La providencia dotó a Venezuela de una gran
variedad de privilegios: costas, mares, llanos, bosques, cordilleras, ríos,
clima variado, flora y fauna abundantes y exóticas y, gran variedad y cantidad de recursos
naturales entre os cuales destacan, por su importancia económica y
estratégica, oro, aluminio, hierro y
petróleo. Este último, a medida que,
desafortunadamente, fue desplazando al agro y a la cría como sostenes de la
economía familiar y nacional, se convirtió en pilar fundamental e
imprescindible del desarrollo nacional integral, al punto, que cualquier
variación negativa en volumen y precios afecta sensiblemente el presente y el
futuro del país.
Esta situación que
afectaba por igual a muchos países productores y exportadores de petróleo,
llevó al Dr. Juan Pablo Pérez Alfonso a motorizar la creación de la O.P.E.P.
-Organización de Países Exportadores de Petróleo – los cuales tenían un común
denominador: el petróleo como recurso natural agotable para sustentar el
desarrollo.
Como consecuencia de las políticas de la
O.P.E.P., los países que la fueron conformando, poco a poco fueron adquiriendo
la experiencia necesaria y afianzando soberanía para fijar políticas y
administrar su propia industria petrolera.
Venezuela, en 1976 dio el trascendental paso
de nacionalizar su industria petrolera y, a partir de ése momento, con esfuerzo
nacional propio y sin traumas para el país, hasta el 2002, se logró manejar y
consolidar una excelente y rentable industria petrolera, a pesar de las
variables (intereses) foráneas y poco controlables que día a día afectan e
inciden en contra de nuestra principal fuente de ingresos.
Simultáneamente, de una manera callada, a
oscuras, subterráneamente, se fue desarrollando una nueva estructura, una nueva
industria multinacional, que explota recursos naturales diferentes al petróleo,
oro, aluminio o hierro, la cual, aceleradamente y con la fortaleza de un “paso
de león”, se ha convertido en una actividad que maneja cifras monetarias que
superan los presupuestos de muchos países y, que incluso, en ocasiones igualan
o superan el poder de algunos Estados, me refiero a las DROGAS.
De todos es conocido el real poder de los
magnates de las drogas quienes, día a día, extienden horizontal y verticalmente
sus tentáculos, tumbando y poniendo gobiernos, tumbando y poniendo ministros,
gobernadores y alcaldes, amedrentando, intimidando, asesinando, comprando
conciencia de dirigentes políticos y de jueces, penetrando las más variadas instituciones,
creando poderosas fuerzas bien armadas,
haciendo pactos con el diablo y tratando de hacerlo con Dios, minando
los estratos sociales, en especial los de menores recursos y a la juventud, y
oscureciendo el futuro de muchos países.
En Venezuela no hemos escapado a muchas de
las situaciones anteriormente señaladas; cada día observamos que, poco a poco,
vamos pasando, de puente en el tráfico internacional de las drogas a la de su
siembra, consumo y distribución creciente. Dándonos cuenta, estamos siendo
obligados a formar parte de la O.P.E.D. – Organización de Países Exportadores
de Drogas –
Venezuela se ha convertido en un eslabón más
de la cadena internacional de las drogas. La O.P.E.D americana tiene tantos
socios como países existen en nuestra América.
Hay
que fortalecer a las instituciones públicas y privadas en programas de
inteligencia, prevención y control. Hay que multiplicar la información sobre
los efectos negativos de las drogas, sobre todo en la juventud. Hay que
establecer vínculos con todos los países para cercar su producción, tránsito y
consumo.
Los
países petroleros y en especial la O.P.E.P deben utilizar parte de los ingentes
ingresos que les brinda el petróleo para combatir y acabar con la O.P.E.D.
DANIEL CHALBAUD LANGE.
Daniel Chalbaud Lange
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