lunes, 14 de octubre de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., HUERFANOS DE INTELIGENCIA EMOCIONAL

Todo cuanto ocurre en nuestro infortunado país, víctima de la incompetencia, incapacidad, negligencia, tozudez, prepotencia, corrupción, inseguridad, nepotismo, y  de todos los males que le aquejan, nos obliga a pensar que estamos en presencia de un gobierno carente de la más elemental sindéresis e inteligencia emocional, que lo lleva a contradecirse en sus políticas públicas y conducen al país al borde de un precipicio de inexpugnable profundidad.


El concepto de inteligencia emocional, es la capacidad que tenemos las personas  de motivarnos, controlar nuestros impulsos y frustraciones basándonos en la percepción, facilitación, comprensión y regulación de nuestras emociones.

Los venezolanos enfrentamos momentos difíciles, peligros, pérdidas dolorosas, fracasos, riesgos y conflictos, entre otros, que nos obligan a reforzar los objetivos de supervivencia y sentimientos muchos de ellos encontrados, como el miedo con protección, el afecto con la tristeza, el enojo con la defensa y la alegría con el derecho a tener una mejor calidad de vida
Daniel Goleman refiere que la Inteligencia emocional nos permite tomar conciencia, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones de nuestra cotidianidad, trabajar en equipo y brindar nuestro mejor desarrollo personal. Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional, tienden a ser equilibrados, extrovertidos, alegres, suelen comprometerse con las causas y tienen alto interés en habilidades intelectuales, son productivos y ambiciosos, se sienten a gusto consigo mismo y con el entorno social en el que conviven.

La inteligencia emocional puede fomentar el crecimiento de un Estado, institución o de la familia, con la autorregulación, motivación, liderazgo y una comunicación abierta hacia un futuro saludable. Pero ¿qué pasa si esa inteligencia emocional es lo opuesto?. Pues sencillamente aumenta de forma súbita los miedos, el rechazo de quienes se sienten afectados, bien sea por la pérdida del trabajo, despido laboral, enfermedad y de todo cuanto tiene que ver con su estructura anímica y física.

Existe una carencia de principios y valores, por la exigencia, presión y constantes amenazas de quienes detentan el poder desde hace 14 años, pues no les importa el temor, preocupación e incertidumbre de millones de venezolanos que se sienten víctimas de un chantajismo emocional, irracional y egocentrista,  evidente en su mensaje diario en todos los medios de comunicación que conforman su poder mediático, con el que atizan el odio, venganza y  resentimiento. No les importa en absoluto manipular y mentir, pues como afirmara Maquiavelo: “el fin justifica los medios” y por eso, engañar a otros para justificar su conducta los convierte en seudopsicópatas, pues piensan que ellos no son el problema, sino los demás, y por tanto terminan convirtiéndose en unos depredadores sociales.

Una muestra de ello,  es la furiosa arremetida de Maduro contra los medios de comunicación, cuando en días recientes fustigó al diario 2001, al que acusó de cometer delito por un titular que calificó de "grosero y cochino" sobre la escasez de gasolina, cuando afirmo: “ “Llamo al apoyo nacional de todo el pueblo (…) No vamos a dejar que desestabilicen el país. No lo podemos permitir. Alerta al pueblo de Venezuela. A la lucha, a la calle, a defender a esta patria. El 2001 es un periódico que no compra nadie, pero igual tuve que mostrarlo por su titular” (sic)

Por su parte la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, en presurosas declaraciones a los medios públicos (entiéndase canales de TV y emisoras del gobierno) informó que se ordenó investigar al diario 2001 "por crear zozobra en la sociedad con el tema del suministro de gasolina, por lo que aplicarán sanciones fuertes”

Y no conforme con ello, el gobierno usará el Cesppa (Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria),  para limitar la libertad de expresión, por lo que el gremio periodístico solicitará la nulidad de dicho decreto ante el Tribunal Supremo de Justicia, medida que de antemano nos atrevemos en anticipar que no prosperara, dada la circunstancia de que es otro de los poderes secuestrados por el gobierno, por cuanto sería algo así como si el condenado a muerte le pidiese clemencia al verdugo.

Pregunto: ¿Es ésta la libertad de expresión del que tanto alarde hace el gobierno ante propios y extraños, cuando sin el menor rubor y desfachatez viola sistemáticamente la propia Constitución? He aquí lo que reza el texto del artículo 57: ”Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado”. Y de seguidas el artículo 58 contempla: “La comunicación es libre y plural y comporta los deberes y responsabilidades que indique la ley. Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo a los principios de esta Constitución, así como el derecho a réplica y rectificación cuando se vean afectados por informaciones inexactas o agraviantes. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral”.

El subrayado del párrafo anterior es nuestro,  al tiempo que viene a nuestro memoria las afirmaciones que sobre la conducta de los hombres públicos hace el escocés John Arbuthnot, autor del libro “El arte de la mentira política” (1727), quien entre otras cosas señala contundentemente, que la mentira es una practica indispensable para gobernar y subyugar a un pueblo. Lo dice de manera sarcástica y afirma que la mentira y la política van de la mano. 

¿No parece esto un hecho fortuito, a propósito de esta mal disimulada revolución del siglo XXI?.

Según Arbutthnot,  el arte de la mentira en política es obra del demonio, por lo que algunos gobernantes están obligados a inventar “falsedades saludables” para convencer a las masas y someterlas a su dominio y antojo. Sugiere además con el mismo sarcasmo, que “los mentirosos formen sociedades para que evalúen el éxito de sus engañifas, con una regla principal: inventar cada día una mentira, a veces dos y que posean hasta un calendario que marque el día de decir más embustes”.

Parece que quienes se solazan con el poder han leído sin prodigalidad esta obra, con la que además de desnaturalizar la verdad, difaman y calumnian a quienes los adversan.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com //@_toquedediana

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