lunes, 26 de agosto de 2013

ANTONIO JOSE MONAGAS, S,O,S, VENEZUELA, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

Tal ha sido el descaro en cuanto al hecho de haber determinado cursos de acción inconexos, infundados o insuficientes, que terminaron colapsando la precaria dinámica económica vigente originándose así no sólo el descalabro de un país al borde de la ruina.
S.O.S. VENEZUELA
El problema de una economía rentista que carcome la pervertida estructura un “petroestado”, ha llegado a tan críticos niveles de conminación, que tiene conmocionado el devenir de Venezuela en todas sus manifestaciones. Pero esta vez, a diferencia de otros momentos, con menudas posibilidades de recuperación. Intentar responder la pregunta: ¿cómo vivir bajo una inflación que casi alcanza el 50 %?, da cuenta de la gravedad por la que atraviesa el país. Igualmente, de llegarse a contestar: ¿cómo sobrevive el venezolano con las limitaciones que le impone una economía atrofiada a consecuencia del desorden provocado por las decadentes ideas que el régimen busca imponer con un socialismo ya agotado? 
Las decisiones gubernamentales en materia económica en estos años de socialismo “a juro”, no han tenido asidero alguno. Tal ha sido el descaro en cuanto al hecho de haber determinado cursos de acción inconexos, infundados o insuficientes, que terminaron colapsando la precaria dinámica económica vigente originándose así no sólo el descalabro de un país al borde de la ruina. Además, una deplorable sensación de ausencia de futuro que ha infundido contrariadas conductas en el venezolano común. Sobre todo, cuando ese venezolano, atiborrado de indicadores económicos que, desde boletines del BCV o del INE, hablan “en positivo” del devenir social y del andamiaje administrativo público, se estrella contra una severa realidad que consume buena parte de sus esperanzas y escasos recursos. Su esfuerzo laboral rebota en el fragor de una situación en medio de la cual el salario mínimo se convirtió en el salario medio de la población. Es así como el régimen se ha empeñado en animar ilusiones con base en cifras que sólo sirven para el estudio de situaciones difusas y de procesos determinativos. O entonces, ¿cómo puede resolverse quien con un sueldo de clase media, rozando el salario mínimo montante en 2.779 Bs., puede superar las barreras de una economía atrofiada?

Esa clase media que –económicamente hablando– pudo crecer de modo perceptible en la República civilista, se ha contraído horriblemente en estos tres lustros de República militar lo cual, con la inminencia del caso, desdice de un discurso gubernamental que nunca ha podido toparse con los hechos por cuanto la distancia entre ambas condiciones siempre ha estado muy marcada por la abulia, la indolencia y el resentimiento de gobernantes autoritarios y déspotas. Y de aproximarse palabras y acciones, ni siquiera son capaces de reconocerse entre ellas pues la anomia inducida por toda esta situación de desvergüenza, hace que las realidades sigan sometiéndose a los azotes del populismo imperante.

La vorágine inflacionaria provocada por el actual régimen, devino en una contracción que no sólo incitó efectos negativos en la conducta personal y familiar de un venezolano acostumbrado a demostrar la mayor generosidad posible en términos de sus posibilidades económicas lo cual fungió como factor relevante a la hora de acentuar el compañerismo y la amistad como valores autóctonos. También, determinó un debilitamiento que, en lo económico y en lo político, contaminó el desempeño de una nación que supo validar optimismo y prontitud. A excepción de épocas asediadas por dictaduras militares. De ahí que hay necesidad de manifestar un reproche que pueda sacudir un estamento oficialista que cayó en el más absurdo plan de desarrollo. O sea, el de un crecimiento al revés. Por esto y otros problemas más, un país clama enardecido ya que el régimen fusiló sus más legítimos derechos. Por tanto PIDO LA PALABRA, eleva al mundo un S.O.S. Venezuela.

VENTANA DE PAPEL

¿COMUNAS VS. MUNICIPIO?

