jueves, 8 de agosto de 2013

LEANDRO AREA, LOS TIEMPOS DE LA RELACIÓN COLOMBO-VENEZOLANA

Los seres humanos recurrimos a fechas para ordenar el transcurrir de nuestras existencias. Con los países ocurre lo mismo y lo que nos instala en nuestra relación con otras naciones suele ser también el signo de la fecha y su significado. En nuestro contacto con Colombia es así y nuestra historia ha sido tradicionalmente narrada a partir de fechas trascendentes pero en abstracto.

Hay quienes más bien prefieren y se orientan por la geografía de nuestros ríos, valles y montañas. Hay los que eligen la inexactitud matemática de las coordenadas, los kilómetros, el  teodolito, los hitos fronterizos, las rectas geodésicas de una supuesta línea fronteriza que no es sino un trazo imaginario que separa lo inseparable. Las corrientes lo saben, los incendios, las epidemias, los mosquitos incluso.

Otros almidonados hablan de la hermandad eterna y suspiran melifluos, madre y padre comunes, sangre vertida junta por alcanzar un sueño. Además andan por ahí los fanáticos de los héroes, las batallas, las banderas flameando frente al enemigo. Otros aluden al enredo de nuestros orígenes que cual pecado original proviene supuestamente de la traición del “Hombre de la Leyes”, Francisco de Paula Santander, al “Libertador” Simón Bolívar. Otros apuntan hacia temas del despojo territorial, “herida abierta” al decir de Don Miguel Antonio Caro, como la que se asestó a través del Laudo Español de 1891, se concretó con el Laudo Suizo de 1922, y se formalizó impunemente con el Tratado de Límites de 1941.

Asimismo encontramos a los que se embelesan con lo económico y lo comercial, la balanza de pagos, el PTB, el PIB, las exportaciones, las aduanas, la vialidad para “la frontera más viva de América Latina”, como si eso explicara algo de la pobreza de ambos. Hay sofisticados que incluyen expresiones como “cultura, sociedad, tejido social” y otros primores sociológicos que darían para más en el largo obituario de nuestras ilustraciones. Sorprenden al público también cuando exclaman, con razón además, que Colombia es el único vecino continental de Venezuela con quien se comunica en español. (¿Será por eso mismo que desconfía tanto el uno del otro?)

Pero lo cierto es que a todas éstas, aún andamos en pañales en lo que se refiere a desatar el ovillo de nuestros desencuentros. ¿Tendrá algún sentido práctico hacerlo? La verdad sea dicha: Nunca hemos llegado a la guerra, librado un real enfrentamiento bélico, casi, ¡Alabado sea el Señor!, pero mire usted que hay quienes lo han querido y buscado, sino pregúntele a nuestras Fuerzas Armadas, de aquí y de allá, a algunos curas, de aquí y de allá y a otros vendedores de armas, ”perros de la guerra”, y demás intereses que no importa de dónde, que han pensado que sus negocios materiales, espirituales o geoestratégicos han estado a punto de caramelo por estas tierras del Arauca vibrador.

Más cerca residen los que prefieren el periódico, la radio, la televisión, el ruido barato y expedito del presente, la noticia: que si el relanzamiento de las relaciones, que la luz se volvió a hacer, que ahora sí, que la deuda se va a pagar, que “el pueblo unido jamás será vencido” aprovecha y vocifera un ocioso fuera de foco antes de que Maduro diga, sin que nadie le pregunte, que él no es colombiano, que lo que él si es, es Presidente, y que está  dizque pensando en el desarrollo fronterizo y la creación de no se qué comando estratégico que algún impertinente vernáculo, de aquí o de allá, calificará como acción revolucionaria de protección a la guerrilla colombiana que reposa del lado de acá.

En fin, de todo se oye en la viña del Señor. De esos humores, resquemores, rumores y relanzamientos permanentes no hemos salido aún y mire usted el agua que ha pasado debajo de los puentes que tanto faltan por esos tremedales. Como la luz, vuelvo a decir, que viene y que se va. No agreguemos al menú los temas del narcotráfico, las migraciones, los desplazados, las conversaciones de paz, el contrabando, el hampa común, el caradurísmo del siglo XXI, y ese excesivo etcétera que lo acompaña, lo cual habla de lo ambicioso que tendría que ser un proyecto de vida en común pues mire usted todo lo que anda en juego. Al menos con Colombia no hay temas de política exterior, todos son de política interna. Vecinos interiores, ni más ni menos.
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En lo que a mi respecta y para evadirme de alguna forma de las fechas, utilizándolas, prefiero entonces hablar de “tiempos” de la relación, lo que tiene la ventaja de ser voz más amplia que “fecha”, “momento” o “hecho”. En todo caso más cómodo para el que estudia o se acerca a relaciones entre países. La categoría de “tiempo” se encuentra a caballo entre los principios de  “historia” y “coyuntura” lo que le da una cierta amplitud y capacidad comprensiva intermedia. Los “tiempos” están compuestos por fechas, personajes, lugares: son incluyentes, misceláneos, contenidos en otro continente mayor que es la Historia.

Según esto, y sin entrar en detalles mayores ni menores, enunciaré un listado en orden de ocurrencia de quince categorías claves y singulares de la relación colombo-venezolana, sin que con ello deba perderse de vista que el esquema aquí presentado pudiera servir de guía para estudiar fenómenos de la misma naturaleza que el esbozado en estas líneas. Lo fundamental entonces no es la fecha sino el momento en el cual se insertan los acontecimientos tanto como lo pueden ser texto y contexto.

Así pues serían:

1º: El tiempo idílico.
2º: El tiempo del Descubrimiento.
3º: El tiempo de la Conquista y la Colonización.
4º: El tiempo de la Independencia.
5º: El tiempo de la unidad.
6º: El tiempo del divorcio.
7º: El tiempo de la separación de bienes (deuda y territorio).
8º: El tiempo de la decisión de los jueces (España 1891, Suiza 1922, Venezuela y Colombia 1941).
9º: El tiempo de la cooperación y el conflicto, (1942-1964).
10º: El tiempo de la golfización (1964-1989)
11º: El tiempo de la desgolfización y la globalidad (1989-2000)
12º: El tiempo de la FARC - ización. (Uribe – Chávez)
13º: El tiempo de los “mejores amigos” (Santos – Chávez)
14º El tiempo de los herederos (Santos – Maduro)
15º El tiempo de los interrogantes y los retos.

Por supuesto, este esquema pretende ser elástico en la medida en que acepta la crítica e invita al debate. Ejercicio de la mente sin sombra que no descansa. Gimnasia para comprender uno de los aspectos claves de nuestra convulsa realidad.
  
Leandro Area
leandro.area@gmail.com

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