¿Qué impulsa a la mente a recortar distancias,
a emigrar, al espíritu de aventura? La ciencia médica ha descubierto que el
impulsor de la búsqueda de novedades, recorriendo distancias, son los
mensajeros de la dopamina, neurotransmisor del sistema cerebral de premios.
El
propulsor excepcional del explorador emigrante reside en un espectro de
conducta genéticamente programada que llamamos temperamento. Los temperamentos
amantes del riesgo y la aventura son portadores de una variante genética del
receptor de dopamina, el alelo D4-7, cuya estructura de distribución, según
esos estudios, estuvo presente en las antiguas rutas migratorias de nuestra
especie.
Este motor del viajero llevó a los pueblos
antepasados a cruzar el puente de tierra del estrecho de Bering y los condujo a
descender por todo el continente americano. Seguramente también hizo extender a
los pobladores del África por toda Europa y Asia, e incluso los cautivó para
pasar de isla en isla, hasta alcanzar Australia y Tasmania.
Posiblemente este
espíritu viajero tomó la balsa para poblar, desde el Asia, las Filipinas, Nueva
Guinea, Australia, la Polinesia y la Micronesia. Aníbal emprendió una maniobra
atrevida, una odisea de 17 años, desde Cartago hasta Italia, que exigió una
marcha y el paso por los Alpes con 90.000 hombres, 12.000 jinetes y tres
docenas de elefantes.
Los escandinavos, marineros y carpinteros navales
consumados, fueron más allá del Mar del Norte y colonizaron Islandia y
Groenlandia, llegando incluso hasta Labrador y Terranova. Famoso es en España y Francia el peregrinaje
de los devotos viajeros, por caminos y senderos, a Santiago de Compostela,
tradición que lleva siglos.
Marco Polo realizó una impresionante travesía por
el Lejano Oriente, que duró 23 años, acumulando 38.625 Km por la ruta de la
seda y el mar. Colón se atrevió a realizar cuatro viajes a un mundo
desconocido, convencido inicialmente de poder llegar a Asia más rápido
navegando hacia el oeste.
La expedición de Fernando de Magallanes fue la
primera que circunnavegó el globo terráqueo, recorriendo 78.000 Km. De los 234
tripulantes y cinco buques que partieron, sólo llegaron al final 17 aventureros
y un solo barco.
Robert Peary con su Club Ártico, partiendo con 17
esquimales, 19 trineos y 133 perros, en 1909
fue el primer explorador que alcanzó el Polo Norte. No fue sino hasta
1968 que a la misma latitud llegó un vehículo motorizado.
Lindberg, en 33 horas
y media, fue el primer piloto en volar sin escalas y en solitario desde Nueva
York hasta París. Amstrong, Collins y Aldrin en la luna dieron un pequeño paso
para el hombre, pero un salto gigante para la humanidad.
Pero no contento con el alcance de estas
distancias el ser humano ha dirigido su mensaje más allá de nuestro sistema
planetario. El Voyager 1, lanzado al espacio en 1977, luego de 35 años volando,
ha salido del sistema solar. Luego de visitar Júpiter y Saturno en 1979 y 1980,
y de tomar la primera foto completa de los planetas y el sol en 1990, ha
cruzado la frontera del espacio interestelar.
A 19.000 millones de Km de la
tierra, es el mensajero más distante de la humanidad, pues lleva consigo un
disco de oro, que contiene sonidos e imágenes que retratan la vida y la cultura
de la Tierra. Es nuestro mensaje para alguna especie extraterrestre que lo
encontrase. Como parangón a Newton, podemos decir que en materia de distancias
lo que sabemos es el sistema solar y lo que ignoramos es el universo. Somos una
brizna cósmica que recorre la eternidad.
isaacvil@yahoo.com
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