El
régimen no ha entendido que inscribir a Bolívar sobre todo, en todo y por todo,
por desbordar su presencia pictórica e ideológica, no significa concienciar su
valor e importancia como el gran hombre, el pensador eximio o el líder excelso.
¿BOLIVARIANIZACIÓN?
En
verdad, no es muy difícil intentar una reflexión que busque indagar lo que el
régimen ha pretendido en torno al pensamiento de Bolívar. Más, cuando al margen
de los preceptos constitucionales comienza a desarreglarse la institucionalidad
del sistema político democrático con la patraña del socialismo del siglo XXI.
Cualquier forma de introducir tan candente tema, necesariamente pasa por
consideraciones que igualmente requieren de un meticuloso análisis. Y aún
cuando estas líneas tienen las limitaciones propias del espacio periodístico,
es posible esbozar algunos aspectos que vinculan con el problema propuesto.
En
principio es importante tratar lo que ha significado la figura de Simón Bolívar
para amalgamar el sentimiento nacional con base en una historia forjada por
valores encarnados en distintos héroes que bien consolidaron procesos políticos
de los cuales se depararon oportunidades que sirvieron para fijar proyectos
nacionales o regionales en el menor tiempo posible. Bolívar, por supuesto, fue
uno de ellos. Sin embargo, el problema que ha representado el uso y abuso de su
iconografía, tanto como de su ideario, se ha prestado para encarecer momentos
que, a su vez, han sido aprovechados a favor de causas político–ideológicas que
han desvirtuado el sentido de la historia. Sobre todo, cuando tales
pretensiones se han visto asistidas o manipuladas por la intervención
historiográfica ideológica de la historia. Es decir, por mutación no sólo de su
imagen, sino también de su pensamiento lo que ha obligado a reconfigurar o
reescribir la historia con el malsano propósito de acomodar el discurso
bolivariano a los intereses de la engreída revolución que aduce el régimen como
justificativo de su dominio ideológico.
Tan
perversa componenda ha devenido en una nueva simbología de la cual se ha
aprovechado el poder para hostigar a sus adversario mediante la inoculación del
miedo como recurso de control social, político y económico. La misma intención
es utilizada como estrategia educativa a los fines de moldear otra identidad y
otro ciudadano que, desde el adoctrinamiento político que perfilan los
programas escolares, tiende a convertir al niño en un “hombre nuevo capaz de
entregarse a una acción socio–política que despierte en cada individuo
actitudes y aptitudes revolucionarias que calcen con los objetivos de un
socialismo renovado”. (Del Plan Socialista de la Nación)
El
problema de remantización o de transformación de la apología que se ha
construido alrededor del Libertador o de fechas histórico–políticas, ha sido la
causa para reescribir la historia lo cual tiene a muchos venezolanos
profundamente preocupados. Sobre todo, al acusar la imposición de un
bolivarianismo exacerbado que ocupa ya casi todos los espacios sociales y
culturales lo cual luce desagradable y desmedido frente a toda consideración.
Pareciera haber convertido a Bolívar en ordinaria muletilla utilizada como
simple soporte de un discurso engañador por su condición misma de
populachérico.
Tal
ha sido el nivel de uso y abuso del iconográfico bolivariano, que ha caído en
una especie de limbo conceptual. O peor aún, en un terreno copado por
imprecisiones, indecisiones o carencias. A casi todo aquello que califica de
insuficiente por el bajo nivel de calidad que ostenta, le dicen “bolivariano”
lo cual es aberrante por cuanto es indicativo de la polarización o equivocada
contracción a la que se ha llegado en el
país. El régimen no ha entendido que inscribir a Bolívar sobre todo, en todo y
por todo, por desbordar su presencia pictórica e ideológica, no significa
concienciar su valor e importancia como el gran hombre, el pensador eximio o el
líder excelso. Por tan discordante razón que en poco ha infundido resultados
magnánimos propios de la vida y obra del Libertador, todo se redujo a una
injusta bolivarianización.
VENTANA
DE PAPEL
¿CÓMO
VER A BOLÍVAR?
BOLÍVAR DE GUAMA, DE CIVIL |
Bolívar
hombre, no es diferente de cualquier individuo que viva sus días sujeto a las
necesidades que marca el comportamiento biológico de todo ser humano. La
diferencia estriba cuando quiere verse a Bolívar desde la dimensión política,
moral y militar que caracterizó su vida. He ahí la particularidad. Aunque
resulta profundamente lamentable el manejo que el régimen ha hecho de su
recuerdo. El arribo de Hugo Chávez al poder, en 1999, es factor determinante en
el uso y abuso de la imagen e ideario de Bolívar. No sólo se aprovechó del
puesto que ocupa en la historia patria para jugar con la figura de un héroe a
quien mitificó en perjuicio de un sentimiento nacional que concebía a Bolívar
según una historiografía relativamente equilibrada y consensuada.
