Decía el
filósofo italiano Nicolás Maquiavelo que hay dos factores que determinan la
vida humana: la virtud y la fortuna. La primera depende más de condiciones
personales que permiten que tengamos mayor seguridad sobre nuestra situación
histórica. Con la segunda nos referimos básicamente a la suerte. Como todos sabemos
la suerte es pasajera, no siempre nos acompaña. En la ruleta de la fortuna no
todo el tiempo estamos arriba, bajamos con la misma velocidad que subimos y
como dice el refrán popular, “mientras más rápido se sube, más fuerte es la
caída”.
Lo que hacemos
arriba, lo pagamos abajo, cuando atropellamos a alguien subiendo, tengan la
seguridad que lo veremos de nuevo y no será con la prepotencia de antes, tendremos
que verlo a los ojos, de igual a igual. Hay muchos en el poder que no entienden
el concepto de la fortuna, creen que siempre los acompañara la suerte. Se
desvinculan de la realidad porque están seguros que después de esto no habrá
mañana. Todo les asusta, le temen a su propio entorno, ellos saben que nunca la
virtud los ha acompañado y tienen conservar su suerte al precio que sea.
Han subido a
altas posiciones a través de la adulancia, hoy quieren sobresalir ante la
ausencia del líder, mostrarse en una posición que los haga ganarse el respeto
de su propia gente. Para eso deben ser más radicales que el resto de los
radicales, no debe ser fácil conservar cuotas de poder en un nido de alacranes,
donde al mayor descuido te espera un aguijón venenoso que puede sacarte del
juego. Estar fuera del juego es quedarte sin suerte, es perder la protección y
sin el manto sagrado que la impunidad te da no eres nadie. Eres presa fácil de
los demás, víctima del canibalismo, tu cabeza se convierte en trofeo.
Por eso los vemos
arriba con aquella arrogancia en la que deviene el poder que enferma. Desde lo
alto nos señalan y en su mirada no solo hay odio, hay revancha, hay
resentimiento hacia quien, aun desde abajo, es capaz de pararse y alzar su voz
ante la mentira y la injusticia.
Sabemos que
esta es una lucha desde todo punto de vista desigual, pero la clave no es solo
gritar para ser escuchado, sino resistir y trabajar para que la rueda de la
fortuna cambie y algún día, no muy lejano, la virtud tenga mayor peso que la suerte.
Brian Fincheltub
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