miércoles, 17 de julio de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, A LOS JÓVENES ANTICAPITALISTAS,

Los he visto y escuchado en televisión hablando pestes del capitalismo, en reuniones promovidas por el gobierno comunista de los chavistas para indoctrinarlos,  con una serie de ideas prefabricadas que ustedes repiten sin pensarlo mucho, como que todo lo malo que sucede en el mundo y en nuestro país es culpa del capitalismo, y por el contrario, todo lo bueno, lo asumen, es obra del bendito socialismo o comunismo o revolución bolivariana, que es lo mismo.

Como pienso que no tuvieron oportunidad para que alguien les explicara lo que es el capitalismo, les invito a que me den la oportunidad de hacerlo; no porque pueda convencerlos, ya que estoy seguro de consideran las ideas que les han inculcado como la verdad verdadera, pero con esta lectura pondrían poner a prueba la inefabilidad de sus ideas y lo fácil que es derrotar éstas  a punta de dialéctica marxista.

PRODUCCION EN MASA CONSUMO DE MASAS 

Vamos a empezar con unas palabras de Ludwig Von Mises, uno de los estudiosos del capitalismo: “Lo  característico  del  capitalismo  es producir  bienes  en masa  para  el  consumo  de  la  masa, provocando,  de  esta suerte,  una  tendencia  a  la  elevación  del nivel  de  vida  en general y  al progresivo enriquecimiento de  los grupos mayoritarios.  El  capitalismo  “desproletariza”  a  los trabajadores, “ aburguesándolos”,  a  base  de  bienes  y  servicios.”

¿Qué significa aburguesar al proletariado? Muy simple, sacarlos de su miseria, de las necesidades que lo acogotan y no lo dejan dormir, hacerle la vida más fácil, llevarle prosperidad a sus vidas ¿Cómo? Permitiéndole obtener en el mercado las cosas que requiere para su alimentación, vestuario, educación, profesionalización, pero también servicios, como salud, electricidad, seguridad… permitir que su sueldo, que lo gana trabajando, le rinda para adquirir, por precios económicos, lo que todos queremos y necesitamos.

Para ustedes, los socialistas, eso no puede ser; al trabajador hay que conservarlo en la miseria, en la necesidad, y lo que no pueda obtener por su trabajo, que se lo regale el Estado, o se lo quite a los que tienen.

Las economía nacionales que se basan en el mercado se sostienen porque existen empresas muy grandes que producen bienes de consumo masivo, bienes a precios populares, para que todos puedan comprarlos; las empresas que producen mercancías de lujo son pocas y no hacen mucho peso en las cuentas de un país, justamente porque son muy pocos los que pueden comprarlas.

Fíjense ustedes en cuáles son las empresas más grandes del mundo y se darán cuenta de que todas tienen que ver con el consumo de las masas: energía, alimentos, transporte, viviendas, etc.

Y en una economía de mercado, el consumidor es Rey, y no es una broma, es el consumidor, comprando un producto o dejándolo de comprar, quien decide si una empresa prospera o tiene que cerrar; no es un ministro ni otro funcionario público, no es la Guardia Nacional o un decreto los que deciden, en la economía, quién tiene posibilidades de crecer, competir, ser exitoso… y, por lo general, el consumidor compra lo que quiere entre muchas ofertas, porque hay gran cantidad de empresas trabajando para darle lo que necesita a diferentes precios, calidades, presentaciones.

No es como en el socialismo bolivariano – que posiblemente es lo único que ustedes conocen, digo, por la edad - donde apenas hay dos o tres empresas, vigiladas por la policía, controladas por los sindicatos, reguladas por el Estado, que sólo pueden vender a un único precio, y se consigue una sola presentación de un producto, cuando hay.

Von Mises nos dice: “La  economía  basada  en  el  lucro hace prosperar a quienes,  en cada momento,  por  una  razón u  otra, logran  satisfacer  las  necesidades  de  las  gentes  del modo mejor y más  barato posible. Quien está complaciendo a  los  consumidores progresa.”  

Y quien progresa, es porque se arriesga a invertir, a crear nuevas empresas, a producir más bienes y servicios, sin que nadie lo obligue ni le diga cómo hacerlo; si al empresario le va bien, se asocia con otros para montar nuevas industrias, le pide prestado al banco para conseguir el capital y abrir nuevos mercados… ¿y adivinen qué? Se abren nuevos puestos de trabajo, le dan la oportunidad a la gente para que se gane la vida, para que produzca, para que no exista miseria y puedan superarse en la vida.

Y entonces llegamos al primer escollo. Los socialistas, convenientemente, piensan que el lucro es malo, que ser rico es un pecado; les han dicho que los empresarios son unos ladrones, pues le quitan a sus trabajadores una “plus-valía” a la que tienen derecho porque es su trabajo, que sacan unas cuentas raras y le asignan valores fantasmas a los productos y a las cosas que son transformadas por el trabajo; todavía peor, le asignan valores morales y humanos a esas transformaciones y, al final, no sólo roban a los trabajadores, sino que los alienan, los vuelven locos y les quitan la vida.

Pero no contentos con esto, han inventado unas “empresas socialistas”, de empresarios y personas que se arriesgan a invertir su dinero por amor, por pura solidaridad, que creen que los trabajadores son capaces de unirse y crear, mantener y hacer exitosas unas industrias que producen de acuerdo a la necesidad de la gente, o a lo que ustedes, o el gobierno socialista cree que la gente quiere… que si la gente no   puede pagar sus productos se los pueden regalar, que no importa que las industrias quiebren, que es lo que siempre sucede - porque una empresa o produce o muere - porque siempre cuentan con el “papá” estado para que los ayude y mantenga las empresas socialistas abiertas y produciendo perdidas.

Pero la cosa no es tan sencilla, desde el momento en que el estado interviene una economía, regulándola, poniendo trabas, aplicando multas, negándole los recursos para que pueda trabajar, sembrándola de sindicatos políticos para que intervengan en la gerencia, dictando los precios, inventarios, inspeccionando, amenazando con cierres, llamando ladrones a los dueños de la empresas, en ese momento el consumidor deja de ser soberano, la economía deja de ser libre, y el país se atrasa. Hay personas como el profesor Giordani, principal genio de nuestro gran fracaso como país, que cree que el Estado puede y debe controlar cada uno de los aspectos y detalles de la economía (algo imposible de lograr) y hacer, que un país tan complejo como el nuestro, pueda convertirse en “potencia mundial”… será en pobres y analfabetas.

La gran diferencia entre capitalismo y socialismo es que el capitalismo necesita confianza y prospera cuando la sociedad es libre; en socialismo todos desconfían de todo el mundo, se ve ladrones hasta en la sopa y, por ende, la tentación de controlar y castigar es apremiante. El socialismo, con la excusa del amor, arruina a los pueblos.

saulgodoy@gmail.com


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