martes, 8 de octubre de 2013

MILAGROS SOCORRO, DE LO QUE SON CAPACES

En abril de 2002, Tareck el Aissami, como tantos, perdió la ocasión de demostrar lealtad y valentía de que era capaz rescatando al Chávez renunciante y lloroso que conducían, despojado de la banda presidencial y con ropita prestada, a destino incierto. 

En cambio, al verse rodeado de guardaespaldas y representantes de la prensa, El Aissami, como tantos, ha desarrollado la costumbre de amenazar a la oposición democrática y a quien los cubanos escojan como blanco para sus ataques rituales. Lo repitió hace unos días, cuando quiso intimidar al asesor de imagen J. J. Rendón, diciendo que “subestiman lo que somos capaces los hijos de Chávez”.

Se equivoca el gobernador de Aragua. Nadie minimiza lo que son capaces de hacer los hijos de Chávez, puesto que el país conoce muy bien su disposición. De los hijos biológicos, por ejemplo, es bien sabido que, en lo que va de año, los invasores de La Casona han gravado a la cuenta de la república más de Bs. (F) 100.000 ¡al mes!, solamente por concepto de alimentos y bebidas, que les surte una agencia de festejos. Si al peculado de uso, que supone la ocupación irregular de La Casona, le sumamos las elevadas facturas que los hijos biológicos le pasan a las arcas nacionales, el país tiene muy claro hasta dónde son capaces de llegar.

Por su parte, el hijo elegido para legarle el poder es muy apto…para obligar a la nación con más de 60 millones de bolívares (F) mensuales en gastos de seguridad para él y sus familiares, un grupo que incluye a los de Cilia Flores, que ya es mucho decir (los hermanos e hijos de Flores tienen custodia personal y de sus bienes a costa del Estado). Ese presupuesto, según ha calculado el diputado Carlos Berrizbeitia, supera al del estado Carabobo en materia de seguridad.

Si esto fuera poco, hace unos días el mundo tuvo muestra de lo que son capaces los hijos putativos de Chávez, cuando una horda de motorizados cayó como la langosta sobre la carne que llevaba una gandola accidentada, en cuya cabina agonizaba el conductor. Esa saña contra la propiedad ajena, ese arrojo que los asiste cuando están en manada, ese hervor que revienta ante la visión del botín, esas son marcas inconfundibles de ese linaje.

Como lo son también las que caracterizaron cierto episodio de este agosto. Dos oficiales rasos de la Policía Nacional en la Cortada de Catia detuvieron un tipo que había mentido cuando le preguntaron si llevaba armas. En medio del procedimiento, el hombre les advirtió que formaba parte del colectivo José Leonardo Chirinos, uno de los principales grupos armados que operan en el 23 de Enero. Cuando se iniciaba el expediente por porte ilícito de arma de fuego, la estación Sucre de la Policía Nacional se vio asediada por más de 200 personas, muchas armadas, encapuchadas, con motos o a pie, que bloquearon los accesos de la sede policial y exigieron la liberación del detenido. Dado que la acción duró varias horas, el país tuvo tiempo y razones para comprobar que no está en manos de la institucionalidad sino de los retoños de quien armó “colectivos” y les otorgó licencia para ejercer a sus anchas.

Por contraste, sabemos también de lo que no son capaces. Tareck el Aissami, sin ir más lejos, fue jefe de la Misión Identidad en 2003. No tendremos que abundar en su insuficiencia para evitar que extranjeros de todo pelaje obtuvieran cédulas y pasaportes venezolanos, sin cumplir con los requisitos. Entre 2007 y 2008 fue viceministro de Seguridad Ciudadana; y desde septiembre de 2008 hasta octubre de 2012, ministro de Relaciones Interiores y Justicia. Tal como queda establecido en el libro Estado delincuente (Carlos Tablante y Marcos Tarre, La Hoja del Norte, Grupo Editorial Syngular, Caracas, 2013), “según las estadísticas del Cicpc, para el año 2012, nuevamente se evidencia que las autoridades son totalmente ineficaces en lo concerniente al tráfico ilegal de armas y municiones”.

–Los gráficos del Informe Mundial sobre las Drogas –citan Tablante y Tarre- de 2011 son elocuentes, revelan cómo han descendido los decomisos, tanto en número de casos como en cantidades incautadas. El informe señala: “en la República Bolivariana de Venezuela los decomisos han descendido de 59 toneladas métricas (tm) en 2005, a casi la mitad en 2010 (28 tm). De acuerdo con informes preliminares, esa tendencia continúa en 2010, con decomisos de apenas 20 tm”.


Pero, sobre todo, nadie subestima aquello de lo que son incapaces: de gobernar, de respetar las leyes y de darle un poco de paz a este atormentado país.

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