viernes, 16 de agosto de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL ESPEJISMO DE LA GUERRA ASIMÉTRICA


Acabo de leer el libro del Teniente Coronel Reinaldo Centeno Mena titulado Guerra Asimétrica, Política y Arte Militar, publicado en el 2007. No voy a ahondar mucho en esta obra de deficiente factura y ínfima conceptualización; si ese es el sostén teórico de esa tesis chavista para la defensa del país, como en todo lo que hacen, les espera una derrota, no tanto en los aspectos operativos, que por demás son vagos e insustanciales, sino porque nunca van a poder arrancar una confrontación como la que proponen.

Según esta obra, la Guerra Asimétrica es otro nombre para la guerra de resistencia; parte del supuesto de que un país imperialista, con una enorme fuerza militar convencional, invade el país débil, víctima, agredido, pequeño, inferior, en desventaja, y no para en adjetivar y poner en minusvalía al país invadido que, según esta doctrina, puede revertir la guerra a su favor siguiendo la receta mágica que se da en estas páginas.

El pastiche de ideas es tremendo. Es lo que sucede cuando, sin ningún tipo de mesura, interviene el aspecto ideológico, tratando de explicar escenarios políticos- bélicos. Centeno Mena confunde ambos ámbitos y mal utiliza normas del derecho internacional para la resolución de conflictos, con el objeto de  hacer ver a un país invasor que debe respetar las reglas de engagement , mientras al Estado víctima le está permitido todo, incluso el uso de armas atómicas, biológicas y otros subterfugios, entre ellos el terrorismo, debido a que su situación es de legítima defensa.

Varias veces insiste en diferenciar la guerra irregular y de guerrillas con la guerra asimétrica, pero no logra concretar el concepto. Involucrar a la población civil entre los beligerantes; en su fantasía de guerra asimétrica, todo el pueblo se alza en armas para hacerle la vida imposible al invasor, sin tomar en cuenta la unidad y popularidad del régimen del Estado víctima, ni se le pasa por la cabeza que una  buena parte de la población pudiera sentirse oprimida por su propio gobierno y responda de manera contraria, recibiendo al invasor como liberador, como ha sucedido muchas veces en la historia.

Presupone, de una manera muy ingenua, que el ejército invasor se   atendrá a los cánones de la guerra regular, que nunca explica - parece ignorar que no hay nada regular en una guerra, excepto querer ganarla; expone un escenario en que, mientras el Estado víctima se solaza en: “acciones de combate ejecutadas por una fuerza inferior que evade el combate resuelto con un adversario superior y signadas por el secreto, el espíritu ofensivo, la sorpresa, el sigilo, la rapidez y la contundencia, intentando causar el mayor daño al enemigo o a sus instalaciones importantes, para destruirlo o debilitarlo progresivamente, mermando su poder físico y su fuerza intangible como su moral y su espíritu de lucha, entre otros”, el Estado invasor se queda con los brazos cruzados, asombrado de tanto arrojo y sagacidad.

La guerra de guerrillas es tan vieja como la opresión y las ansias de libertad; llamarla ahora guerra asimétrica me parece sospechoso, más aún cuando se empantana con el concepto de Guerra de Cuarta Generación. El autor recurre a una clasificación que hace nada menos que un Marine norteamericano, y que Centeno Mena mal entendió, pues habla de las FARC, de AlQaeda, del Hezbola, Hamas y todos esos terroristas que a Chávez le encantaba elogiar, contradiciendo su idea de que una Guerra Asimétrica es un conflicto entre dos Estados.

Cuando aborda algunos de sus enjundiosos consejos militares para la resistencia, éstos no pasan de asignarles nombre a las unidades operativas, de la aplicación de una política de descentralización, de una logística en pequeña escala y otra serie de generalidades que causan hilaridad; ni siquiera se molesta en mencionar el aspecto tecnológico y de inteligencia, con que cuentan los ejércitos imperialistas invasores, que harían de la resistencia algo muy pero muy difícil.

Creo que se trata de una generación de militares que no han estudiado muy bien el caso de Vietnam o la resistencia en Afganistán, dos ejemplos de guerra irregular exitosa de unos pueblos con verdadera tradición guerrera, en territorios de difícil acceso y en condiciones geopolíticas adversas. El error está en creer que se trata, no de casos específicos, sino de modelos que se pueden copiar.

Si esa es la idea de Guerra Asimétrica, debo decirles a los amigos chavistas que los estafaron, que no tienen plan “B”; la guerra de Cuarta Generación es un mal chiste y si las academias militares están estudiando esta hipótesis, en estos términos, están perdiendo miserablemente el tiempo y nuestro dinero.

saulgodoy@gmail.com



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