El
régimen se valió del poder amenazador y de actitudes ofensivas para apropiarse
de Bolívar. Para ello lo han asociado con una parcialidad política determinada
lo que ha devenido en desvirtuar esquemas históricos utilizando patrones
metodológicos desviados y por tanto ajenos al devenir político contemporáneo.
Este comportamiento estimuló que algunos, al manifestar su rechazo hacia los
actuales gobernantes, alimentaran cierto repudio a la figura de Bolívar lo cual
provocó a ver decrecida la condición histórica del Libertador (historicismo)
así como a creer que sólo el presente es importante (presentismo histórico).
En
consecuencia, este culto equivocado a Bolívar hizo que el país se descarnara
para lograr la instalación de un estado de bienestar que nunca se alcanzó.
Por
el contrario, Venezuela pasó a ser un país conflictivo y cercenado toda vez que
el régimen ha buscado establecer una actitud religiosa y acrítica ante Bolívar.
Pero sucede que mientras el régimen asume por un lado a Bolívar como su razón
político-ideológica, del otro lado lo contradice al poner en práctica la
intolerancia, el autoritarismo y el desarreglo de la democracia para darle paso
a su proyecto hegemónico.
Realmente está ciego ante un Bolívar que exaltó
libertades, justicia y moralidad. No
obstante, ante estas contradicciones, el problema sigue siendo ¿cómo ver a
Bolívar?
SIN
MÉDICOS Y SIN NADA
“¿Qué
culpa tiene la estaca, si el sapo salta y se estaca?” Con tan popular aforismo
que hiciera popular el músico y compositor mexicano Chico Che, pueden figurarse
realidades en las que siempre se inculpa a otro de cualquier problema.
Ante la
precaria situación de los hospitales en relación con la fuga de médicos
egresados de universidades autónomas venezolanas, la culpa es del capitalismo.
Así lo afirma absurdamente la ministro de Salud, Isabel Iturria. Como si acaso
el socialismo fuera promisorio de situaciones mejores. La funcionaria pareciera
desconocer que su juicio cae en “saco roto” pues, de cualquier manera, el
susodicho problema da cuenta de lo ineficaz y deficiente que ha sido la
presente gestión gubernamental para ordenar el desorden que ha permitido en
toda sus expresiones. O será que Itturria no ha escuchado que quien culpa
indebidamente a otros de no conseguir sus metas, es un franco mediocre.
Achacarle
la culpa al capitalismo de la fuga de médicos, es atreverse a revelar la
ignorancia que tiene de la situación que envuelve al problema. O será que para
evitar disculparse de las barrabasadas que siguen cometiéndose en nombre de la
dichosa revolución, la ministro Iturria piensa lo que aducía Concepción Arenal
Ponte, escritora española, de que “cuando la culpa es de todos, la culpa no es
de nadie”.
Lo que sí a nadie puede cuestionarse, es su derecho a vivir mejor. Y
es que vivir con la comodidad de quien con suma legitimidad ha de merecerse
algo más, requiere naturalmente de recursos. Y esos recursos, han dejado de
ingresar al bolsillo de los venezolanos. Igualmente, al Tesoro Nacional al
dilapidarlos en gastos incitados por la desvergonzada corrupción y otros
dirigidos a mitigar penurias ajenas toda vez que para el régimen sopesan más
intereses políticos internacionales, que necesidades nacionales clamadas por el
mismo pueblo que lo apoyó para mantenerse en el poder.
Ante
tan patética declaración, sin que convenza a alguien con un mínimo de sensatez,
esta alta funcionario debería presentar su renuncia, y muchos otros también, por
cuanto no sólo puso al descubierto su inexperiencia y olfato político, sino que
además dejó ver la desfachatez de la que se vale el régimen alcahuete para
justificar sus fechorías. De seguir el país transitando por tan áspera vereda,
el futuro se presentará sin mayores oportunidades. Será tierra fértil para
medias tintas, brujos, maleteros y ramilleteros egresados de las aulas
socialistas. Posiblemente, sin médicos y sin nada.
“Las libertades se forjan no tanto al vivir sin restricción e impedimento alguno.Se construyen y consolidan cuando se tiene conciencia del sentido de ciudadanía que se alcanza cuando se respeta la democracia. O sea, el pluralismo político y los valores trascendentales del Hombre” AJM
antoniomonagas@gmail.com
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