martes, 10 de septiembre de 2013

LEONARDO MORALES P., Y SI SE “APAGA” EL ESTADO

La corrupción ha adquirido unas dimensiones que solo con la actuación coordinada de todos los poderes del estado será posible combatirlo. Esto de por sí representa una gran dificultad como consecuencia del consentimiento que, de tales prácticas, se estimula desde las altas esferas del poder. 
Esta presunción conduce a graves consecuencias de acuerdo a la opinión del destacado jurista español Baltazar Garzón, quien en el prólogo del reciente libro de Carlos Tablante y Marcos Tarre, Estado delincuente, señala: “La permisividad por parte de un Estado en la expansión del fenómeno o la connivencia con el mismo pueden suponer a medio y largo plazo la desaparición del propio Estado o el riesgo de una inseguridad generalizada que acabe con la sociedad y la convivencia democrática.”
Maduro cree que acabar con la corrupción es algo tan simple como anunciarlo. No es que unos imberbes funcionarios se aprovechan de su posición de burócratas para lucrarse ilícitamente. Tal como lo advierten Garzón, Tablante y Tarre, se trata de toda una estructura que ha logrado desde posiciones en la estructura del Estado como conexiones internacionales. Dicho de otra manera, el enfrentamiento a la corrupción debe ser asumida con una visión que incorpora tanto lo local como lo global.
La corrupción que se practica no es amateur, se trata de redes que adquieren una dimensión y especialización que implantan sus prácticas y métodos en toda la estructura del sistema político. Será que Maduro lo imagina o lo ve a diario en Miraflores y en el Poder Judicial; en las instituciones financieras con sede en el país pero también allende los mares. Vestidos de civiles al igual que elegantemente uniformados. Quién sabe.
Recientemente una buena parte del país quedó sin el servicio de energía eléctrica. Ni siquiera Caracas, la siempre protegida frente a esos avatares quedó exenta. ¡Golpe eléctrico! ¡Sabotaje! Fueron las expresiones del alto mando madurista, siguiendo el ya inverosímil guion isleño.
Valdría la pena que Maduro lanzará esta otra expresión: ¡La corrupción! Sí, la corrupción como culpable de la crisis que desde hace tiempo afecta al sistema eléctrico del país. Cuánto se ha destinado en dólares para superar la crisis, acaso se invirtió, dónde. No habrá algún interesado o varios en que se destinen, de nuevo, extraordinarias sumas de dinero para solucionar lo que antes dejaron sin atender. Estas y seguramente muchas otras interrogantes debería el gobierno responder a todos los venezolanos que diariamente se ven afectados por un servicio que lejos de mejorar empeora.
La corrupción como fenómeno policéfalo no puede ser combatido adoptando posiciones ideológicas. Como se dice en el Estado delincuente: “No hay diferenciación, no hay colores ni ideología, para dar paso a las negociaciones ilícitas que impone la ambición del dinero.” Si Maduro quiere enfrentar la corrupción tal como lo anunció debería convocar a un acuerdo nacional de todos los sectores de la sociedad venezolana. Un acuerdo que promueva el gobierno con los partidos -en plural, los partidos-, la Iglesia, los poderes públicos, los gremios profesionales, empresariales y de trabajadores. En fin, con todos aquellos que crean poder aportar en este objetivo.
Para este propósito, Sr. Maduro, no necesita pedir permiso. La tiene fácil. Si ante el “apagón” de hace unos días lo alarmó y rodeó Miraflores de tanquetas y efectivos militares, imagine, por un instante, que se le “apague” el Estado.
@leomoralesP

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