¿Por qué intervienen los militares para cambiar el rumbo político de un país?
¿Se justifican estas intervenciones? La teoría de que los militares intervienen
por ambición política solo es cierta en algunos casos. Generalmente, esas intervenciones se producen
porque existe un malestar colectivo más o menos generalizado y los militares
perciben que los civiles no pueden
resolver los problemas que aquejan al país. En el fracaso de los civiles en el
ejercicio de gobierno está la excusa y a veces la justificación que
esgrimen los militares para actuar.
Cuando los Poderes del Estado son autónomos y
al frente de los mismos hay funcionarios íntegros, los países logran evitar
mediante los controles institucionales y con elecciones las indeseables
intervenciones militares. Las crisis se
presentan cuando se cierra la vía electoral, cuando se viola la Constitución o
cuando se produce un estado de anarquía que impide la gobernabilidad.
Por ejemplo, la intervención militar del 18
de octubre de 1945 se justificó para desplazar los restos del gomecismo dentro
del ejército y de la administración pública.
El bonachón Medina Angarita quería imponer a su sucesor, por lo que no estaba dispuesto a realizar elecciones en
las que todos los venezolanos pudiesen votar. En esa oportunidad los militares
buscaron y obtuvieron el apoyo del partido
Acción Democrática. El 24 de noviembre de 1948 se produjo como reacción
al malestar por el sectarismo de AD, lo cual han reconocido muchos de sus
dirigentes. ¿Pudo evitarse este golpe que contó con el apoyo tácito del
partido Copei? Desde luego que sí, pero
faltó madurez política. La intervención militar del 23 de enero de 1958 contó con apoyo popular y
se produjo por los atropellos del régimen y porque el dictador Pérez Jiménez cerró la vía electoral. .
Varias intervenciones militares fallidas ocurrieron posteriormente. En todas ellas el
argumento fue que los civiles no gobernaban de acuerdo a los intereses del
país. Según algunos “el pecado de los militares no es por intervenir en momentos de crisis, sino
por perpetuarse en el poder”. Sin embargo, en condiciones normales no deben ser
árbitros que deciden cuándo intervenir, sino expresar sus inquietudes e
incluso ejercer presiones, si el caso lo
amerita, a través del alto mando. El 11 de abril del 2002 ese mando
actuó correctamente al recomendar dialogar y, posteriormente, al desobedecer la
orden de Chávez de arremeter contra una manifestación pacífica, aunque después
faltó comando para una transición adecuada.
Hoy el alto mando es sumiso, la Fuerza
Armada está dividida y hay varias
docenas de oficiales en el exilio. La incógnita
es ¿Cómo evalúan los militares activos la doble nacionalidad de Maduro,
la creación de las milicias, la injerencia de los cubanos, la marcha
hacia el castro-comunismo, el
entreguismo a Guyana y las constantes violaciones a la Constitución? A los civiles no nos corresponde despejar esa incógnita, sino votar el 8 de diciembre, seguir protestando
los atropellos y convocar una Constituyente.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el
diario 2001. La censura sigue ganando
terreno. Ahora también importamos gas de
bombona desde Catar. ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com
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