viernes, 27 de septiembre de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA BONDAD, EL PROGRESO Y LO SOCIAL,

Los venezolanos tenemos una confusión histórica cuando diferenciamos a un comunista de un capitalista o, en términos más coloquiales, a un socialista de un burgués.
Los socialistas han creado la ilusión que ellos son los buenos y los burgueses los malos. Cuando la gente escucha hablar de socialismo, por simple relación denotativa, suponen que la preocupación del socialista es la sociedad, y que, dentro del variado conjunto de grupos que la componen, son los pobres su principal preocupación.
Al contrario, al burgués o capitalista, se le atribuye el exclusivo interés de atender sus propias necesidades, sin importarle el prójimo y mucho menos la sociedad en su conjunto.
Visto de esa manera, el socialismo tiene las de ganar, pues se le atribuye una serie de atributos y valores positivos, haciéndolo atractivos a las grandes masas incultas e ignorantes del país. Creo que es muy sencillo darse cuenta de cómo unos políticos, al decirse socialistas, pretenden acaparar todos los buenos sentimientos y deseos del hombre; la bondad, la caridad, la solidaridad, entre otros muchos sentimientos nobles, que son de la exclusiva competencia del individuo que los experimenta en determinado momento, no son valores que se agregan automáticamente a los miembros de un partido político o de un culto, y mucho menos se pueden imponer como obligación.
Es por ello que algunos políticos venezolanos, buenos burgueses de extracción, prefieren ser confundidos con socialistas, ya que en el imaginario popular, y de esto, la iglesia venezolana ha sido uno de sus principales promotores, persiste la idea de que sólo los socialistas parecieran tener el ánimo y la disposición de ocuparse de lo “social”, es decir, de los desposeídos. En cambio el burgués, quien trabaja para conseguir su prosperidad y bienestar, que arriesga su dinero y sus bienes para consolidar y hacer crecer su negocio, que da empleo, paga impuestos, que no le interesa que haya pobres, que necesita gente que produzca igualmente, resulta ser, en esa interesada retórica, un egoísta y un ladrón; puede que el burgués no ande predicando a los cuatro vientos las bondades que se desprenden de su labor discreta, individual, de compromiso con el país, pero es más útil un empresario, un comerciante, un artesano, alguien que ejerza su profesión libremente en la sociedad, que todos esos colectivos, consejos comunales y comunas, en sus reuniones maratónicas, hablando de doctrina comunista, amenazando a los propietarios con quitarles sus bienes y quejándose de lo injusto que es el capitalismo que les da de comer.
A los socialistas les gusta que les llamen progresistas y liberales, que son de pensamiento avanzado y están a la vanguardia de las luchas sociales, pero déjelos gobernar para que vea que todo eso se les olvida y se convierten en los policías que vigilan a su prójimo, en los perseguidores del pensamiento y la crítica, en los destructores de la riqueza y las oportunidades.
Haiman El Troudi, uno de los más conspicuos revolucionarios bolivarianos, que ha ejercido cargos de poder en este fracasado gobierno socialista, haciendo alardes de teórico, vena que supuestamente le viene por tradición familiar,  escribió un libro titulado Ser capitalista es un mal negocio, dedicado a Fidel Castro y en colaboración con ese otro gran demagogo oportunista, el profesor español Carlos Monedero, en el cual pretende dictar pautas de comportamiento a sus pares socialistas. El libro, un apretado compendio de doctrina comunista, llega a momentos de exaltación sólo comparables con los iluminados cristianos que en la temprana iglesia se retiraban a los desiertos en busca de la verdad por medio de la negación del mundo.
En el libro hay un capítulo , “Rasgos distintivos de ser socialistas”, que llamó mi atención y confirma la desmesura con que los socialistas se ven a sí mismos, a sus grupos políticos y a la acción que se proponen; es un listado descriptivo de las virtudes del Nuevo Hombre, 48 los rasgos, que empieza por ser éticos y morales, pasa por ser justos, solidarios, humildes, humanistas e incorruptibles y termina con ser creativo, intelectual orgánico y transformador de la realidad, se trata de la receta quimérica de la perfección, las cualidades de ángeles viviendo en la tierra.
Si este catecismo hubiera sido escrito por un cura fanático, evidenciaría su irracionalidad y desequilibrio mental; viniendo de uno de los grandes responsables del desastre al que el socialismo bolivariano ha llevado al país, escrito por uno de los hombres que ha conformado el gobierno más corrupto y criminal de nuestra historia, sólo queda pensar que se trata de mentiras deliberadas, de propaganda, de una estratagema para ocultar su verdadera naturaleza, pues estos “nuevos hombres” actúan y viven como todo lo contrario de lo que predican.
Este libro de cómo ser socialista es parte integral del proceso de ideologización que mantiene el gobierno chavista en escuelas y casas de estudio del país, su publicación y distribución es masiva, y quedará para la historia como testimonio de la burla permanente de estos revolucionarios de maletín.
El socialismo bolivariano chavista es la más absurda y patética versión del comunismo, leer este compendio de virtudes y ver lo que sus hombres y mujeres hacen con la vida y la dignidad del pueblo de Venezuela, solo provoca asco. - 

saulgodoy@gmail.com

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