viernes, 6 de septiembre de 2013

FORTUNATO GONZÁLEZ CRUZ, LA POLILLA DE "VENEZUELA", POR LA CALLE REAL

Mi hermano gemelo tiene en su casa de La Quebrada una hermosa mujer tallada en un tronco de pino, obra de Dimas, un artista de La Mesa de Esnujaque. 

Se trata de un altorelieve que muestra la belleza de una campesina de cuerpo proporcionado y rostro con una expresión de serena angustia. La llamó “Venezuela”. A la talla le cayó polilla que ya destruyó parte de una pierna y la tiene cundida de agujeritos. El poco peso revela que por dentro ha perdido madera. Ha sido tratada con diversos productos pero la polilla sigue depredándola.

Conversaba con Francisco sobre el saqueo al Centro de Historia de Trujillo, perpetrado por un colectivo de ignorantes que creen haber reescrito la historia trujillana a partir de lucubraciones personales, observaba la talla que aún conserva su belleza, pero carcomida por fuera y por dentro por un mal que no ha sido posible curar. Recorremos los campos de la infancia y en cualquier casa nos reciben con una taza de café recién colado. Se cultiva hasta en las laderas más empinadas que ofrecen generosas su increíble fertilidad. 

Me pregunto cómo se sostiene la yunta de bueyes en aquellos precipicios. Aquí el tema político se ve: Una que otra casa conserva un afiche de Capriles o de Maduro, las vías son trochas intransitables,  montones de arena esperando un cemento que no llega, cualquiera  tala el bosque y no hay autoridad ambiental, el pueblo destruido porque no hay autoridad urbanística. Aquí también hay boliburgueses que alardean de su dinero mal habido. A pesar de todo, en el paisaje destaca el trabajo honrado porque es lo que los quebradeños hacen desde siempre. Pero allí, en aquellos lejanos parajes, como a “Venezuela”, como a Trujillo y como a todo el país, ataca la más voraz de las polillas.

El grupito que saqueó el Centro de Historia de Trujillo es una reproducción en pequeño del que saquea a Trujillo y al país, responsable de la carcoma que lo mantiene en el atraso pese al esfuerzo de su gente. Porque los muchachos van a la escuela, los campesinos a su barbecho, los trabajadores a sus lugares de trabajo: es buena la madera con la que está hecha el venezolano; pero la escuela imparte muy mala educación, la infraestructura productiva está destruida, los productos básicos no se consiguen y sobre todo hay desafueros, mala educación, conductas insociables gracias a la polilla de maleducados, altaneros y ladrones que nos ha caído como una maldición.

Fortunato González Cruz 
morochodos@gmail.com

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