sábado, 3 de agosto de 2013

CARLOS E MÉNDEZ, LA DECADENCIA MORAL DEL SIGLO XXI

Que usted y yo digamos que no somos nadie para juzgar la conducta de los homosexuales, tiene cierto sentido; pero que el príncipe de la iglesia católica, el padre Francisco, que se supone es el sucesor de Pedro el apóstol de Jesucristo, diga que él no es quién para juzgar a los gay, es otra cosa mucho más profunda y delicada, puesto que afecta a una comunidad religiosa de más de un mil millones de fieles en el mundo.

La iglesia católica del siglo V esgrimió un pretexto similar para incorporar a la nueva religión abrazada por los romanos, a los paganos junto con sus creencias y sus dioses. Roma impuso el catolicismo a todos sus súbditos y pobladores de los territorios conquistados por el imperio alrededor del mundo conocido, por lo tanto esa ala del cristianismo primitivo experimentó un sincretismo que ha permanecido hasta nuestros tiempos. De tal manera que, no estamos presenciando algo nuevo que la historia universal no nos haya relatado antes.

El único marco de referencia moral que tiene la iglesia cristiana para juzgar la conducta de los hombres, son las sagradas escrituras. La Biblia es muy enfática al respecto. No deja márgenes de duda sobre la homosexualidad, la fornicación y el adulterio. Los tres son igualmente pecados y/o transgresion de la ley moral ante los ojos de Dios. Pero, la homosexualidad está tipificada como una desviación aberrante o contra natura de la conducta sexual en el individuo, sea que se trate de hombre o mujer. No nos referimos al afecto que dos personas del mismo sexo puedan profesarse, si no a sus prácticas sexuales los unos con los otros.

Para clarificar sin argumentos propios el asunto en cuestión, me voy a permitir citar una sola porción de la Biblia (Romanos Cap 1 versos 18 al 28). Se trata de la carta o epístola que en el siglo 1ro de la era cristiana el apóstol Pablo le dirigiera precisamente a los cristianos de Roma sobre la conducta y culpabilidad del mundo pagano:

“Vemos que Dios manifiesta su ira castigando desde el cielo a toda la gente mala e injusta que con su maldad impide que se conozca la verdad. Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; pues lo invisible de Dios puede llegar a conocerse si se reflexiona en sus hechos. En efecto, desde que el mundo fue creado, se ha podido ver claramente que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa, pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras. Decían ser sabios, pero se hicieron tontos; pues cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, e incluso por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por lo cual, Dios los ha abandonado a sus impuros deseos y unos con otros han cometido acciones vergonzosas. En lugar de la verdad de Dios han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y merece alabanza por siempre. Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Incluso sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra naturaleza; y, de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen actos vergonzosos y sufren en su propio cuerpo el castigo de su perversión“.

carlosemendezs@gmail.com



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