viernes, 6 de septiembre de 2013

RUBÉN CONTRERAS, CON JACINTO CONVIT LA GUAYRA RATIFICA SER LA CUNA DE LA CIVILIDAD Y DE LA MEDICINA EN VENEZUELA

Muchos pueblos tienen él  orgullo de presentar un historial cargado de hechos significativos, por las diversas circunstancias acontecidas a lo largo de su historia y La Guayra, la ciudad amurallada como la llamó Luis Oscar Martínez,  o la que por sus calles empinadas orientan hacia el cielo, como las calles andaluzas, como la llamó Andrés Eloy Blanco, es rica por su diversidad procera, libertaria, científica y  cuna de la civilidad venezolana, como también la llamó el poeta cumanés.

Cada vez que leemos crónicas históricas, así como escritos relacionados con esa franja costera, encontramos nuevos elementos que nos alimentan para testimoniar la grandeza de su historia, y eso es lo que estamos haciendo hoy al pretender hacer un símil entre dos grandes hombres dedicados al estudio de la ciencia y de la civilidad, José María Vargas y Jacinto Convit.

Cuando nace José María Vargas en 1786, Venezuela va a sentir y vivir la grandeza de un hombre dedicado a hacer bien sin mirar a quien, estudioso para buscar la transformación de un  país rural, atrasado, en un país con sentido del orden y del progreso, con interés en la formación de sus ciudadanos por los estudios, como base para el desarrollo de la civilidad y la democracia. Uno de los  grandes homenajes que le dedicó el estado venezolano, a ese guayreño de excepción, fue declarar como fecha del día del médico en Venezuela, el día de su nacimiento el 10 de marzo, cuestión que ostentan con orgullo los venezolanos en general.


Así como La Guayra parió a José María Vargas,  a casi un siglo después de la muerte de este, va a llegar a La Guayra, por los años de 1950, específicamente al lazareto ubicado en Cabo Blanco, en La parroquia Maiquetía, un médico bisoño cargado de sueños y expectativas y de ansias de trabajo por atender y curar a los enfermos que padecían una de las enfermedades más segregacionistas de toda la historia de la humanidad, como es la lepra.  

Ahí empezó a trabajar con el buril de su constancia el Dr.  Jacinto Convit, en el Leprocomio de Cabo Blanco, alternando con la UCV, en la cual mantuvo también su tenacidad investigativa en el Instituto de Medicina Tropical, buscándole una solución al problema que representaba dicha enfermedad. Así en ambas instituciones cada día que salía el sol, renovaba sus bríos y deseos, contagiando a sus  amigos y colegas acerca de la posibilidad de descubrir la cura, razón por la cual alimentaba también a los que padecían de dicha enfermedad a no desmayar y a dar la cara en los momentos difíciles, afrontando el riesgo de recibir  expresiones dudosas, de quienes no entendían de la tenacidad ni del optimismo del médico en el reto que asumía por el bien de la humanidad.

Esa tenacidad y convencimiento de sus estudios, permitió que en el propio Leprocomio de Cabo Blanco se instalase el laboratorio para estudiar los diferentes casos que presentaban los enfermos, cuestión que le alimentaba en su teoría acerca de la cura de la misma  y la búsqueda de los elementos que le proveyesen su razón existencial. Así fue que cuando el antiguo Leprocomio dio paso al progreso por la construcción del nuevo aeropuerto a partir de 1969, el gobierno decidió construir el Hospital Martín Vegas en La parroquia Catia la Mar, sector Ezequiel Zamora y allá fue el médico sanitarista cargado de sueños y saberes, con su compromiso benefactor.

En ese nuevo laboratorio, experimentó con las diversas especies de animales hasta conseguir al cachicamo, quien le va a producir la inmensa satisfacción de proveerle la medicina para la cura milagrosa, que prácticamente ha erradicado tan inogminiosa enfermedad de nuestro país, pero nos ha contado el Dr. Luis Guillermo Pilonieta, alumno del Dr. Convit, que solamente en la India se han curado 9 millones de enfermos, en Brasil 3 millones y en toda África, los curados superan los 15 millones, razón por la cual en esa diversidad de países, es visto prácticamente como un dios benefactor.

El 11 de septiembre de 2013, el Dr.  Jacinto Convit cumple sus primeros 100 años de vida, razón y motivo para que los venezolanos en general estemos orgullosos de tener con vida a tan excelso benefactor de la ciencia médica y para los guayreños, es otra satisfacción que se suma a la honra de nuestro epónimo José María Vargas, ya que si él fue el iniciador de los estudios médicos y sanitaristas en el país, ahora esta gloria se complementa con lo hecho por el Dr. Jacinto Convit, debido a que los espacios de la geografía guayreña fueron sede para que este nuevo redentor de la ciencia médica pudiese culminar su investigación, que ha puesto en alto la ciencia de la medicina y los estudios universitarios en ese campo.

Esto nos lleva a expresar que el Dr. Jacinto Convit es honra y orgullo de la ciencia médica y del gentilicio venezolano y guayreño en sí.

Rubén G. Contreras G. 
rubencontrerasg@gmail.com

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