jueves, 28 de noviembre de 2013

ALFREDO MICHELENA, LAS TRASNACIONALES Y MADURO

Maduro terminó siendo el enterrador no del capitalismo sino de los capitalistas o empresarios venezolanos. No hablo de los que se están haciendo supermillonarios en este despelote de reparto de dólares para importar. Sino de los que emprenden, de los que arriesgan capital. 

Quién va a querer invertir si no puedes fijar el precio ni la ganancia en función del mercado sino que ellos dependerán de lo que digan los planificadores socialistas. Esto ya intentaron en la Unión Soviética o en China y lo siguen intentando en Cuba y Corea del Norte, sin ningún éxito. Al igual que en Cuba –no pueden pensar más allá, por ejemplo en China- la respuesta del régimen es hacer negocios con empresas trasnacionales y gobiernos extranjeros. Nada de empresaritos criollos. Aunque  algunos sobrevivirán mientras sean estrictamente necesarios.

El gobierno se alía con las trasnacionales para que inviertan en Venezuela, sean petroleras, o ensambladoras de carros. O llegan acuerdos para construir viviendas con gobiernos extranjeros, que traen a sus empresarios e incluso obreros a trabajar in situ. O hacen acuerdos comerciales de gobierno a gobierno que favorecen al capitalista extranjero.

El último cartucho de Maduro ha sido “el saqueo”, con pago -imponiendo precios bajos mano militari- o no, y advertir que la ganancia será limitada entre 15 y 30%.  En un país tan inestable e inseguro, invertir así es un riesgo muy alto. En ese esquema lo único que se va a permitir es montar “franquicias” gubernamentales: “puedes tener una bodega, pero venderás lo que el régimen te permita, y al precio que él quiera; pagarás tus impuestos (y comisiones) y no podrás ganar más de lo que te digan”.

Para las trasnacionales, como Samsung, es un gran negocio. Pongamos que a ellos  les cuesta producir una lavadora, por ejemplo, $25 o menos- el régimen no lo sabe-, la vende por $50 al distribuidor y al público le llega a $100. Pero como el régimen absorberá los costos y las ganancias de la cadena distribución, la venderá directamente, o a través de esas “franquicias, en $50. Entonces proclamará que bajó los precios y abatió la  especulación. Para Samsung será un negocio sin complicaciones- excepto las éticas-, claro si resolvió el problema de la repatriación de beneficios en dólares.

Venezuela no dejará de ser capitalista, pero será capitalista de Estado. Un capitalismo sin empresarios, al menos sin empresarios nacionales. Funcionaran con empresas trasnacionales o gobiernos perversamente aliados con el régimen y grandes, pero exiguas, empresas del Estado orientadas al mercado internacional. Y en lo doméstico lo que tendremos serán bodegueros de las “franquicias” del régimen. Y si te portas mal: “te confisco o te saqueo”. Es la guerra económica o la implantación del modelo cubano.

alfredomichelena@gmail.com

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