De todas partes acudían a Lucrecia Moreno Rodríguez, una mulata de Guacara que se hacía llamar ‘Madamme Kalalú’, porque se promocionaba portadora de la luz, de la adivinación y la magia blanca. Afirmaba que su don espiritual le fue insuflado por el Arcángel Shamael la misma noche de su primera regla, y desde entonces se dedicó ‘ala consurta espiritual’, y como decía el afiche colgado en la puerta de su rancho, ubicado en la carretera vieja a Tocuyito... ‘Traigo la luz para acer el bien y despejar la oscuridá delos malevos’.
De repente, a la consulta de Lucrecia Moreno llegaron cientos de personas que se instalaron frente su rancho solicitando oráculo urgente con ‘Madamme Kalalú’. Laureano, su medio hermano, tuvo que levantar una improvisada palizada frente a la calle para mantenerlos a raya. Lo hizo con unos cujíes corianos que tenían para leña del fogón.
Adentro, Lucrecia Moreno encendía palitos de incienso y reacomodaba el altar con un palio de algodón blanquísimo que le compró a su comadre Cecilia y unos velones blancos con aroma de vainilla que trajo de Puerto Cabello la tarde que fue a realizarle ‘un despeje’ al lanchón del viejo Ño Salazar, un carupanero que había cambiado la pesca por el traslado de turistas a Morrocoy.
.- ¡Laureano... Laureano! ¡Venga enseguida!
Pero Laureano no la escuchaba. Recién terminó de clavar la última estaca de la palizada y estaba afuera, tomando lista para la consulta y cobrando los cien bolos mínimos que los devotos tenían que introducir en el cajón-alcancía del Arcángel Shamael. En medio de la colecta, Laureano le escuchó sus gritos y entró.
.- ¿Usted no me escuchaba o se hacía remolón, como siempre?
.- Nada de eso. Andaba apremiao con la palizá y cobrándole la entrá a los devotos.
.- Pues, me va a anotá el nombre y el motivo de la consulta, pa está prepará porsiacaso.
No había pasado media hora cuando Laureano regresó y la encontró postrada frente al altar. Esperó par de minutos y carraspeó para hacerse sentir.
.- ¿Ya tiene la lista de las necesidades de los fieles?
.- Bueno, sí y no.
.- ¿Cómo es eso?
.- Pues que no son muchas las peticiones, sino una.
.- ¿Una pa to’el mundo?
.- ¡Umjú! Solo una.
.- Bueno, desembuche de una buena vez y ojalá no sea el terminal de la lotería de mañana ni la figurita ¿Cuál es?
Cuando Madamme Kalalú se enteró de la petición única salió del rancho vestida de blanco y con el turbante multicolor que le agenciaba quince centímetros de altura, un aire misterioso y de paso le ocultaba la calvicie. Alrededor de ella se aglomeró la pequeña multitud. Entonces, Madamme Kalalú se encaramó sobre una banqueta para hacerse oír.
.- Gracias por haber venido ¿Todos depositaron su ofrenda al Arcángel?
.- Sí.
andresmorenoarreche@gmail.
Twitter: @Escribo-y-leo
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