miércoles, 17 de julio de 2013

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, ¿GUERRA CIVIL?

En los últimos 14 años, alrededor de 200 mil venezolanos han perdido la vida, a causa del hampa. Una cifra que sobrepasa el número de víctimas que se han producido en países en guerra.
Reconozco que el título de este artículo habrá hecho pensar a algunos lectores que comenzaría por abordar otro tema, por ejemplo a la de un tipo de salida a la crisis. Prefiero comenzar preguntándome si ¿se podría hablar de Guerra Civil en Venezuela?
Si el estatus de guerra se define por el número de pérdidas humanas, quiere decir que nos encontramos dentro de esa definición. Si lo define una realidad donde una sociedad civil se encuentra sometida al peligro de un cruce de balas incontrolado, que mantienen a la población en un estado permanente de inseguridad, encuadramos dentro de esa realidad.
Todo parece indicar que la situación tenderá a ser peor, ya que ninguno de los planes implementados por el régimen producen resultado.
Aquí se armó a un sector de la población civil, a cambio del apoyo al proceso que adelantaban de la mano de los Castro. Se seleccionaron los grupos más peligrosos y los personajes más violentos, hasta se les designo una “comandante” que murió como el turpial.
Grupos de irregulares con el objetivo de aterrorizar la población y con mucho tiempo libre, ellos terminaron por dedicarse a hacer productivo ese porte de armas.
Con el agravante que en determinados sectores populares los jefes de bandas terminan por convertirse en ídolos de muchos jóvenes desorientados. Una generación a la cual el sistema actual le concede pocas esperanzas de superación.
El régimen en el pasado amenazó con una guerra civil si perdía las elecciones, cabe preguntarse ¿que estamos viviendo actualmente los venezolanos? y ¿hasta cuándo?.
Muchos estudios existen para luchar contra la delincuencia, señalan que para atacar las causas es necesario mejorar los cuerpos de seguridad, la atención a la familia, fomentar el deporte, educar a los jóvenes, promover la creación de fuentes de trabajo, desarrollar programas culturales, entre otros.
En Venezuela es necesario sincerase. Para lograr la reconciliación de los venezolanos tienen ambas partes que desearlo, solo así podrán unirse en la búsqueda de una solución.
Sin voluntad política no será posible implementarla. El compromiso mayor le corresponde al Gobierno, quien tiene la responsabilidad y el deber de atender el problema.
La falta de esa voluntad, la indiferencia demostrada ante los dramas diarios que vive la población civil. El cinismo de los responsables de la seguridad del país, al intentar distraer la atención sobre la realidad que diezma la población, no tranquiliza a los venezolanos.
Se respira un aire de Guerra Civil, una especie de pacto con la muerte a la que se deja actuar impunemente. Podría sospecharse que la situación conviene a quienes permiten que continúe.
Como si existiese la voluntad de mantener una sociedad entera entre rejas, aquellas con las que cubre todas las puertas y ventanas de su casa, en un vano intento por alejar al enemigo.
Una sociedad que ha terminado por hacer de su ciudad un pasadizo en el que se desplaza rápidamente de un lado a otro, a fin de satisfacer las cosas más indispensables y evitar el peligro, De la casa al trabajo, del trabajo al mercado, llevar rápidamente los niños a la escuela y regresarlos, sin detenerse en los semáforos o en la esquinas, sobre todo si está comenzando la tarde. Mirando con insistencia por el retrovisor la cercanía de cualquier motorizado, que podría golpear tu parabrisas con un revolver.
Donde a pesar del “paraíso socialista bolivariano” muere un venezolano cada media hora. Situación que inquieta a padres y madres de familia, con horas de insomnio hasta que el último hijo regresa a casa, que les roba años de vida, producto del estrés y de la angustia. Que limita a las nuevas generaciones en su desarrollo personal, que arruina proyectos de vida.
Que impulsa a miles de ciudadanos a abandonar el país, buscando seguridad y calidad de vida, pero sobre todo dejando el control de Venezuela en las manos de quienes teniendo una responsabilidad, ni la asumen, ni la corrigen.
El venezolano entiende el peligro de perder los espacios democráticos. Digan lo que digan, este pueblo no ha descansado luchando por un cambio. Hemos escogido esta vía a pesar de que el gobierno siempre ha intentado desprestigiarnos, ha perseguido a nuestros dirigentes, muchos de los cuales han sido detenidos injustamente, otros golpeados de manera salvaje y muchos obligados a exilarse ante la falta de justicia en el país. En Venezuela se lucha de manera desigual, contra todo el aparato del estado y con instituciones que funcionan al servicio de un partido y no de la Nación.
La garantía de una salida, ha señalado la oposición, es que exista una alternativa, y que esta crezca constantemente con el apoyo popular. Una alternativa para una salida pacífica, electoral y constitucional.
Por su parte el gobierno utiliza estrategias fascistas porque no ha logrado sacar a la oposición de la línea democrática, pero no podemos perder ningún espacio de lucha, a pesar de las trampas, la única manera de probarlo, es obligarlos a repetirlas, ¡todo eso servirá en el futuro!
En muchas guerras mundiales se llegó a medidas extremas, supuestamente para evitar más víctimas. La solución de fuerza se ha vislumbrado como una posibilidad, en muchas de ellas.
Recordemos que el camino hacia la paz y la reconciliación, no pasa por la guerra necesariamente… Cuando estas cosas suceden es porque se cerró la posibilidad de dialogar, en ese momento se debe estar dispuesto a pagar el tributo y correr el riesgo del que llega por la fuerza, acceda a retirarse cuando sea el momento propicio para reinstalar la democracia.
La violencia es la cara más oscura de la lucha política, no es progresista, no enriquece al ser humano. Es lo contrario a la civilización. Lamentablemente un dialogo entre seres humanos, exige esa conducta en ambos bandos.
Detrás de una guerra quedan las heridas, la desolación, la muerte de muchos inocentes, con ella todo el mundo pierde, no hay vencedores…
Alguien señaló con acierto… “Con la guerra no se gana nada que no se tuviera, y se pierde todo lo que se tenía”.
Todas las partes deben medir bien las consecuencias, los pro y los contra de nuestras acciones y de nuestra responsabilidad.
Yo también una vez tuve un sueño, que todo el que se sentía venezolano asumía un compromiso con este pueblo, un compromiso por la vida.
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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