miércoles, 9 de octubre de 2013

ADOLFO TAYLHARDAT, INSENSATECES DEL ILEGITIMO,

Empleo la palabra “insensateces” para no ofender, aun cuando algunos de sus sinónimos como imbecilidades o estupideces, entre otros, serían más apropiados para el caso.

Me refiero a la insensatez de declarar personae non gratae y expulsar, de manera impetuosa y brutal, a tres funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos, entre ellos la Encargada de Negocios. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas consagra en estos casos el derecho del Estado víctima de una medida de esa naturaleza a adoptar una providencia de reciprocidad como la que tomó el gobierno norteamericano expulsando a un número igual de funcionarios de la misión diplomática en Washington, incluido el Encargado de Negocios. 

Los detalles de esos hechos son ampliamente conocidos y no creo que haga falta remacharlos aquí. Lo que si hace falta es identificar los motivos que llevaron al ilegítimo a tomar esa medida.

Se han dado diversas explicaciones. El gobierno norteamericano opina que el propósito del ilegítimo es desviar la atención de la población de la desastrosa situación económica a la cual el régimen ha llevado al país. Esta pareciera ser una buena explicación. Pero hay otras.
El ilegítimo sabe, y lo saben también sus seguidores, que la perspectiva del oficialismo para las elecciones regionales del 8 de diciembre se presenta sumamente débil. Incluso, las medidoras de opinión pública que utiliza el gobierno reconocen que la oposición tiene una posición sólida y seguramente aventajará al oficialismo. Eso sería una debacle para el ilegítimo que ya en la elección presidencial fue superado por una mayoría de la oposición y tuvo que recurrir a marramuncias con la complicidad dl CNE para presentar un resultado pírricamente favorable y así poder permanecer instalado en la silla presidencial. Esta es una explicación muy válida.

Otra explicación, que acumula las dos anteriores, es que el ilegítimo está aterrado, turbado, por lo que le viene encima y por eso toma decisiones precipitadas y disparatadas. Como no hay un Canciller que pueda aconsejarlo o disuadirlo, actúa caprichosamente y arbitrariamente.
Otra explicación también plausible es que ante la pérdida de prestigio tanto interna como internacionalmente, pretende recuperar imagen presentándose como un gobernante duro, capaz de desafiar a la principal potencia mundial. Pero lo hace a sabiendas de que el gobierno norteamericano no cae innecesariamente en provocaciones. También sabe que sus denuncias sobre presuntas amenazas de agresión caen en un saco roto porque nadie se las cree y porque la época del intervencionismo y de retaliaciones pasó a la historia. En suma, el ilegítimo quiere hacer el papel del matón de barrio, que alardea de su coraje, pero que en el fondo no es sino “pura pinta”, simplemente pura apariencia, para impresionar al público y a sus pares los jefes de Estado y gobernantes de otros países, particularmente los de la cofradía de los “tirame algo” que llaman ALBA    

Otro motivo igualmente plausible seria el simple deseo de imitar a su difunto predecesor, tutor y padre putativo, quien en un arranque de ira expulsó al Embajador norteamericano con el resultado de que las misiones diplomáticas de ambos países estuvieron acéfalas hasta que recientemente fueron designados los encargados de negocios y que ahora son, a su vez, víctimas de la irracionalidad que predomina en las relaciones internacionales.
Creo que en fin de cuentas se trata de una combinación de todo lo anterior, en la cual prevalece el miedo. De allí sus constantes y repetidos llamados a que le apoyen para hacer frente a la guerra económica, energética, mediática que solo existe en su mente primitiva, Como si la gente fuera a acudir en auxilio de un régimen que se mueve en función  de las locuras de su jefe máximo, mientras el venezolano común sufre los rigores de una inflación galopante, del desabastecimiento, de  la desaparición de muchos artículos de primera necesidad, y de las colas estilo cubano que ahora son prácticamente parte de la vida diaria del venezolano.

Creo que en fin de cuentas todo esto ofrece un saldo favorable porque ha quedado demostrado ante el mundo, los gobiernos y los pueblos quien es el personaje que en mala hora se desempeña como presidente en nuestro país y su capacidad ilimitada para actuar de manera incoherente y deleznable.

Mientras tanto, la paciencia y la pasividad del venezolano van cediendo ante la necesidad de poner fin a una situación cada día más insostenible. Aclaro, no estoy promoviendo ninguna acción popular. Simplemente estoy registrando un sentimiento cada vez más generalizado que hasta el mismo ilegítimo y sus acólitos ven cómo crece el malestar en la ciudadanía. Este es el ingrediente principal entre los que engendran el miedo prevaleciente en las alturas del poder y que lleva al ilegítimo a tomar decisiones insensatas y a pedir desesperadamente apoyo popular para defender la “revolución”.

adolfotaylhardat@gmail.com

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