En total apego a
una racional política monetaria el Banco Central de Venezuela (BCV) puede
emitir bolívares en monedas y billetes luego
de haber adquirido activos internacionales como oro y divisas (moneda con
aceptación internacional) que son contabilizados como activo, todo ello como resultado
de las exportaciones del país y tal emisión se denomina dinero orgánico (con respaldo); de
igual modo el BCV puede realizar emisiones cuando adquiere papeles de deuda (activo no financiero) a la luz de una operación
de crédito interno básicamente
representada por papeles de deuda del Estado venezolano.
Es decir, cuando el
BCV emite dinero soportado en títulos de deuda (bonos) lo hace respaldado sólo por papeles que
obviamente no tienen su origen en transacciones
productivas corvirtiendose por tanto en un elemental asiento contable que toma la forma de dinero inorgánico (máquina de hacer
dinero); o lo que es lo mismo no está
respaldado con una mayor producción del aparato productivo nacional.
En
este orden de ideas, en Venezuela 2013
la emisión de dinero inorgánico se situó por encima de los 280.000 millones de bolívares.
Es por demás
conocido que la economía venezolana refleja actualmente un desequilibrio macroeconómico cuya expresión más tangible (con
efectos devastadores sobre la sociedad) es la
inflación que acumulada 1999-mayo 2013 supera
el 1800% y para mayo 2013 alcanzó un 6,1% (la histórica más alta desde 1996), la cual es estimulada por el crecimiento masivo de la liquidez monetaria
(cantidad de dinero en circulación) que, entre otros males, rompe con el
obligante equilibrio en relación a la cantidad de bienes sujetos a ser
demandados (escasez) habida cuenta que la masa de dinero aumenta a una
velocidad superior al crecimiento de la producción, dentro de un escenario
vinculado, por un lado, a la
asistencia financiera del BCV hacia
entes gubernamentales (Gobierno central, PDVSA y otros) ante el hecho que la
gestión pública viene experimentado en los últimos años un permanente déficit (más gastos que ingresos) que a la fecha se
sitúa en un monto superior al 14% del
PIB, situación que simultáneamente intentan paliar mediante emisión de deuda interna (en
condiciones ventajosas) cuyo saldo para el IS 2013 supera los 60 millardos de dólares apoyada por el acorralado ahorro nacional; y por otro lado, ante la puesta en marcha
de una política monetaria expansiva
para incrementar la demanda agregada con intenciones soterradas bien alejadas
del acontecer económico.
El conocimiento
económico es determinante al indicar que cuando un Banco Central adquiere
papeles de deuda para luego emitir monedas y billetes lo hace en razón a una falta de liquidez en la economía, caso
muy distinto al venezolano si observamos que en el período 2000-2013 la
liquidez M1 (monedas, billetes, depósitos en ahorro y cuenta corriente) creció en más de un 6.000%, y en lo
específico del lapso junio 2012-junio 2013 creció
en un 65,9% hasta ubicarse en unos 830.000 millones de bolívares (cerca de
80.000 fueron emitidos para financiar a PDVSA); siendo que este impresionante
crecimiento de la oferta monetaria fue impulsado, primordialmente, por el gasto público que se ha elevado desde
un 29% del PIB en 1998 hasta un 44% en 2012, con una estimación 2013 por un
monto superior a los 600.000 millones de
bolívares. Tal como se deprende de la simple lectura de estas cifras (y de
sus implícitas consecuencias) no resulta aconsejable ni conveniente que el BCV se convierta en una caja chica para
financiar los compromisos del Gobierno, muchos de ellos de orientación
populista.
Economista Jesús Alexis González <economista611@gmail.com>
@jagp611
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