Nace el
24 de Junio de 1911, y muere a los 96 años. Escritor argentino de obra corta e
intensa, como Rulfo, había descubierto el arte de escribir, quemando o
destruyendo muchos manuscritos, tal como lo prescribía Flaubert.
Su obra narrativa
publicada se reduce a la trilogía: “El túnel”; “Héroes y tumbas”; y “Abaddón el
exterminador”.
Obras llenas de intuiciones, premoniciones y sueños, o mejor,
pesadillas, que marcan y definen toda su obra. Su informe sobre ciegos, texto
casi autónomo dentro de otro libro, de alguna manera anticipó la funesta y
terrorífica dictadura militar (1976-1983) con su casi 30.000 desaparecidos, que
posteriormente documentó la Comisión de la Verdad nombrada por el presidente
Alfonsín y que presidió Sábato.
El propósito principal, como dijera Sábato, era
para no olvidar, aunque se proclamara el perdón y la reconciliación pero con
justicia y sin impunidad (casualmente en los últimos meses fue noticia la
muerte en la cárcel del dictador Videla, que había sido condenado a cadena
perpetua).
Sábato fue un hombre melancólico y depresivo, características que
con los años se acentuaron y que en su obra se refleja de manera visible. Casi
ciego, en su vejez, se dedica a pintar cuadros expresionistas, en donde la
figura humana, en particular el rostro y los ojos, como en un cuadro de Munch
expresan el terror y horror de la condición humana, tanto por su herencia
cainítica como por la finitud inevitable. El escritor, a pesar de todo creía en
los seres humanos, especialmente en aquellos que no renuncian a la utopía.
Hijo de
emigrantes calabreses, Ernesto Sábato fue argentino integral y latinoamericano
a su manera. Irrenunciablemente lúcido y crítico, y al mismo tiempo, como decía
en los últimos años, en el fondo un hombre bueno.
En “El
túnel”, novela urbana, es el conflicto existencial de los pequeños seres que se
agotan en la cotidianidad y el misterio, en el amor y la tragedia, mientras que
en “Héroes y tumbas”, es el sentimiento trágico de la historia, de la identidad
personal y colectiva en permanente conflicto con el tiempo y las
circunstancias. Una identidad precaria y huidiza, de memoria reciente e
inestable, una identidad que pretende asumirse más desde el futuro que desde el
pasado, ya que éste, trágico por definición a veces pesa tanto que no nos deja
vivir. En “Abaddón el exterminador”, así como en su obra ensayística, intenta
una aproximación lúcida y melancólica con su tiempo, ese siglo XX que tanto lo
atormentó.
Ángel
Lombardi
alr.lombardi@gmail.com
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