Pues resulta que Maduro tenía razón y los gringos habían preparado una invasión a Venezuela.
Se realizó una reunión urgente en la Habana. Coincidieron en su inferioridad militar y que se debía crear un panorama donde muchos Países se ponían del lado de Venezuela y lo mediático jugaría un papel nivelador. La idea sería pedir ayuda militar a todos los aliados.
Pronto se fueron aclarando las cosas. Irán enviaría apoyo pero a escondidas, pues si se metían en el rollo los gringos y los israelitas tendrían la escusa para invadirlos a ellos. Rusia y China dijeron que debían mantener su influencia en el Consejo de Seguridad de la ONU y buscar una salida pacífica.
De manera que al final del cuento solo quedaron algunos Países de Suramérica con voluntad para prestar un apoyo militar visible. Cuba propuso reservarse hasta que fuera necesario. Bolivia fue el primero en enviar mil hombres, 30 cañones y 25 camiones. Brasil envió, cinco mil hombres, 20 tanques de cadena y 10 aviones. Argentina fue la más generosa y envió diez mil soldados, 40 tanques y aviones. Ecuador, Perú, Uruguay y Chile ayudaron a viva voz o discretamente. Por ejemplo Chile envió ochenta mil cajas de vino y 400 toneladas de mariscos enlatados.
Se tardó una semana en recibir a las tropas y al equipo pues los soldados argentinos plantearon hacer una marcha triunfal que fuese agregando las tropas.
La espera del ataque gringo se hizo larga y los soldados empezaron a inquietarse. Los ecuatorianos defendían el oriente y a cada rato se les iba la luz y no podían ver TV. Los bolivianos asignados a la región andina, tenían que estar todo el día en una cola para cargar gasolina y los argentinos no toleraban a los maracuchos pues se creían mejor que ellos y que su obelisco era más grande que el de Buenos Aires.
A los peruanos se les ocurrió proponer un campeonato de fútbol entre las tropas. La idea gustó y rápidamente comenzaron a hacer trampas y a traer futbolistas disfrazados de soldados. La llamaron la Liga Antimperialista de Fútbol (LAF) y Maduro hizo el primer chute.
Los alegres brasileros propusieron traer grupos de samba y la idea ardió en otros países y se formó un enorme festejo que se transmitió en cadena.
Pasaron cuatro largos meses y nada. Las cosas habían empeorado, los bonos mal, las reservas agotadas, el crédito no existía y una cola larga de acreedores. Las cartas con sugerencias y reclamos inundaban a Miraflores y Maduro no descansaba de las llamadas de los otros mandatarios buscando favores recíprocos.
Finalmente, con la noticia de la guerra encalichada, los fastidiados generales propusieron regresar. Consultaron a Maduro. ¿Que se quieren ir? , por favor diles que si, ya no aguanto esto, ah! y dales millonas de gracias.
Juan Bimba brincó de la cama. Carajo, con ese cuento de la invasión ya uno no puede ni dormir. Pesadillas malas y peores realidades.
montoroe@yahoo.es
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