miércoles, 31 de julio de 2013

EGILDO LUJÁN NAVA, LO DEL ZORRO NO ES POR LA “Z”, FORMATO DEL FUTURO…

Durante los últimos tres meses, el país ha vivido un sinnúmero de eventos; unos muy graves y otros solamente graves. Pero, de inmediato, ha surgido un trapo rojo desviando la atención del problema y, sin que la ciudadanía se dé cuenta, cosas graves pasan desapercibidas y el daño se acentúa.

Es por eso por lo que ya es común escuchar la opinión general de que los ciudadanos deben seguir al zorro y no a la “Z” marcada en el trapo, descubriendo la innegable habilidad de apelar a los trapos rojos, de la más extraña manufactura, para centrar el interés colectivo en lo efectista, mientras que lo trascendente y relevante se minimiza, hasta que lo nuevamente grave se hace presente.

En conversaciones con distintos grupos y en varios ambientes y lugares, lo que abundan son las preguntas sobre la actual situación. Obviamente, los problemas son muchos. Y cada persona tiene su propia escala de ubicación del tipo de problema en su vida individual, o en aquella que lo relaciona con el entorno en el que se desenvuelve.

La inflación galopa y castiga todos los bolsillos, especialmente a los de aquellos que menos tienen capacidad de compra. El consumidor ya no sólo no consigue el producto deseado y necesitado, sino que, además, encontrarlo se le traduce en dos alternativas: adquirirlo al precio que establece el mercado negro, o no llevarlo a la casa por su alto valor o inexistencia.

0tro de esos problemas es la devaluación de la moneda y los altísimos índices de inflación, acompañados de una ya crónica escasez o de un desabastecimiento ante el que las autoridades se niegan a abrir los ojos. Se trata de los peores castigos a los que puede ser sometido cualquier país con sus ciudadanos de parte de quienes gobiernan, y que están esos cargos para impedir, precisamente, que suceda lo que está pasando actualmente.

Los hogares de bajos y medianos recursos ya están cambiando los hábitos de consumo, hacia alimentos más baratos, que lamentablemente son los menos nutritivos y de alto contenido de carbohidratos: los que más inciden en la acumulación de grasa corporal y que hoy mantienen en Venezuela en el segundo lugar de obesidad en Latinoamérica, después de México.

¿Y cuál es la respuesta en general que ofrecen las autoridades para que la ciudadanía no perciba detenidamente lo que está sucediendo en cada hogar venezolano?: trapos rojos. El caso que hoy captura mayor centimetraje y tiempo efectivo en los medios, sin duda alguna, es el de la subasta de dólares. Pocos saben quiénes reciben esas divisas después de una subasta a la venezolana. Y aquellos que los han recibido, consideran que son realmente insuficientes. ¿Y cuánto tiempo le ha dedicado Venezuela durante los meses de junio y julio a tratar de entender dicho sistema, y a adivinar porqué unos son favorecidos y otros excluidos?. Habrá que esperar por los resultados de la siguiente subasta, y ojalá que no sea para escuchar más acusaciones, más dudas, más suspicacias.

Para hacerle frente al comprometedor problema de la inseguridad, una vez más, se hacen anuncios, a la par de cambio de autoridades responsables de convertirlos en hechos reales, y se pone a la Guardia Nacional en la calle en plan de institución ganadora. Pero el enfermo no mejora.

Mientras tanto, sigue inalterable el gravísimo problema en el sistema educacional y, antes de plantearse soluciones estructurales verdaderas, se trata de desmentir las causas. Nunca país alguno se ha desarrollado sin darle prioridad a la Educación, dotándola de recursos, docentes de gran calidad, muy bien remunerados y llenando el país de escuelas, universidades e institutos técnicos.

Seguidamente, se atacan las instituciones médicas privadas acusándolas de especuladoras, se regulan los precios de sus servicios unilateralmente, sin convocarlas a discutir y a buscar soluciones. Mientras tanto,  los hospitales y servicios médicos públicos, que tienen el doble o más camas para internar enfermos que las instituciones privadas, no son capaces de asumir el rol que les correspondería, según lo que la Constitución le establece al Estado: evitar que las privadas atienden más del 60 % de los enfermos hospitalizados a nivel nacional, a partir de un servicio de salud médico hospitalario de primera. Desde luego, sobre los costos públicos por cama, comparado con los privados, la mejor opinión la deberían tener la instancia contralora de la Asamblea Nacional y la propia Contraloría General de la República.

Para hacer más dramáticas las comparaciones, a las instituciones privadas se les obliga -so pena de graves sanciones- a cumplir con todo el entramado legal laboral. ¿Quién en Venezuela puede objetar el hecho de que las leyes le obligan a mantener una nómina permanente por inamovilidad laboral, independientemente de la eficiencia o cumplimiento de obligaciones por parte de quienes ofrecen su fuerza de trabajo?. ¿Y sucede así en el sector publico?. Allí lo que acontece está descrito en las protestas públicas a diario, reclamando hasta lo más legítimo, como es el pago de sus salarios, meses de salarios caídos, ni hablar del bono alimentario o de los incumplidos aumentos salariales decretados hasta con años de antigüedad.

Simultáneamente, se plantea un pleito con Colombia, los Estados Unidos y con Chile por recibir al dirigente político venezolano Henrique Capriles, sin que fuera del territorio nacional se pueda entender realmente a qué obedece semejante reacción gubernamental.

En Venezuela, no hay soluciones de la jerarquía y con la prontitud que demanda la multiplicidad de problemas que agobian a los venezolanos. Pero abundan las " Z ", los trapos rojos.

A cien días de desempeño del actual Gobierno, la cosecha popular por excelencia de esa manera de gobernar es la incertidumbre. Esa misma administración le hizo un llamado al sector privado, para dialogar y promover ciertas soluciones, al menos en lo referente a la generación de respuestas concretas por las ineficiencias en materia de control de cambio y de precios. Y hubo una respuesta satisfactoria ante el hecho de que dicho llamado lo estuviera haciendo el nuevo Ministro de Finanzas, Nelson Merentes. Esa exhortación fue calificada de positiva y los participantes salieron de los encuentros, confiados en que surgiría un plan de recuperación. Hasta el presente, sólo  se han aplicado paños calientes que distan mucho de ser la solución.

Es indispensable elaborar un nuevo Plan de la Nación, con metas definidas y tiempos; ubicar los capitales necesarios; convocar a los más capaces; olvidar el eterno enroque de Ministros y funcionarios.  Porque ya no hay más tiempo para seguir experimentando, y convertir falsos resultados en glorias políticas, cargadas, además, de sistemas de defensa, apelándose al ya oxidado procedimiento de que quien no lo ve bien, lo hace forzado por alguna rebuscada vocación antigubernamental, antivenezolanista.

¿Debe seguir esperando la sociedad venezolana, para que el Gobierno levante la bandera del entendimiento y ofrezca un diálogo serio y sincero?. ¿0 le corresponde a los administrados, reconociendo la ventaja de vivir en un país de oportunidades, asumir la responsabilidad histórica de dar ese paso y llamar la atención acerca de que  la tarea la tienen que asumir todos los venezolanos, incluyendo a quienes gobiernan?.

egildolujan@gmail.com

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Edecio Brito Escobar (CNP-314)
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