lunes, 15 de julio de 2013

PEDRO PAÚL BELLO, LA DECLARACIÓN DE CAPRILES.

Esta declaración de Henrique Capriles (ESTA AL FINAL)  demuestra su valía: es un hombre de Fé, lo que explica su reticencia a enviar, de manera irresponsable, que la gente salga a la calles. El día 17 de abril, a tres días de las elecciones amañadas y modificadas por el gobierno, había antes convenido, con toda la oposición, que la gente saliera a las calles para protestar. 

El día anterior, 16 de abril, tomó Capriles la decisión de pedirle a la gente NO salir de esa manera. De no haberlo hecho, se habría reproducido algo peor a lo que ocurrió el 11 de Abril del 2002, cuando la gente --contra la voluntad del líder opositor Don Pedro Carmona, quien sobre un carro pedía a la multitud que no fuera al Palacio de Miraflores, pues seguramente conocía los propósitos del entonces Presidente Chávez--  continuó su marcha y se acercó al Palacio donde le esperaban francotiradores apostados en las azoteas aledañas, así como muchos esbirros sobre el puente vecino a Miraflores, que causaron 19 personas muertas y multitud de heridos. La realidad es que para ese 11A, el presidente había preparado un auto-golpe para descubrir al grupo militar que, en verdad, quería derrocarlo (a quienes lo duden, les recomiendo leer los libros "El Acertijo de Abril" de los periodistas Sandra de la Fuente y Alfredo Mesa, así como el de Nelson Chitty La Roche titulado •Expediente 001). El resultado fue él triunfo y la consolidación del tirano en el poder y un gran descrédito para el Dr. Carmona, pues los militares que Chávez esperaba si aparecieron y, después, correspondiendo a lo planificado anteriormente, Chávez regresó a Miraflores triunfante, mientras aún Simonovis y demás miembros de la entonces Policia Metropolitana aún permanecen encarcelados, tildados de asesinos cuando no tuvieron responsabilidad alguna en esos hechos. 

Por eso, comprendo muy bien la expresión de Capriles: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle.”  Si estuviera en su caso, en su "pellejo", tampoco se lo pediría.

Si el pasado 17 de abril la multitud hubiese salido a protestar por el fraude electoral, mucho más sangriento que aquel del 11A hubiese sido el resultado de ese nuevo error y, a est a hora, Capriles y toda la MUD estaría en las mazmorras del gobierno. Escribí recientemente que la desesperación y la precipitación no conducen a ninguna parte que no sea la del fracaso. Como bien lo expresó Capriles en su declaración: "Esto es una lucha de TODOS". Como tal lucha, debe ser organizada. Es menester una planificación estratégica de la misma, muy bien concebida y ajustada a nuestra presente realidad nacional. Se requieren una planificación estratégica general para toda la Nación, así planificaciones estratégicas para cada Región, Ciudad, Municipio, Localidad y Barrios de todo el país.

Estamos bajo un gobierno de franca y decidida vocación totalitaria que no ha podido desarrollar con todos sus alcances, porque con todos los defectos y errores que se le achacan, la oposición ha sabido resistir y actuar en la medida de sus limitadas fuerzas y esfuerzos. Mucha gente se equivoca al evocar los hechos que determinaron la caída de la penúltima tiranía, que fue la de Pérez Jiménez. La diferencia estriba, precisamente, en que la dictadura perejimenista no era totalitaria y, teniendo fuerzas suficientes para resistir la subversión militar, el dictador decidió abandonar el país.

Es natural  --y no podría ser muy de otra manera--  que los venezolanos nos sintamos agotados, cansados después de estos más que largos 14 años. Pero es ese el reto que se nos presenta en la hora presente. No a la desesperación, a la desesperanza y, sobre todo, a la injusticia SI HAY FUTURO Y ESTÁ EN NUESTRA VOLUNTAD Y EN NUESTRAS MANOS!

Capriles se confiesa: “No puedo pedirle a la gente que salga a la calle”

La oposición venezolana de Henrique Capriles también se ha visto afectada por un hecho inesperado. La venta del canal Globovisión, considerada como una trinchera del antichavismo, derivó en un giro brusco de su política editorial que dejó a los opositores al régimen sin altavoz. “En 2012 tomé la decisión de hacer todo lo que estuviera en nuestro poder para lograr que la oposición ganara las elecciones de octubre. Era la oportunidad, como venezolanos, para recuperar nuestro país.

