lunes, 23 de septiembre de 2013

ROSALÍA MOROS DE BORREGALES, LA PLEGARIA

Es difícil encontrar a alguien que no quede extasiado al escuchar el dueto entre Celine Dion y Andrea Bocelli en su magistral interpretación de la canción titulada "The Prayer" (La plegaria u oración), hermosamente escrita por David Foster y Carol Bayer Sager, objeto de varios premios, entre ellos un Grammy, un Golden Globe y un Academy Award. Aunque no fui bendecida con el don de la música, disfruto profundamente de ella. 

Lograr escribir algo que inspire a otros es maravilloso, pero lograr que esas letras se conviertan en música no tiene igual. La música es medicina para el alma, un idioma universal capaz de establecer lazos que enaltecen los sentimientos más profundos entre los seres humanos.

Mis dedos se mueven rápidamente en el teclado, las ideas se suceden una tras otra en mi mente, los sentimientos afloran en mi corazón. Estoy escuchando a Andrea Bocelli, me deleito en su música, de alguna manera misteriosa trabaja en mis conexiones neuronales como creando un puente entre lo que pienso, lo que siento y lo que anhelo.

Aunque he escuchado esta canción cientos de veces, es hoy cuando decido traducirla en su totalidad. Como un río que encuentra su cauce cada frase me lleva a mis propios sentimientos, a mi propia oración. Como la música, la letra de "La plegaria" es también universal. Sin embargo, la hago nuestra, la convierto en un clamor expresado desde las entrañas de Venezuela a nuestro Señor.

Las primeras palabras de esta oración son un ruego para que cada uno de nosotros pueda ver a través de Dios, para que Él con sus ojos nos guarde en nuestro camino. Entonces pienso: _ Si cada uno de nosotros pudiera ver a esta nación y al hermano que tiene a su lado desde la perspectiva de Dios, el odio desaparecería de en medio de nosotros. Con seguridad contaríamos con su cuidado en nuestro caminar. Luego, al reconocer que nuestra ayuda viene de Dios, la canción se convierte en un ruego para que seamos sabios en tiempos como éste; para que ésta sea nuestra oración cuando el futuro sea incierto, cuando hayamos perdido nuestro rumbo.

Mientras todos los instrumentos se convierten en un sonido único y armónico, me imagino que la música es como un hermoso caballo que galopa en la sabana llevando sobre sus lomos las voces de estos dos grandes talentos, que en esta hora toman de la mano mi pensamiento y lo elevan al cielo. Las siguientes líneas nos conducen a la petición de ser guiados a través de la gracia de Dios a un lugar donde podamos estar seguros. Entonces, recuerdo al salmista al expresar que en medio de la angustia su corazón estaba confiado solo en Dios. ¡Estar en sus manos es el lugar más seguro para cada uno de nosotros!

La siguiente estrofa se despliega ante mí como una de esas noches plena de estrellas en algún hermoso lugar de nuestra geografía nacional. Mientras los violines parecieran besarme suavemente, la canción es una petición para que podamos encontrar la luz de Dios; más allá, para que seamos capaces de mantenerla en nuestros corazones. Es un ruego para que cada noche cuando las estrellas aparezcan en el firmamento sea un recordatorio, para todos, del lugar donde está Dios. Una oración para que la luz de Dios en nuestros corazones ilumine las sombras que llenan nuestros días.

De nuevo, la petición es por la guía de Dios a través de su gracia. Esta vez, añade la fe como el ingrediente faltante para poder vivir seguros. Pienso, la fe consiste en la certeza de creer que Él existe, de creer que es capaz de bendecir a los que le buscan. A continuación, el clímax de La plegaria se expresa en estas dos voces que se unen como en un coro en la belleza de dos lenguas, para pedir por un mundo de justicia y esperanza, para rogar que cada corazón herido pueda ser sanado, para que todos podamos tocar a Dios, para que podamos alcanzar el cielo.

La última estrofa expresa el deseo por una vida buena para todos, por el cuidado de Dios para cada uno. Agrega la esperanza de que cada alma pueda encontrar otra alma a la cual amar. Que esta sea nuestra oración, que como niños que necesitan encontrar su lugar en el mundo, todos podamos ser guiados a través de Su gracia y de nuestra fe  para estar a salvo, para estar seguros. Me conmuevo dentro de mí, mientras la flauta y el piano me acarician el alma. ¡Este es el anhelo de millares en Venezuela! Que este anhelo se convierta en oración. Que cada uno eleve su petición sin olvidar mantener Su luz en el corazón, sin olvidar que somos instrumentos de Su amor.

"Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Mateo 18:19-20

Nota: Para escuchar la canción ir a: http://www.youtube.com/watch?v=cjNfkbQr5zc

rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB

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