viernes, 26 de julio de 2013

PEDRO PAÚL BELLO. EL PASADO Y EL FUTURO DE LA PATRIA.

Es una perogrullada el decirles, a quienes esto lean, que Venezuela está viviendo uno de los más difíciles momentos de toda su historia. A todos los venezolanos nos duele, nos apena y mortifica que nuestra amada Patria se encuentre en la situación en la que está desde hace ya más de catorce años, cuando asumiera la Presidencia de la República el ex Teniente Coronel Hugo Chávez Frías (q.e.p.d.).
Nuestra historia, muy convulsionada a lo largo de los más de cinco siglos   transcurridos desde el Descubrimiento de esta llamada “bendita tierra de gracia”, nunca había registrado la vergüenza, la tristeza y el deshonor de encontrarse, de manera subordinada, a la potestad de otra Nación. A comienzos del siglo XX, nuestro país se vio amenazado por potencias europeas que reclamaban, al gobierno de entonces presidido por Cipriano Castro, el pago de viejas deudas comprometidas por gobiernos anteriores. Barcos de guerra de esas potencias entraron en nuestro mar, pero la astucia del entonces Presidente y la actitud asumida por el gobierno de los Estados Unidos, determinaron el retiro de los amenazantes barcos. De aquel tiempo es aquella frase de Castro: “La planta insolente del extranjero ha osado hollar el sagrado suelo de la Patria.”
En el presente, la situación actual es mucho peor, puesto que es el propio gobierno de nuestra República  --por cierto bautizada como “Bolivariana”--  el que ha traído a una planta insolente del extranjero para  hollar nuestro sagrado suelo.
¿Cuál es la razón o el origen de semejantes desafuero y traición?
Cuando se derrumba el régimen de la entonces Unión Soviética y cae, después, el Muro de Berlín, el gobierno comunista de Cuba quedó desprovisto del apoyo económico y militar que le proporcionaba la caída del régimen comunista ruso. Fidel Castro puso a funcionar su mente en procura de apoyos extranjeros. Su innegable inteligencia pensó en la América del Sur: el primer paso fue la fundación del “Foro de Sao Paolo”, suerte de asamblea que reunió, en 1990, todas las corrientes de izquierda del subcontinente: desde el radicalismo marxista-comunista, hasta movimientos políticos de izquierda más moderados.
En la lúcida mente de Castro renacía, entonces, la fracasada aventura en la que comprometió al Ché Guevara, llamada “La media luna”, pues consistía en avanzar, desde Bolivia y pasar por el occidente extremo del Perú, Ecuador, el sur de Colombia y de Venezuela y el norte de Brasil, lo que en el mapa diseña una suerte de media luna. La intención de entonces era propiciar un frente en la América del Sur, que se opusiera al “imperio” norteamericano con medios semejantes a los que en Vietnam había confrontado y hecho fracasar a los Estados Unidos.
Volvía a la cabeza de Fidel Castro esa idea en 1990. El plan consistía en aprovechar el Foro de Sao Paolo para conseguir recursos pero, también, para favorecer el desarrollo en los países del norte: Colombia asediada por las guerras de la Farc y otras más; el norte de Brasil donde eran fuertes las corrientes comunistas y Venezuela, donde sectores comunistas que no se habían acogido a la política de pacificación de los gobiernos de Leoni y Caldera, por obre de Douglas Bravo, habían venido penetrando las FFAA desde los años 70. En Venezuela, la primera señal de esa penetración se manifestó en el llamado “Caracazo”.
Posteriormente, en nuestro país, se produjeron, el año 2002, los dos intentos de golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Por eso, cuando ya libre de la cárcel, le visitó Hugo Chávez, Fidel Castro se dio cuenta que le había llegado la gallina de los huevos de oro.  Castro recibió a Chávez con gran alegría y éste, dicho sin irrespeto, se “enamoró” del político Castro. Por indicación de Castro, Chávez se fue al medio oriente y visitó a Hussein, Gheddafi y otros líderes del radicalismo musulmán.
De regreso a Venezuela, no le resultó difícil a Luis Miquilena el convencer a Chávez para que dejara la orientación que había anunciado de no participar en elecciones. No me consta, pero intuyo que Fidel Castro preparó ese camino. A ello se sumaron los errores cometidos por los partidos democráticos venezolanos, como lo fueron la destitución del Presidente Pérez, el adelantar las elecciones para el Congreso Nacional y la pobreza de los candidatos por los  partidos democráticos para las elecciones de 1998.
Ante tales desbarajustes, no le resultó difícil a Chávez el vencer en esas elecciones. Tampoco le fue difícil a Castro acercarse a Chávez para apoyarlo. A fines del 2001 Fidel Castro vino a Caracas para apoyar a su discípulo, quien debía confrontar un referendo revocatorio convocado para el primer semestre de 2002. Castro estuvo un tiempo en Caracas: habló por TV y radio diciendo que la alfabetización en Venezuela, en dos años, había superado la que él había realizado la de Cuba; le aconsejó dilatar la fecha del referendo (recuerdan la historia de las “planillas planas”) y le convenció para que creara los Barrio Adentro en la Capital y en todo el país. Además, le dio un apoyo fundamental: el fraude electoral urdido y planificado desde Cuba, para garantizar la victoria de su pupilo en la votación del referendo.
Entonces comenzó la penetración cubana: ocuparon los registros públicos; vinieron “médicos” para los Barrio Adentro y también militares cubanos y espías para controlar nuestras Fuerzas Armadas y garantizar el mantenimiento del régimen instalado e Venezuela.
Cuando llegó el momento de elegir nueva Asamblea Nacional, una inmensa mayoría de los venezolanos optamos por la abstención.  Pero los partidos democráticos no atendieron o no entendieron la voluntad popular. En vez de aprovechar esa crítica circunstancia, puesto que apenas concurrió a las urnas el quince por ciento de los electores, la mitad de los cuales votaron nulo, los partidos democráticos agrupados en la entonces “Coordinadora Democrática” se dedicaron a “mantener sus espacios.”
Hoy en día, más que demostrado el fraude electoral ininterrumpido desde el año 2002, ante a imperiosa necesidad de acudir masivamente a los comicios del próximo diciembre, voces agoreras prefieren criticar la líder de la oposición por impedir una marcha el 17 de abril. Si esa marcha se hubiese realizado, entonces los mismos detractores de Capriles y demás líderes de la oposición, gastan miserablemente sus días criticando al líder que dio el todo por el todo en las dos elecciones pasadas.
Si lograrán, Dios no lo quiera, dividir ahora la oposición, la suerte de nuestra Patria estaría echada: será otra Cuba o un satélite de ésta.   
ppaulbello@gmail.com
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