domingo, 11 de agosto de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¡PIENSA MAL Y ACERTARÁS!, PIDO LA PALABRA Y VENTANA DE PAPEL

Aquello que “si algo puede salir mal, saldrá mal”, tiende a ser desafortunadamente cierto. Sobre todo, desde el mismo momento en que Nicolás Maduro emerge como sustituto.
¡PIENSA MAL Y ACERTARÁS!

Del chavismo se ha hablado hasta la saciedad. Asimismo, de cuantos gobiernos déspotas y militaristas han existido. Por supuesto, algunas consideraciones más puntuales que otras. Sin embargo, casi todas coinciden cuando critican el modo seguido de pretender el poder. Indistintamente de si el espacio político alcanzado se ha correspondido con los objetivos anunciados en momentos de coyuntura proselitista. Aunque este exordio no intenta poner en duda el impacto del chavismo como modelo particularmente populista, tampoco debe obviarse quienes han comenzado a explicar su inevitable ocaso. Sobre todo, luego de reconocer ciertas mutaciones que en los últimos tiempos se han evidenciado a través de grotescas formas de ejercer el poder. Quizás han sido más vicisitudes o variaciones, que desviaciones asumidas en la dirección de forzar vías que justifiquen el sentido de su afanada revolución intoxicada de un socialismo subvertido por razones propias de la decrepitud de su concepción. No obstante, todo ello ha devenido en un proceso de gobierno el cual no ha podido disfrazarse con otro traje distinto del de fatalidad política.

Después de la defunción del presidente Chávez, esta situación se acentuó exponencialmente. Al extremo que numerosas decisiones adoptadas por el régimen, se desentendieron del texto constitucional. Como si las funciones de gobierno estuvieran exceptuadas de su cumplimiento. O acaso que su interpretación se rige por una especie de tamiz el cual permite sólo lecturas que favorecen las posturas del poder condicionándose de esa forma la democracia y conjugándose un tiempo cuya ejecutorias desacatan cotidianamente la Constitución de la República. Tan crasa perversión activa un sectarismo aliado con un fascismo característico de regímenes intolerantes cuyas decisiones ponen al descubierto rasgos de una abierta autocracia.

Pareciera que todo esto funge de laboratorio para demostrar la veracidad de las leyes de Murphy cuyo postulado básico expone lo que asemeja una contradicción en el extraño plano de lo absurdo.

Aquello que “si algo puede salir mal, saldrá mal”, tiende a ser desafortunadamente cierto. Principalmente, en medio de realidades tan ilógicamente contrapuestas que pudieran apostarse a que “todo lo que empieza bien acaba mal y que todo lo que empieza mal, acaba peor”. Precisamente, es el caso del crudo realismo que padece Venezuela. Sobre todo, desde el mismo momento en que Nicolás Maduro emerge como sustituto. Vale así decirlo para comprender lo que encierra sus bravuconerías todas asociadas a lo que puede ordenar quien asume la condición de un presidente empapado de ilegitimidad. O lo que es igual, el propio usurpador.

Y esa postura, asumida desde la ilegitimidad que lo zarandea y desde las carencias que lo bambolean, determina la precariedad de la gobernabilidad que a fuerza de “golpe y porrazo” intenta instaurar con el apoyo adulante de un generalato que se inclina más por el poder político, que por la responsabilidad de encauzar las FF.AA. con visión institucional y sentido constitucional.

Si a decir de Murphy, “nada es tan malo nunca como para que no pueda empeorar”, deberá comprenderse que de seguir manejándose el país con el azote sanguinario de un verdugo siniestro, después que el régimen haya llevado las realidades nacionales de mal en peor, el ciclo se repetirá con peligrosas repercusiones. Cabe entonces preguntarse, ¿a qué apunta el mal llamado “gobierno de calle”? Sencillamente, a implantar una fase depurada de lo que Fernando Mires señala como “gangsterismo político”. En medio de tanta confusión, sólo podrán arraigarse valores negativos por cuya atención el desarrollo del país podrá torcerse en contra de lo que con ciudadanía e identidad pudo asentarse hasta las postrimerías del siglo XX. No hay duda pues de que el país está en franco desbalance. Cualquier solución pretendida por el régimen, entrañará nuevos problemas. Si no, obsérvese lo que sucede en torno a lo inmediato. Así que sin dejar de ser optimista, ¡piensa mal y acertarás!

