lunes, 22 de julio de 2013

EGILDO LUJÁN NAVA, EL GOTEO INEVITABLE DEL SICAD, FORMATO DEL FUTURO…

La economía venezolana danza a partir de esta semana al ritmo del goteo inevitable del Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD), una especie de hermano menor de la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI)  y que ha emergido de los entretelones del decenario control de cambio, en procura del sedante tranquilizador de quienes trabajan por el país y para el país, pero cuyos negocios, sencillamente, ya no corren a la velocidad de diseños estratégicos iniciales de sus gerentes y accionistas, sino de la voluntad de quienes están al frente de la administración del Estado.

La inevitabilidad, desde luego, está relacionada con la máxima colectiva de que “es lo que hay”, por lo que es a eso a lo que hay someterse, porque así lo dispusieron los mismos que trajeron al país a este presente; a esta actualidad inmersa en la incertidumbre, en la duda permanente con respecto a la garantía de que “dólares hay”, aunque las cuentas no oficiales de la disponibilidad “no dan”.
Tan cierta es esta cosecha de suspicacias, que ya se ha escuchado decir de parte de algunos de los que participaron en la primera batida de la subasta, lo que jamás pensaron que se verían obligados a decirlo públicamente: “no participaremos nuevamente”.
Todavía se desconocen las opiniones sobre esas dudas, de parte de los llamados arquitectos del Sistema, luego de esa apreciación de quienes se sienten decepcionados con lo que sucedió. Y si bien ya los responsables de éste y de otros cargos públicos han acostumbrado a la ciudadanía, en cuanto a que las apreciaciones críticas de los administrados pudieran estar hermanadas –o dirigidas- a alimentar zozobras, por lo que son huérfanas de legitimidad, no menos cierto es que en esta jugada pareciera ser que los roles afectivos o despectivos no necesariamente son aceptables en silencio. Porque después de haberse tenido que someter a la penuria de más de diez meses, mientras CADIVI daba señales de eficiencia o de alguna ligera utilidad funcional, sin que las respuestas no pasaran de promesas para el mediano plazo, depender ahora de otra fórmula para que las necesarias respuestas positivas no se manifiesten, bien vale la pena disentir del llamado a la complicidad silenciosa.
Desde luego, reconocimiento sincero del empresariado serio merecen aquellos que se han atrevido a hablar públicamente sobre el caso, sin ocultar nombres y apellidos, y precisando que lo que les mueve a decirlo de esa manera, es porque confían en el que el Sistema puede funcionar y que las verdaderas empresas también pudieran favorecerse del mismo, porque ellas lo requieren, pero mucho más la economía en su conjunto.
Cuando apenas se ha celebrado la primera subasta de la nueva etapa del SICAD, es verdad, lo dicho como acusación contra la ausencia de transparencia, se pudiera considerar que hay un injustificado apresuramiento en la armazón de cuestionamientos a lo que pudiera suceder con los nuevos actos relacionados con dicho procedimiento.
Sin embargo, bajo el mismo esquema de observaciones, tampoco hay razones para alimentar tanta fe en lo positivo que pudiera estar sucediendo con la economía a lo largo de los venideros cinco meses que le restan al 2013, porque no es posible recomponer tantos entuertos operativos y administrativos sin la suficiencia de recursos imprescindibles para hacerlo posible, y mucho menos sin tomar en consideración que, guste o no, sin empresas privadas activadas y en plena capacidad productiva de bienes y servicios, ya no es posible moverse en una economía en crecimiento.
Con excepción de las afirmaciones de que no es cierto que la economía está inmersa en un proceso de estanflación, la seguridad con la que desde el más alto nivel gubernamental se asegura que la economía cerrará el año en curso con un crecimiento oscilante entre un 2 y 3%, no luce convincente, ni mucho menos serio.
Insistir, además,  en que la inflación comenzará a perder fuerza a partir de la presencia en el Gobierno de Eduardo Samán al frente del Indepabis, por otra parte, equivale a la atrevida -cuando no ignorante- convicción de que las economías de los países en donde la inflación es una enfermedad económica desconocida, es por la presencia eficiente y efectiva del empleo de modalidades represivas para impedir que el mercado funcione y los consumidores carezcan de racionalidad decisoria, porque conforman agrupaciones sociales llenas de bobos. Y eso no es cierto.

Desde luego, queda el recurso del empleo “apropiado y conveniente” del instrumento de la graficada estadística, para aplacar dudas y avivar confianza en la verdad que siempre se sabrá armar desde las altas instancias gubernamentales, para el momento cuando se hace imprescindible apelar a la exaltación de las recuperaciones que se tienen que mercadear antes de que llegue el momento del último proceso comicial del 2013, si es que se realiza.

No obstante, también  hay un aprendizaje en la sociedad, lo suficientemente  bien arraigado, como para suponer que habrá un asentimiento sumiso ante el hecho, por lo demás, absolutamente inconveniente hasta para el mismo Gobierno que, a diario, dentro y fuera del país, todavía necesita seguir insistiendo en la construcción de credibilidad en su origen y en su desempeño, ya que una parte importante de los venezolanos insiste en desconocerle por su orfandad de legitimidad.

egildolujan@gmail.com

Enviado a nuestros  correos por
Edecio Brito Escobar (CNP-314)
ebritoe@gmail.com

 EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.