La salida en avalancha de Globovisión de sus
anclas y fundadores, - periodistas, productores, investigadores- y las razones que acompañan
su decisión, definió claramente la tendencia por la que marcha el canal: en
poco tiempo será una pieza más del vasto aparato comunicacional hegemónico
montado por el tándem castro-chavista para tratar de imponer la visión y preservar el poder de la claque dominante.
Sin embargo, como advierte el editorial de Analítica del 21 de agosto, el severo control comunicacional, la autocensura y la propaganda compulsiva, no les ha servido a Maduro para mejorar su maltratada imagen, ni a su precario gobierno para consolidarse. Gobierno y Presidente siguen siendo endebles, sin atractivo popular, sostenidos por una claque militar enriquecida y corrupta y por los socios cubanos, adueñados de esta postrada colonia. Moraleja: la legitimidad y popularidad de un régimen necesitan de medios de comunicación eficaces, axioma establecido por Joseph Goebbels, pero no basta con poseerlos; se necesita que la gestión del gobierno sea exitosa para que la propaganda, la exageración y la mentira, prosperen. Precisamente este componente le falta al gobiernito de Maduro. Los éxitos no se palpan y por esa razón la erosión no se detiene, a pesar de dominar casi todo el espectro televisivo y gran parte del conformado por las ondas hertzianas.
En esta carencia hay que enfocarse para calibrar en su justa medida la pérdida de Globovisión. No hay duda de que se trata de un golpe doloroso. El canal de La Florida fue un instrumento esencial de la resistencia numancina librada por los venezolanos para impedir que en el país se impusiera una dictadura totalitaria como la cubana. Globo no fue un canal neutral en el sentido asexuado del término. En Venezuela no tiene cabida la neutralidad valorativa. Invocarla es un ardid de los pusilánimes y los agentes encubiertos del régimen. No se puede ser imparcial ante un proyecto deliberado de destrucción de la democracia y la república como el que se puso en marcha en 1999. Habría sido una tremenda irresponsabilidad haber pretendido ser “químicamente puro” ante el comportamiento de una clase gobernante dispuesta a “refundar la República” a partir de la demolición de las instituciones democráticas, la imposición de un pensamiento único y la abolición de cualquier forma de independencia de las instituciones del Estado y de las organizaciones de la sociedad civil. Globovisión se cuadró con la defensa de la libertad de información, expresión, comunicación y pensamiento, valores pertenecientes a la cultura occidental, que dieron origen a la democracia moderna y a la lucha contra el poder omnímodo encarnado por los monarcas absolutistas. Entre la oposición democrática y Globovisión se formó una alianza natural porque hubo coincidencia de valores e intereses. Ambas defendían principios similares.
Esta
coalición se fracturó. Globo será, en el mejor de los casos, el lado menos
agresivo, o más amable, de VTV. Será una planta descafeinada, cuyo propósito
residirá en hacer más potable la tragedia que vivimos. La defensa de los
principios intrínsecos a la libertad, la democracia y la República en el plano
de la comunicación, ya no serán su preocupación.
Este duelo hay que elaborarlo y superarlo por doloroso que sea. Hasta ahora la oposición tuvo la fortuna de contar con esa poderosa imagen y voz. A partir de este momento debe reinventarse e innovar para que el duelo no se eternice.
@trinomarquezc
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