martes, 16 de julio de 2013

FORTUNATO GONZÁLEZ CRUZ, LA MALDICION DE MACARAPANA II, POR LA CALLE REAL

La legitimidad del gobernante ha estado siempre vinculada a la tranquilidad y a la prosperidad del pueblo, como lo señala el artículo 3 de la Constitución Venezolana, o en asegurar la máxima suma de felicidad posible como lo afirma la doctrina de Simón Bolívar (Discurso de Angostura). La historia de la humanidad es de esfuerzos teóricos para buscar la clave de la felicidad, y cualquiera que haya sido el camino emprendido, basta mirar al alma humana para descubrirla: la fe en el hombre, la esperanza en el mañana y por sobre todo el amor. 
Una segunda clave es la comprensión del papel instrumental que desempeñan la ciencia y la tecnología para una existencia feliz. El hombre a veces se hace esclavo de sus bajas pasiones entre las que destaca la idolatría del dinero y del poder, inventa ideologías y cree en ellas, y cuando una élite infestada de esos males se hace del poder político, lleva a la sociedad a la ruina.
Es lo que pasa en Venezuela. La izquierda de café y viajes a París, atiborrada de Marx y de buen brandy, y un pelotón de militares se han hecho del poder y entrado en una degradante espiral concupiscente, si es que hubo en algún momento sueños socialistas, los han tirado para que quepan el poder y todo lo que asegura. La vida privada de Mario Silva, puesta al descubierto recientemente, es solo una muestra de que el discurso va por un lado y la vida dispendiosa e incluso asquerosa por otra. 
Atrincherados en su ideología, gozando del poder, se van alejando de una realidad creada por ellos en estos 15 años de ejercicio ilimitado del poder. Veamos un caso: El desarrollo endógeno.
Fue la única política pública que me atrajo porque es la que ha asegurado bienestar, prosperidad y justicia donde ha avanzado. Es el desarrollo sustentable consagrado en la Constitución. ¡Qué buena idea! Algunos disparates venían pegados, como los gallineros verticales y los conucos zamoranos, producto de la supina ignorancia y de las “ocurrencias” del comandante, pero era un gran desafío a la creatividad y al emprendimiento.
A 15 años nadie del gobierno habla de desarrollo endógeno. Los puertos están atiborrados de productos importados que han podido ser producidos aquí. 
Los pequeños comerciantes venezolanos están siendo sustituidos por chinos, que acaban con los pequeños sastres, costureros, zapateros, albañiles, plomeros y demás trabajadores que durante generaciones formaron la sustancia de nuestra producción provinciana. 
Se niega el precio a los productos nacionales pero se importan subsidiados de otros países; nuestros técnicos son desplazados por operarios chinos en las grandes obras financiadas por ellos. Las academias se vacían de talentos porque un cabo del ejército vale más que un summa cum laude. 
Hay acoso a todo el que produzca algo porque el negocio es la rapiña de los dólares petroleros.  Es una manera de ver la Maldición de Maracapana, lanzada por un señor que ni siquiera sabemos donde nació.
Las manos de la fe se alzan al cielo, pero a la vez edifican, en la caridad, una ciudad construida sobre relaciones, que tienen como fundamento el amor de Dios. Lumen Fidei. Papa Francisco

morochodos@gmail.com

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