VENTANA DE PAPEL

LA DIVERSIDAD DESDE LOS VALORES

Apostar a la diversidad, es enteramente vivir desde los valores. A la diversidad entendida como la base cultural a partir de la cual se afianza la identidad de una nación, tanto como de una sociedad o de una familia. Tan fecundo tema sirvió de razón al discurso brindado por Francisco González Cruz, rector de la Universidad Valle del Momboy en ocasión de presidir un acto académico en la ciudad de Mérida. En las emocionadas palabras del distinguido universitario, “la diversidad representa la fuerza del desarrollo sostenible no sólo para el crecimiento económico, sino además para un complemento intelectual y moral necesario para fortalecer el ejercicio de valores cque estimulen las interacciones necesarias para mantener la espiritualidad de una sociedad apegada a una praxis conveniente de ciudadanía”. Surge entonces la importancia de aludir a los llamados valores campesinos o aquellos valores sobre los cuales se deparan aquellas prácticas familiares que exaltan el apego a las raíces propias de una sociedad. Es decir, querencia a creencias religiosas, consolidación de relaciones de amistad, de tertulias sociales que motiven el arte, la música  o el manejo de la tierra, y en todo número concebible de otros atributos de la sociedad humana capaces de intensificar el acercamiento familiar entendido como fuente de fortalecimiento afectivo. Y para alcanzar esto, vale destacar la figura del maestro como quien mejor puede incitar conductas en sus alumnos que vayan alineadas con la concienciación de tan cardinales valores. Lejos de apalancar mecanismos sociales que empañen el cumplimiento del deber como razón de vida sana y productiva, a juicio del rector González Cruz, estos valores campesinos despuntan nuevas alternativas a partir de las cuales es posible activar proyectos de vida asociados a una debida cultura familiar. Es una hermosa forma de animar la diversidad desde los valores.

LA POLITIQUERÍA TIENE SU BIOGENESIS

Lo que recientemente vivieron reconocidos peloteros ansiosos por mantenerse como estrellas del bateo, igualmente lo experimentan politiqueros quienes, por su afán de poder y de engrosar el patrimonio personal, apelan a prácticas de dudosa realidad sin importarles las consecuencias que tan aberrado mecanismo pueda depararle. El caso representado por la vinculación de estos peloteros, hoy suspendidos y sancionados por las Grandes Ligas por su vinculación con la clínica Biogénesis, no dista de lo que ha significado para la salud política de una maltratada administración pública entre cuyos funcionarios y colaboradores, oportunistas unos, aduladores otros, estafadores y chantajistas otros más, hay quienes tratan de experimentar métodos de usurpación del poder político con fines vulgarmente económicos y mercantilistas. Así estos jugadores profesionales del béisbol se enviciaron por el uso y posesión de sustancias prohibidas que elevaron su rendimiento ante la multitudinaria afición que soporta sus magníficos ingresos monetarios, asimismo lo siguen ensayando muchos políticos de oficio que engrosan las nóminas del régimen pues por tan indignas vías obteniendo suculentos usufructos para su peculio bajo la excusa de plegarse al socialismo revolucionario en nombre de un  pretendido bolivarianismo y del recuerdo apologético del “comandante supremo y eterno”. 

Estos grotescos politiqueros, animados por el deseo de observar que sus cuentas están dibujadas por considerables cifras por las que pueden disfrutar vidas de “jeques”, aunque vistiendo sudadas camisas o chaquetas rojas, no han comprendido que “el crimen no paga” y que por sus delitos serán castigados no tanto por una justicia torcida. Pero si por una vida inexorable. Este estirpe de afectos al régimen, han provocado un daño casi irreparable a la moralidad de un país que busca desprenderse de tales calañas. Y es que también, la politiquería tiene su Biogénesis.

 “La formación perfila el conocimiento sobre el cual se alcanza el progreso de un país. Pero la educación, que es otra cosa, determina el modo de cómo ese progreso infunde la ciudadanía necesaria para que el desarrollo de ese mismo país tenga fundamento y sentido”AJM

Antonio José Monagas ‏
@ajmonagas

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