocando la espiritualidad del ser
humano. Por eso es enteramente necesario reconocer que la vida también se
gerencia.
“La economía no admite otra interpretación distinta de la que incita la relación oferta-demanda en un contexto de facto entre intereses y obligaciones más sociales que políticas. Lo contrario, deviene en conflictos que contradicen cualquier otro argumento que no sea de índole económica” AJMonagas
antoniomonagas@gmail.com
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