En la decisión de varios gobiernos europeos de
impedir que el avión presidencial boliviano que transportaba al mandatario de
ese país sobrevolara su territorio, subyace una situación tan compleja como el
caso Edward Snowden, sin pretender restar relevancia a la complicada situación
internacional que ha generado el ex contratista de inteligencia estadounidense.
Es improbable que los gobiernos de Francia,
España, Italia y Portugal hubieran tomado una decisión que violenta las
relaciones entre las naciones, afecta el derecho internacional y establece un grave
precedente como lo han declarado numerosos internacionalistas, si la fuente que
suministró la información no hubiera sido creíble.
Por otra parte en base a los resultados
–Snowden no estaba en el avión presidencial boliviano– se puede considerar que estos
cuatro gobiernos europeos son muy crédulos o fueron objetos de una provocación
de algún servicio de espionaje extranjero que buscaba generar un escándalo
internacional en el que las administraciones de las cuatro naciones se vieran
envueltas y a la vez se pudiera involucrar a Estados Unidos.
El ex cónsul boliviano y experto en derecho
internacional Gustavo Aliaga declaró que lo ocurrido con el presidente Morales
es parte de una “conspiración internacional” “demostrativa y un abuso de los
Estados Unidos y de los países europeos” –¿pero por qué no suponer otras
opciones?– y considerar que el espectáculo internacional que resultó de la
decisión de París, Lisboa, Madrid y Roma, fue planeado por gobiernos que
necesitan someter a sus pueblos a crisis permanentes, que requieren vociferar
que la nación está en peligro para ellos erigirse en sus salvadores.
En nuestro continente sobran “gobernantes
víctimas” que gustan esconder sus fracasos, errores y despotismo en un falso
nacionalismo y en las constantes amenazas procedentes de Estados Unidos, así
que es posible que el presidente Evo Morales haya sido escogido por uno o más
de sus aliados para propiciar un escándalo internacional de gigantescas
proporciones que bien podrían encubrir otras actividades.
Por su parte, el ex canciller boliviano
Armando Loaiza considera que todos los países que restringieron el tráfico
aéreo deben ofrecer disculpas al gobierno de Bolivia, sin descartar que el
incidente fuera consecuencia de declaraciones del presidente Evo Morales en
torno a la posibilidad de otorgar asilo político a Edward Snowden.
No se debe pasar por alto que el pasado 2 de
julio, el propio vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, declaró que
“oficialmente no ha llegado ningún pedido, pero de hacerlo así, ya el
presidente (Evo Morales) ha dado la respuesta del estudio que haríamos”.
Es importante destacar que tanto Evo Morales
como el venezolano Nicolás Maduro, durante la Segunda Cumbre del Foro de Países
Exportadores de Gas celebrada en Moscú, fueron los únicos mandatarios que se
mostraron a favor de concederle asilo al fugitivo estadounidense; no obstante,
con independencia del origen y fines de la fuente de información, Morales era
el mejor candidato para ser involucrado con Snowden, porque su avión tenía que
hacer una escala obligada en Europa antes de llegar a su destino.
Por otra parte los disparates y desplantes en
que incurre Evo Morales lo convierten en un mandatario que respeta poco su alta
investidura, lo que puede conducirle a participar en una gestión de dudosa
probidad, pero que de resultar exitosa, le proyectaría como el máximo
representante en la lucha contra los países más poderosos del orbe.
Morales, al igual que otros mandatarios del
ALBA, no cuenta con el respeto ni la consideración de muchos de sus pares en el
resto del mundo. Desde el desaparecido Hugo Chávez hasta Daniel Ortega, sin
olvidar a Rafael Correa, Nicolás Maduro y muy en particular Evo Morales, todos
se han caracterizado por actuaciones contrarias a sus altas investiduras y en proferir
declaraciones ridículas que afectan el prestigio de sus respectivos países y
avergüenzan a muchos de sus gobernados.
La conducta de estos mandatarios permite a
otros gobiernos considerar que son capaces de incumplir cualquier acuerdo o
compromiso con el solo fin promover sus proyectos, e instrumentar shows
mediáticos en los que hacen creer a sus partidarios que son una fuerza
imbatible y líderes capaces de cambiar el mundo. En esta gestión hay que
reconocer que el dictador cubano, Fidel Castro, fue un maestro.
Trama o realidad, el escenario estaba listo
para que distintos productores con fines diferentes montaran una obra que hasta
el momento ha beneficiado exclusivamente a los caudillos de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y sus asociados, una
distracción que ha permitido que los que encarcelan, reprimen y censuran a la
prensa, se proclamen justos y respetuosos de los derecho de los otros.
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