jueves, 3 de octubre de 2013

SIMON GARCIA, NO NOS DETENGAMOS,

El país concluye otra semana turbulenta. 

Lo arropó una galaxia de rumores. 

Un día aparece el exgobernador de Aragua 
esperando su turno ante la DEA a cambio de 
protección en el imperio. 

Otro, la policia francesa informa de una 
“exportación de cocaína”,  dicen que desde
a rampa presidencial, sólo explicable por 
gravedad de soles y no de los luceros 
que han detenido. 

Maduro regresa en carrerita y deja vacío el podio de la Asamblea General de la ONU, provocando interesadamente carcajadas o especulaciones diversionistas con lo que le queda de muleta.    

            El fracaso económico se torna un infierno para todos, pero en la paila mayor caen aquellos que  por ganar menos de tres salarios mínimos los ahoga el costo de la cesta alimentaria. A palos de ciego el vicepresidente anuncia medidas que estimulan las importaciones y generan empleos afuera.Merentes, el pragmatico, no encuentra fórmula para responder a la demanda de divisas y cómo buen matemático sabe que los dólares no dan.  

            El barco del psuv, después que quedó sin capitán, no va ni para san Mateo. Tiene prendido un motín contra los candidatos impuestos. Los militantes del uh ah toman la calle y protestan en primera línea. Todos tienen su hoja de reclamos contra el gobierno, aunque algunos esperan la forma y la oportunidad para presentarla.

            El gran problema es que a la cúpula roja no le interesa resolver los problemas sino copiar el modelo cubano. No importa si cae la producción nacional si se expropia a unos capitalistas. Si el bolívar se devalúa y la inflación rompe un record mundial, si se desborda la inseguridad, si el desabastecimiento impone una tarjeta de racionamiento en los hechos todo ello carece de importancia mientras se cumpla el plan de imponer los retrocesos del socialisno autoritario.

            La lenta extinción del país no le afecta a estos revolucionarios. Y no les duele porque su misión consiste en liquidar el país que somos, reemplazar la actual base institucional por el Estado Comunal, sustituir las elecciones secretas y universales por la democracia directa del asambleísmo, imponer una sola línea comunicacional y convertir la educación en un engranaje de proselitismo ideológico. Somos el enemigo o sus agentes.

            El revolucionario caribeño de hoy se empina sobre el odio que ha acumulado y mirando como Venezuela se arruina podrá pensar como un comunista chino ante el horror de su revolución cultural: “ Hay un gran desorden bajo los cielos, la situación es excelente". Mientras la mayoría de la población evalúa la situación del país como mala o muy mala, la vanguardia oficialista celebra que hay patria.

            Los que aún integran el núcleo duro que sostiene a la descompuesta cúpula roja no le importa comprender al que piensa diferente sino excluirlo, no quiere diálogo sino aplastar, no lo motiva resolver un problema sino ascender en los distintos niveles de privilegio. En cambio el pueblo que compró la leyenda dorada de la revolución está abriéndose a conversar y acepta luchar junto con quienes tienen aspiraciones y demandas similares.

            El sistema de macollas que controla el poder, articulado por una combinación de fanatismo ideológico y ambición sin ética,  tiene a Cuba como país espejo del nuestro. No a  Dinamarca, Suecia o Australia sino a un régimen dictatorial que ha socializado la miseria.  Es seguro que ocupados en usar el poder para descalabrar la democracia dirán respecto a Fidel Castro, lo que Lim Biao dijera sobre Mao: “Debemos poner en práctica las instrucciones del presidente Máo Zédōng, las entendamos o no”.

            La buena noticia es que hay un país que impugna global y enteramente ese proyecto suicida. Un pais que aspira reducir las desigualdades para que todos puedan disfrutar de una sociedad en la cual la justicia social ensanche el campo de la libertad.

           
Ese país está emergiendo en el descontento popular, en las movilizaciones estudiantiles, en las luchas por obtener reivindicaciones que se retrasan o niegan a los empleados públicos.

            No hay que detenerse. El camino es el de la unidad entre todos los venezolanos. Su pimer tramo es desplazar desde abajo a los que se tambalean en la punta de la pirámide del poder. La oportunidad de oro es el 8. Democráticamente y con votos. 

@garciasim

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