Los he visto y escuchado en televisión
hablando pestes del capitalismo, en reuniones promovidas por el gobierno
comunista de los chavistas para indoctrinarlos, con una serie de ideas prefabricadas que ustedes repiten sin pensarlo mucho, como
que todo lo malo que sucede en el mundo y en nuestro país es culpa
del capitalismo, y por el contrario, todo lo bueno, lo asumen, es
obra del bendito socialismo o comunismo o revolución bolivariana, que es
lo mismo.
Como pienso que no tuvieron oportunidad para
que alguien les explicara lo que es el capitalismo, les invito a que me den la
oportunidad de hacerlo; no porque pueda convencerlos, ya que estoy seguro de consideran
las ideas que les han inculcado como la verdad verdadera, pero con esta lectura
pondrían poner a prueba la inefabilidad de sus ideas y lo fácil que es derrotar
éstas a punta de dialéctica marxista.
PRODUCCION EN MASA CONSUMO DE MASAS |
Vamos a empezar con unas palabras de Ludwig
Von Mises, uno de los estudiosos del capitalismo: “Lo característico del
capitalismo es producir
bienes en masa para
el consumo de
la masa, provocando, de
esta suerte, una tendencia
a la elevación
del nivel
de vida en general y
al progresivo enriquecimiento de
los grupos mayoritarios. El
capitalismo “desproletariza” a los trabajadores,
“ aburguesándolos”, a base
de bienes y
servicios.”
¿Qué significa aburguesar al proletariado?
Muy simple, sacarlos de su miseria, de las necesidades que lo acogotan y
no lo dejan dormir, hacerle la vida más fácil, llevarle
prosperidad a sus vidas ¿Cómo? Permitiéndole obtener en el mercado las cosas
que requiere para su alimentación, vestuario, educación,
profesionalización, pero también servicios, como salud, electricidad,
seguridad… permitir que su sueldo, que lo gana trabajando, le rinda para
adquirir, por precios económicos, lo que todos queremos y necesitamos.
Para ustedes, los socialistas, eso no puede
ser; al trabajador hay que conservarlo en la miseria, en la necesidad, y
lo que no pueda obtener por su trabajo, que se lo regale el Estado, o
se lo quite a los que tienen.
Las economía nacionales que se basan en el
mercado se sostienen porque existen empresas muy grandes que producen bienes de
consumo masivo, bienes a precios populares, para que todos puedan comprarlos;
las empresas que producen mercancías de lujo son pocas y no hacen mucho peso en
las cuentas de un país, justamente porque son muy pocos los que pueden
comprarlas.
Fíjense ustedes en cuáles son las empresas
más grandes del mundo y se darán cuenta de que todas tienen que ver con el
consumo de las masas: energía, alimentos, transporte, viviendas, etc.
Y en una economía de mercado, el consumidor
es Rey, y no es una broma, es el consumidor, comprando un producto o dejándolo
de comprar, quien decide si una empresa prospera o tiene que cerrar; no es un
ministro ni otro funcionario público, no es la Guardia Nacional o un decreto los
que deciden, en la economía, quién tiene posibilidades de crecer, competir, ser
exitoso… y, por lo general, el consumidor compra lo que quiere entre muchas
ofertas, porque hay gran cantidad de empresas trabajando para darle lo que
necesita a diferentes precios, calidades, presentaciones.
No es como en el socialismo bolivariano – que
posiblemente es lo único que ustedes conocen, digo, por la edad - donde apenas
hay dos o tres empresas, vigiladas por la policía, controladas por los
sindicatos, reguladas por el Estado, que sólo pueden vender a un único precio,
y se consigue una sola presentación de un producto, cuando hay.
Von Mises nos dice: “La economía
basada en el
lucro hace prosperar a quienes,
en cada momento, por una
razón u otra, logran satisfacer
las necesidades de las gentes
del modo mejor y más
barato posible. Quien está complaciendo a los
consumidores progresa.”
Y quien progresa, es porque se arriesga a invertir, a crear nuevas
empresas, a producir más bienes y servicios, sin que nadie lo obligue ni le
diga cómo hacerlo; si al empresario le va bien, se asocia con otros para montar
nuevas industrias, le pide prestado al banco para conseguir el capital y abrir
nuevos mercados… ¿y adivinen qué? Se abren nuevos puestos de trabajo, le dan la
oportunidad a la gente para que se gane la vida, para que produzca, para que no
exista miseria y puedan superarse en la vida.
Y entonces llegamos al primer escollo. Los
socialistas, convenientemente, piensan que el lucro es malo, que ser rico es un pecado; les han dicho que los empresarios son
unos ladrones, pues le quitan a sus trabajadores una “plus-valía” a
la que tienen derecho porque es su trabajo, que sacan unas cuentas raras y le
asignan valores fantasmas a los productos y a las cosas que son transformadas por
el trabajo; todavía peor, le asignan valores morales y humanos a esas
transformaciones y, al final, no sólo roban a los trabajadores, sino que los
alienan, los vuelven locos y les quitan la vida.
Pero no contentos con esto, han inventado
unas “empresas socialistas”, de empresarios y personas que se arriesgan a invertir
su dinero por amor, por pura solidaridad, que creen que los trabajadores son
capaces de unirse y crear, mantener y hacer exitosas unas industrias que producen
de acuerdo a la necesidad de la gente, o a lo que ustedes, o el gobierno
socialista cree que la gente quiere… que si la gente no puede pagar sus productos se los pueden
regalar, que no importa que las industrias quiebren, que es lo que siempre
sucede - porque una empresa o produce o muere - porque siempre cuentan con el
“papá” estado para que los ayude y mantenga las empresas socialistas abiertas y
produciendo perdidas.
Pero la cosa no es tan sencilla, desde el
momento en que el estado interviene una economía, regulándola,
poniendo trabas, aplicando multas, negándole los recursos para que pueda
trabajar, sembrándola de sindicatos políticos para que intervengan en la
gerencia, dictando los precios, inventarios, inspeccionando, amenazando con
cierres, llamando ladrones a los dueños de la empresas, en ese momento el
consumidor deja de ser soberano, la economía deja de ser libre, y el país se atrasa.
Hay personas como el profesor Giordani, principal genio de nuestro gran fracaso
como país, que cree que el Estado puede y debe controlar cada uno de los
aspectos y detalles de la economía (algo imposible de lograr) y hacer, que un
país tan complejo como el nuestro, pueda convertirse en “potencia mundial”…
será en pobres y analfabetas.
La gran diferencia entre capitalismo y
socialismo es que el capitalismo necesita confianza y prospera cuando la
sociedad es libre; en socialismo todos desconfían de todo el mundo, se ve
ladrones hasta en la sopa y, por ende, la tentación de
controlar y castigar es apremiante. El socialismo, con la excusa del amor,
arruina a los pueblos.
saulgodoy@gmail.com
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