Aunque los voceros del régimen aleguen que la gestión gubernamental apunta en la dirección de la consolidación de una “democracia participativa y protagónica”, las realidades hablan distinto. La hegemonía que busca plantar el oficialismo mediante el sometimiento de los poderes, el avasallamiento político, el autoritarismo adecuado y el dominio comunicacional, está a la vista de todos. Son parte del esquema elaborado a los fines de asegurar su permanencia en el poder. Las medidas de amplitud que pretende aplicar, bajo una “formalidad democrática”, no son más que meras pretensiones por disfrazar las perversiones que terminaron por desfigurar al país. En su proceder “revolucionario”, el régimen seguirá burlándose de la letra constitucional para así continuar aprovechándose de las ventajas del despotismo en ejercicio. Ante lo que deja verse, el régimen se empeña en manipular un cuadro de acontecimientos políticos centrados en el fragor de las elecciones municipales cuando en el fondo de tan oscura situación está el espectro de un Estado Comunal acicalado por la figura de “vicepresidencias territoriales” armadas de la fuerza económica y hasta militar para rebatir todo propósito de recuperar la democracia como eje fundamental del sistema político venezolano. En este sentido, es difícil pensar en un país cuya institucionalidad municipal pueda asentirse a través de una mayoría alcanzada por el voto favorable de la oposición democrática. Sumado a esto, luce amenazadora la prepotencia de un Consejo Nacional Electoral al que no le faltaría el atrevimiento para voltear o revolver los resultados a lograrse el 8 Diciembre. Esta posibilidad no es descartable habida cuenta de lo vivido en las pasadas elecciones presidenciales. Más, cuando el miedo que padece el régimen de ser desplazado, incita una alevosía capaz de afectar las expectativas electorales de una población que viene ganando espacio político en aras de la recuperación del país. Tanto es así, que el objetivo del régimen contempla la creación de 3 mil comunas, 21 mil consejos comunales y 30 mil empresas de propiedad social para los próximos años. En consecuencia, la siembra de tan desmedida estructura político-administrativa será suficiente para generar cualquier conflicto que pueda vapulear la institucionalización municipal entendida desde su condición democrática. O acaso, esto es distinto de una brutal confrontación ¿Comunas vs. Municipio?

DESDE EMPANADAS HASTA CARROS

Este régimen ha comprendido tan equivocadamente sus atribuciones establecidas constitucionalmente, que confunde “la gimnasia con la magnesia”. Ni porque esté viviendo los avatares de un desarrollo encausado a instancia de las exigencias de la globalización y las demandas de lo que se conoce como la sociedad del conocimiento. Contrario a todo lo que dichas condiciones puedan forzar en aras de motivar una dinámica económica que se corresponda con las pautas signadas por los cambios que la ciencia y la tecnología le imprimen a la movilidad de toda sociedad que se precie de sus capacidades y potencialidades, el régimen bolivariano se aferra a paradigmas gubernamentales demolidas por la historia política y económica del mundo moderno. Ni siquiera la prestación de servicios de comunicación mediante dos satélites propiedad de la nación, es capaz de hacer que estos gobernantes entiendan que de seguir con fórmulas atrasadas de administración pública y de democracia participativa el país continuará su rumbo hacia el desfiladero más cercano. Esto es para que pueda reconocerse que luce risible y ridículo que el alto gobierno pretenda que el “ordenamiento de la economía” está sujeto al mayor poder posible que pueda ejercerse. Esto sólo consigue obstruir inversiones extranjeras o nacionales, cerrar vías de crecimiento, truncar negociaciones multilaterales o impedir una geopolítica que sea conveniente a las necesidades de desarrollo económico y social de la nación. De manera que resulta absurdo que el mismo régimen dedique recursos y esfuerzos en protagonizar la comercialización de productos que, por decantación propia de un sistema económico libre y democrático, debe ser conducida por el sector privado del país. Así que no es aceptable que el régimen se entregue a la tarea de sacrificar tiempo e iniciativas en actividades vacías de contenido por el sólo interés de captar prosélitos que favorezcan la pretensión de conservar el poder político. En este sentido, resulta inadmisible que quienes conducen el país, estén perdidos en medio de este mundo inexorable en razones y decisiones. Por consiguiente, es insensato que el régimen haya distorsionado su función estadista al animarse a vender desde bagatelas a paquetes turísticos. Así no hay garantía de salir del marasmo que por ahora mantiene inmersa en lodo al país. Por ningún frente se justifica que el régimen destine sus voluntades a comerciar desde empanadas hasta carros.

“Los desaciertos de un gobierno pueden ser causa de la incapacidad de sus dirigentes, la improvisación con la que actúa y la obstinación sobre la que cabalgan sus decisiones” AJMonagas

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