 En Globovisión lo hicimos extraordinariamente bien y casi lo logramos, pero la oposición perdió”, afirmó el antiguo dueño del canal, Guillermo Zuloaga, en su misiva de despedida a los trabajadores.Los nuevos propietarios, sospechosos de vínculos con el Gobierno, decidieron cortar con el compromiso de transmitir en directo las informaciones emanadas por voceros de la oposición. “Hay mucha autocensura. Ernesto Villegas [ministro de Comunicación e Información]ha dado órdenes de que no se transmitan mis actos. Está encima de esto”, dijo Capriles en una conversación con este diario. Al mismo tiempo, el presidente Nicolás Maduro viajaba por el mundo en busca de apoyo internacional para su endeble mandato y copaba los espacios en la televisión, tal y como lo hizo su predecesor. Un trabajo de la ONG Monitoreo Ciudadano determinó que entre el 3 de junio y el 3 julio Maduro apareció en las pantallas de Venezolana de Televisión, el canal del Estado, durante 48 horas y cuatro minutos, a un promedio de dos horas diarias. Desde el 14 de abril y el 3 de julio el Gobierno ha obligado a los demás medios a retransmitir su señal 65 horas y 26 minutos, 32 minutos diarios.

En esas circuntancias, el excandidato presidencial decidió transmitir a través de su página web (www.capriles.tv) un programa semanal de televisión para hacer frente a lo que considera un cerco a su liderazgo y superar lo que sin remilgos define como la autocensura de las cadenas privadas de Venezuela. Capriles visualiza a ese espacio, que ha llamadoVenezuela somos todos, como el momento para opinar sobre temas de política nacional y mantener a su base unida y movilizada.

El pasado martes este diario fue invitado a presenciar el programa. Lo primero que sorprende son los equipos con los que cuenta para poder hacer una transmisión. La terraza del piso 1 de su antigua sede de campaña es un set de televisión. Hay cuatro cámaras, una consola que mezcla las imágenes tomadas por cada una de ellas y una antena parabólica. El programa es transmitido en directo y por satélite.

Capriles, que viste una camisa azul celeste y un pantalón verde de drill, llegó al set estrechando manos y saludando con energía. Cuatro periodistas le esperaban sentados a una mesa. Eran los invitados del programa. Después de saludar a la audiencia, de criticar a Maduro por desear que Edward Snowden, el exanalista que reveló el espionaje electrónico de EE UU, aterrice en Venezuela; después incluso de ironizar sobre la costumbre de un miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela de cuidar del brillo de sus uñas antes que los indicadores de su gestión, Capriles criticó, a lo largo de la hora y media que duró el programa, a quienes cuestionan a través de las redes sociales la forma en la que ha conducido la crisis política.

“Hay mucha gente que se dice de oposición que se pasa el 70% de su tiempo atacándonos. El esfuerzo debe ser más propositivo”, dijo. “Los que quieren tomar la calle no son capaces de dejar de ir a la playa el fin de semana para organizarse. No tiene que venir un líder a decirle qué tienen que hacer. Organícense. ¿Qué hacen ellos para fortalecer la alternativa democrática? Nada. Yo sigo proponiendo, pero esto es una lucha de todos. Hay que salir del Twitter y recorrer el país”.

Al finalizar el programa Capriles defendió su estrategia a este diario: “Creo que tengo la responsabilidad, a sabiendas de que Venezuela es un país desinstitucionalizado, de no dejarme llevar por las emociones, sino a apelar a la razón. La emotividad es propia de un proceso electoral y no un acto racional. Hay personas que establecen una comparación con lo que se produjo en Brasil. O lo que pasó en Siria. Yo no puedo pedirle a la gente que salga a la calle, que sea asesinada y luego pasar la página. Esa no es mi visión”.
¿Está en sus horas más bajas?

“Yo trato de buscar el lado positivo de las cosas. Creo que hemos logrado desenmascarar al gobierno. Había que desenmascarar el desigual proceso electoral para darle más valor a la lucha. Creo en la construcción de una fuerza popular lo suficientemente amplia para imponer democráticamente los cambios. Puedo equivocarme. Yo me la estoy jugando”, responde.
(Fuente: Internacional.elpais.com)

ppaulbello@gmail.com

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