lunes, 7 de octubre de 2013

LEONARDO MORALES. GABRIELA MONTERO Y, MARIANA RONDON: DOS VENEZOLANAS


En la vida los seres humanos buscan diversas formas de comunicar lo que sienten y desean transmitir a un público mucho más amplio. No siempre lo que pensamos queremos que se quede en nuestro interior sino que buscamos los medios para comunicarlo con el fin de producir cambios en determinadas conductas o simplemente como un medio de protesta y de llamado de atención ante determinados hechos y circunstancias.


MARIANA RONDON
El arte no es un concepto hueco. Los artistas buscan expresar sus sentimientos y su concepción del mundo a través de los medios que mejor han desarrollado. Así, desde la pintura, el teatro, la música, el cine, la poesía, la danza entre otras disciplinas, los artistas ponen todo su empeño y su pasión para comunicar con extraordinario talento su amor por la vida y la belleza pero también su enojo por la injusticia.

Gabriela Montero expresa sus sentimientos y su arte desde la música Su interpretación del piano la ha colocado en numerosos auditorios del mundo. Su virtuosidad y su talento han sido reconocidos mundialmente aun cuando en Venezuela, como ella misma señala, no tenga la misma publicidad que otros artistas reciben.

Ella, además de su capacidad para improvisar en piezas complejas, compuso ExPatria, en la que expresa su angustia por la circunstancia que vive el país. Ser artista no implica estar desconectado de la realidad y mucho menos de su patria, y que mejor que decirlo que con sus propias palabras: “Como artista, voy a darle voz a aquellos que no la tienen. No pertenezco a ningún grupo, ni a ningún partido. Pertenezco a la raza de seres humanos que desea ver la paz, el fin a la violencia, la justicia social verdadera y a una Venezuela que prospere y sea una panacea para todos, no algunos pocos.” Lo acontecido en su presentación en Paraná, Brasil, es un fiel reflejo de la Venezuela que se ha ido modelando en los últimos años: un país intolerante y dividido a la fuerza desde las alturas del poder.

  
Esa intolerancia que le tocó vivir a esta destacada venezolana en Brasil es el tema de “Pelo Malo”, película recién galardonada en el Festival de San Sebastián con la Concha de Oro. A Mariana Rondón, hija de un amigo con quien compartí ideales y actividades estudiantiles; la recuerdo en su pasar frente a mi casa a pocos metros de la residencia de Pavel, su padre, y sin las angustias que hoy atormentan a Gabriela Montero. Así era Los Chaguaramos, una urbanización tranquila, de buen vivir y de afables vecinos; en modo alguno era el barrio que inventa Nicolás Maduro en su declaración a la revista española el Viejo Topo.

Mariana ha sido sincera, no se ha quedado callada a la hora de expresar sus pareceres. Ha creído conveniente señalar que su película llama la atención sobre la necesidad de la tolerancia entre los seres humanos, pero en particular y no podía ser de otra manera, colocó su mirada sobre en la tierra que la vio nacer, al señalar: “Y a mí nadie me dijo que esto era una guerra, solo íbamos a unas elecciones. Paremos. Hay un dolor inmenso. De un acto político, un referendo, hemos pasado a un acto de fe, de ideas”. ¿De quién fue la responsabilidad? Toda de Chávez. Cuando dijo eso de que quien no está conmigo está contra mí nos sentenció a esta guerra. Y Maduro sigue el mismo camino”.

Por lo visto el SIBCE pretendía que la cineasta se abstuviera a hacer comentarios por haber recibido un financiamiento de la Villa del Cine. ¿Acaso ese financiamiento es para hacer propaganda al régimen o para que los cineastas se expresen libremente?

Así están las cosas en Venezuela. Por un lado la oligarquía gubernamental se escandaliza por la opinión ejercida libremente por una venezolana y, por la otra, un extranjero -se presume argentino- intentó impedir que otra venezolana se expresará como bien le dictará su conciencia sobre su país.

Lo que este régimen, de profunda vocación totalitaria, no entiende es que en los venezolanos existe una identificación profunda con la libertad y la justicia por lo que cualquier amenaza o pretensión de ir contra esos anhelos encontraran siempre de pie, mujeres y hombres con pechos henchidos de convicciones democráticas.

Por lo pronto, la Venezuela democrática se felicita por dos artistas que ponen en alto el nombre del país, cada una con su arte y su forma de comunicación. No pasará mucho tiempo sin que el Teresa Carreño reciba y acoja con alegría y satisfacción a nuestra pianista Gabriela Montero y, quizás, el próximo año las salas de cine del país se colmen para honrar el film de Mariana Rondón.

Así será…

@leomoralesP

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