martes, 22 de octubre de 2013

SUSANA MORFFE, ESCLAVOS DEL GOBIERNO (ENTRE CIELO Y TIERRA)

Abolir la esclavitud en Venezuela en el siglo 19 no fue suficiente, ya que el Estado se comprometió a indemnizar a los “amos” por cada hombre que tenía bajo su mandato y cuenta la historia “que al darse el pago, los “recién liberados” quedaron sin tierras ni posibilidades de educación o alimentación”. El artículo 54 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela dice: “Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o servidumbre. La trata de personas y, en particular, la de mujeres, niños, niñas y adolescentes en todas sus formas, estará sujeta a las penas previstas en la ley”.
Lo peor de todo es que el asunto queda en letra muerta, en decretos que no se cumplen. En el actual siglo 21, continuamos en un proceso de franca y sostenida esclavitud y tal como reza en la Biblia: “…somos llevados como borregos al matadero”. La razón es que de manera individual o colectiva, cada uno de los venezolanos, nos hemos convertido en esclavos de las circunstancias. La tan ansiada libertad resulta una utopía en la boca y pensamiento de cada habitante de este territorio deprimido por la anarquía de la clase gobernante.
Según un nuevo estudio, casi 30 millones de personas en el mundo viven en condiciones de esclavitud, de los cuales la mayor parte viven en India, China, Pakistán y Nigeria.
Hemos sido sometidos a una secreta y silenciosa estrategia para vivir en cautiverio de nuestras propias necesidades, lo que implica la esclavitud. Los ejemplos son de variadas características: Tenemos una economía pobre que nos hace esclavos de las dádivas que otorga el gobierno en dólares y con ello, se dispara la devaluación y la inflación, que es la verdadera máquina demoledora de nuestro dinero. Por lo anterior, somos esclavos de la corrupción porque en Venezuela, el modo de vida imperante es el robo y el atraco, debido a la pobreza y a la oportunidad que tienen los recién llegados de meterle la mano a las arcas públicas.
Somos esclavos del odio y la venganza porque nos impiden crecer bajo el entendido de que cualquier forma de talento e inteligencia, es negación contra los intereses y propósitos del gobierno de turno. De modo que un pueblo, con talento o  inteligencia, es aplastado por los que no razonan. Somos esclavos del espionaje y la censura, del teléfono móvil, la televisión, de la salud, el desempleo, las cadenas, el crimen y el engaño al reconocer que hemos caído en la enorme trampa de que el país está bien, pero en ebullición, a punto de explotar. Somos esclavos del gobierno.
¿Qué pena se aplicaría, según la constitución, a esta aberrante forma de gobierno? Cada uno debe decidir si termina o continúa la vida que lleva sobre sus hombros, donde Venezuela se ha convertido en el país de lo posible y lo imposible. Lo posible porque cualquier hijo de vecina puede llegar a ser presidente y de lo imposible, porque al igual que el sueño americano, en Venezuela se derrumba minuto a minuto la posibilidad de tener lo que cada uno aspira. El diputado 99 es esclavo de la compra de su conciencia.
Ante todo esto, la música y otras distracciones, también nos esclaviza, porque recurrimos a ellas para evadir la calamidad y pesadilla que permitimos invada nuestra existencia. Y así llegamos a convencernos que no hemos salido de la esclavitud. Por mi parte, me he convertido en esclava de mis palabras y de lo que escribo. En ambas está tatuado el sello de la liberación.
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com
SUSANA MORFFE

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1 comentario:

  1. muy bueno su articulo, sobre economia habemos los que estamos trabajando y contamos con su suma a ello.

    Hay que ACTUAR y dejar de quejarse.

    http://carlosyepez.blogspot.com/2013/01/los-politicos-buscan-votos-y-cargos.html

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