jueves, 26 de septiembre de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, ¿CÓMO PERDER LA DEMOCRACIA?

En ocasión a la conmemoración del 40 aniversario del derrocamiento del presidente Salvador Allende,  se ha planteado en Chile un debate fundamental sobre  los males de la dictadura militar y la pérdida de la democracia en un país que hasta entonces detentaba una significativa tradición civilista e institucional de más de 160 años.

El Presidente del Senado, Jorge Pizarro ha señalado que: "Desde una perspectiva republicana, no queda más que exigir y exigirnos, como clase política, que todos los sectores adoptemos una mirada crítica y de condena a la dictadura que se gestó como solución a las fallas de la democracia...". Por otra parte, el presidente de la República, Sebastián Piñera, advirtió con perspectiva histórica el dilema entre: "reincidir en los mismos errores que nos llevaron a la destrucción de la democracia o, por el contrario, aprender de esos errores y no repetirlos más".

El golpe militar fue el resultado de factores complejos que deben ser analizados con rigor: Se le atribuye a la derecha chilena, a la injerencia de la política norteamericana y a la deslealtad militar la responsabilidad por el derrocamiento. Al mismo tiempo, se señalan como elementos propiciatorios de la crisis la errada conducta del presidente Allende y su gobierno, la acción del comunismo internacional y de partidos de izquierda que contribuyeron a la agitación y polarización política, al deterioro social y económico, a la instrumentación forzosa del marxismo-leninismo, que pretendió modificar arbitrariamente las bases esenciales del Estado y del régimen político.

A escasos meses del acontecimiento y en respuesta a las acusaciones formuladas contra la democracia cristiana chilena por la caída del gobierno de Allende, el Presidente Eduardo Frei Montalva, le atribuyó en noviembre de 1973: "la responsabilidad íntegra de esta situación...al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país", en virtud de que: "trataron de manera implacable de imponer un modelo de sociedad inspirado claramente en el marxismo-leninismo".

La ausencia de un consenso nacional a favor de la sustitución del modelo democrático existente por la instauración de un régimen comunista cuyo fin último era el establecimiento de la "dictadura del proletariado", fue advertida por Frei como uno de los mayores errores del gobierno de Allende, que había alcanzado la presidencia con un 36% de los votos, no había obtenido la mayoría en el Congreso y había perdido numerosas elecciones en organizaciones vecinales, en los gremios profesionales y en los sindicatos más importantes del país. Igualmente, señalaba que: "aplicaron torcidamente las leyes o las atropellaron abiertamente, desconociendo a los Tribunales de Justicia"; "Cada vez que perdían una elección en las organizaciones sindicales y campesinas o estudiantiles desconocían el hecho y creaban una organización paralela afecta al gobierno"; "llegaron a plantear la sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y la creación de Tribunales Populares"; "asimismo, transformar todo el sistema educacional, basado en un proceso de concientización marxista".

La Iglesia Católica, los partidos democráticos, la Corte Suprema de Justicia, el Parlamento que: "continuamente reclamó durante tres años la violación de las leyes y el atropello al Derecho, sin ser oído", la Contraloría General de la República, el Colegio de Abogados, el Colegio de Médicos e inclusive el Partido Radical de Izquierda, denunciaron, tal y cómo apuntaba Frei, la apremiante situación de país.

Hoy distintos exfuncionarios y asesores del gobierno del presidente Allende reconocen los efectos negativos de la falta de diálogo político, del extremismo de las acciones revolucionarias, del deterioro progresivo de la situación económica,  de las pérdidas y los errados manejos en las empresas estatales, de la toma compulsiva de las industrias y del enfrentamiento institucional y partidista, como parte de los errores políticos en ese tiempo, que desestabilizó al gobierno, dividió la sociedad e introdujo al país en una etapa histórica y política a la cual ningún sector desea ahora regresar.

"Creo que los errores estuvieron más del lado del Partido Socialista, donde muchos de sus miembros pecaron de soberbia y pensaban que se podía avanzar sin transigir", "el PS y la extrema izquierda se equivocaron", ha afirmado la senadora Isabel Allende, al mismo tiempo que reivindica la figura de su padre, quien prefirió morir en defensa de su dignidad histórica y de la institucionalidad democrática de su gobierno.

Si no se entiende la democracia como pluralidad, convivencia, libertades y derechos, reconocimiento de intereses legítimos, equilibrio de las instituciones y justicia social, se pierde la misma, junto la paz y la República, y se extravían los países por caminos de los cuales resulta muy difícil regresar. Chile está aprendiendo esa crucial y definitiva lección histórica.

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