Cualquier decisión
negativa para la vida de los ciudadanos que
dependa del Poder Público Legislativo en un país como Venezuela con una clase
política con mayoría tan corrompida, tal aprobación no constituye problema
alguno.
Aunque resulte vergonzoso, es bien sabido que llegado el ejemplo, el mismo no responde al texto constitucional, ni mucho menos a valores o principios éticos, sino a las necesidades u apetencias personales de cualquier vendido o a un grupo intelectual eunuco y servil que responde ciegamente a un mandato de orden politiquero.
Aunque resulte vergonzoso, es bien sabido que llegado el ejemplo, el mismo no responde al texto constitucional, ni mucho menos a valores o principios éticos, sino a las necesidades u apetencias personales de cualquier vendido o a un grupo intelectual eunuco y servil que responde ciegamente a un mandato de orden politiquero.
Similar ecuación es
aplicable a todos los demás Poderes, incluido el más hegemónico en estas
prácticas, el Poder que desde el Gobierno, ejerce el Ejecutivo.
Por eso cuando leo a escribidores
tratando de establecer comparaciones
ejemplarizantes hacia el pueblo venezolano con lo sucedido en las
primarias de Argentina o sobre las “posibles dificultades” que el oficialismo
confronta para aprobar a Maduro una Habilitante porque les falta un voto para
completar la mayoría, no puedo evitar
una sonrisa mordaz y socarrona.
Creo que a estas alturas del
partido, donde todo si no está reventado se encuentra a punto de reventar,
estas actitudes pueriles e ingenuas son parte importante de este desparrame
colectivo o reventón en ciernes.
En Argentina donde el voto
es manual y luego se cuentan una a una todas las papeletas en menos de 24
horas, no puede ser igual ni comparable una elección parlamentaria con la de un
País en el que el sufragio secreto y universal es teledirigido tecnológicamente desde una sala
situacional en la que él árbitro está totalmente parcializado. Y pensar en
contabilidades difíciles para completar un número que nunca ha sido ni será
para este tipo de régimen dificultad alguna para atropellar la Ley y el orden
constitucional en su empeño de hacer y por hacer lo que le viene en gana, es
una pendejada.
Lo que está a la vista no
necesita anteojos. El deterioro de la moral republicana está en el suelo.
Señores por favor, denle asistencia.
Lorenzo García Tamayo
lorenzogarciatamayo@hotmail.com
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