Es
difícil encontrar a alguien que no quede extasiado al escuchar el dueto entre
Celine Dion y Andrea Bocelli en su magistral interpretación de la canción
titulada "The Prayer" (La plegaria u oración), hermosamente escrita
por David Foster y Carol Bayer Sager, objeto de varios premios, entre ellos un
Grammy, un Golden Globe y un Academy Award. Aunque no fui bendecida con el don
de la música, disfruto profundamente de ella.
Lograr escribir algo que inspire
a otros es maravilloso, pero lograr que esas letras se conviertan en música no
tiene igual. La música es medicina para el alma, un idioma universal capaz de
establecer lazos que enaltecen los sentimientos más profundos entre los seres
humanos.
Mis
dedos se mueven rápidamente en el teclado, las ideas se suceden una tras otra
en mi mente, los sentimientos afloran en mi corazón. Estoy escuchando a Andrea
Bocelli, me deleito en su música, de alguna manera misteriosa trabaja en mis
conexiones neuronales como creando un puente entre lo que pienso, lo que siento
y lo que anhelo.
Aunque
he escuchado esta canción cientos de veces, es hoy cuando decido traducirla en
su totalidad. Como un río que encuentra su cauce cada frase me lleva a mis
propios sentimientos, a mi propia oración. Como la música, la letra de "La
plegaria" es también universal. Sin embargo, la hago nuestra, la convierto
en un clamor expresado desde las entrañas de Venezuela a nuestro Señor.
Las
primeras palabras de esta oración son un ruego para que cada uno de nosotros
pueda ver a través de Dios, para que Él con sus ojos nos guarde en nuestro
camino. Entonces pienso: _ Si cada uno de nosotros pudiera ver a esta nación y
al hermano que tiene a su lado desde la perspectiva de Dios, el odio
desaparecería de en medio de nosotros. Con seguridad contaríamos con su cuidado
en nuestro caminar. Luego, al reconocer que nuestra ayuda viene de Dios, la
canción se convierte en un ruego para que seamos sabios en tiempos como éste;
para que ésta sea nuestra oración cuando el futuro sea incierto, cuando hayamos
perdido nuestro rumbo.
Mientras
todos los instrumentos se convierten en un sonido único y armónico, me imagino
que la música es como un hermoso caballo que galopa en la sabana llevando sobre
sus lomos las voces de estos dos grandes talentos, que en esta hora toman de la
mano mi pensamiento y lo elevan al cielo. Las siguientes líneas nos conducen a
la petición de ser guiados a través de la gracia de Dios a un lugar donde
podamos estar seguros. Entonces, recuerdo al salmista al expresar que en medio
de la angustia su corazón estaba confiado solo en Dios. ¡Estar en sus manos es
el lugar más seguro para cada uno de nosotros!
La
siguiente estrofa se despliega ante mí como una de esas noches plena de
estrellas en algún hermoso lugar de nuestra geografía nacional. Mientras los
violines parecieran besarme suavemente, la canción es una petición para que
podamos encontrar la luz de Dios; más allá, para que seamos capaces de
mantenerla en nuestros corazones. Es un ruego para que cada noche cuando las
estrellas aparezcan en el firmamento sea un recordatorio, para todos, del lugar
donde está Dios. Una oración para que la luz de Dios en nuestros corazones
ilumine las sombras que llenan nuestros días.
De
nuevo, la petición es por la guía de Dios a través de su gracia. Esta vez,
añade la fe como el ingrediente faltante para poder vivir seguros. Pienso, la
fe consiste en la certeza de creer que Él existe, de creer que es capaz de
bendecir a los que le buscan. A continuación, el clímax de La plegaria se
expresa en estas dos voces que se unen como en un coro en la belleza de dos
lenguas, para pedir por un mundo de justicia y esperanza, para rogar que cada
corazón herido pueda ser sanado, para que todos podamos tocar a Dios, para que
podamos alcanzar el cielo.
La
última estrofa expresa el deseo por una vida buena para todos, por el cuidado
de Dios para cada uno. Agrega la esperanza de que cada alma pueda encontrar
otra alma a la cual amar. Que esta sea nuestra oración, que como niños que
necesitan encontrar su lugar en el mundo, todos podamos ser guiados a través de
Su gracia y de nuestra fe para estar a
salvo, para estar seguros. Me conmuevo dentro de mí, mientras la flauta y el
piano me acarician el alma. ¡Este es el anhelo de millares en Venezuela! Que
este anhelo se convierta en oración. Que cada uno eleve su petición sin olvidar
mantener Su luz en el corazón, sin olvidar que somos instrumentos de Su amor.
"Otra
vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de
cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos,
porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos".
Mateo
18:19-20
Nota:
Para escuchar la canción ir a: http://www.youtube.com/watch?v=cjNfkbQr5zc
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
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