Que usted y yo digamos que no somos nadie
para juzgar la conducta de los homosexuales, tiene cierto sentido; pero que el
príncipe de la iglesia católica, el padre Francisco, que se supone es el
sucesor de Pedro el apóstol de Jesucristo, diga que él no es quién para juzgar
a los gay, es otra cosa mucho más profunda y delicada, puesto que afecta a una
comunidad religiosa de más de un mil millones de fieles en el mundo.
La iglesia católica del siglo V esgrimió un
pretexto similar para incorporar a la nueva religión abrazada por los romanos,
a los paganos junto con sus creencias y sus dioses. Roma impuso el catolicismo
a todos sus súbditos y pobladores de los territorios conquistados por el imperio
alrededor del mundo conocido, por lo tanto esa ala del cristianismo primitivo
experimentó un sincretismo que ha permanecido hasta nuestros tiempos. De tal
manera que, no estamos presenciando algo nuevo que la historia universal no nos
haya relatado antes.
El único marco de referencia moral que tiene
la iglesia cristiana para juzgar la conducta de los hombres, son las sagradas
escrituras. La Biblia es muy enfática al respecto. No deja márgenes de duda
sobre la homosexualidad, la fornicación y el adulterio. Los tres son igualmente
pecados y/o transgresion de la ley moral ante los ojos de Dios. Pero, la
homosexualidad está tipificada como una desviación aberrante o contra natura de
la conducta sexual en el individuo, sea que se trate de hombre o mujer. No nos
referimos al afecto que dos personas del mismo sexo puedan profesarse, si no a
sus prácticas sexuales los unos con los otros.
Para clarificar sin argumentos propios el
asunto en cuestión, me voy a permitir citar una sola porción de la Biblia
(Romanos Cap 1 versos 18 al 28). Se trata de la carta o epístola que en el
siglo 1ro de la era cristiana el apóstol Pablo le dirigiera precisamente a los
cristianos de Roma sobre la conducta y culpabilidad del mundo pagano:
“Vemos que Dios manifiesta su ira castigando
desde el cielo a toda la gente mala e injusta que con su maldad impide que se
conozca la verdad. Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien,
porque él mismo se lo ha mostrado; pues lo invisible de Dios puede llegar a
conocerse si se reflexiona en sus hechos. En efecto, desde que el mundo fue
creado, se ha podido ver claramente que él es Dios y que su poder nunca tendrá
fin. Por eso los malvados no tienen disculpa, pues aunque han conocido a Dios,
no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han
terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras.
Decían ser sabios, pero se hicieron tontos; pues cambiaron la gloria del Dios
inmortal por imágenes del hombre mortal, e incluso por imágenes de aves,
cuadrúpedos y reptiles. Por lo cual, Dios los ha abandonado a sus impuros
deseos y unos con otros han cometido acciones vergonzosas. En lugar de la
verdad de Dios han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas
creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y merece alabanza por siempre.
Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Incluso sus mujeres han
cambiado las relaciones naturales por las que van contra naturaleza; y, de la
misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y
arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen actos
vergonzosos y sufren en su propio cuerpo el castigo de su perversión“.
carlosemendezs@gmail.com
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