lunes, 22 de julio de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, POLITICA “DE CHICHARRÓN”, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

El régimen se atragantó de “chicharrón” desquiciándolo de tal forma que convirtió sus intenciones en intimidaciones y sus acciones en perturbaciones.

Con tan excéntrica denominación, no se busca ofender el sentido gastronómico que ostenta el chicharrón como gustosa comida extraída de la fritura de la piel del cerdo con o sin carne, o de la dilución de la grasa del cerdo. Sin embargo, en tanto parte de la cultura de los distintos pueblos hispanoamericanos donde figura éste como complemento o parte de platos que confieren sentido y sabor a la mesa popular, arrastra distintos cuestionamientos que ponen en duda su calidad como exquisitez dado el excesivo contenido graso el cual incita, peligrosamente, formación de colesterol al interior del sistema cardiovascular.

Su ingesta, tiene un parangón en política que igualmente aviva enfermedades. Pero esta vez, enfermedades sociales derivadas del torrente populista que mantiene un país en atroz retroceso. Es el caso venezolano, donde una horda de gerentes derrochadores e incompetentes, desbordaron sobre la nación toda una suerte de inconclusas ejecutorias que después de casi quince años en el poder, siguen socavando preceptos políticos con el único propósito de trasegar los vicios y resabios de un socialismo trasnochado a las realidades nacionales.

Mientras que países adscritos a la onda de la globalización se plantean esfuerzos para depurar un desarrollo económico y social en el marco de la llamada “sociedad del conocimiento”, Venezuela se pliega al extenuado círculo de países que siguen apostando a ilusas expectativas sembradas por un comunismo animado en las postrimerías del siglo XIX y deshinchado en la medianía del siglo XX. A consecuencia de equivocadas decisiones, que además fueron encubiertas por un plan político de gobierno de oscuras intenciones, se fraguó un sentimiento de miedo que se prestó no sólo para intimidar reacciones que contuvieran algún hito de protesta. También, para inhibir objeciones que pudieran dar cuenta de la tramoya que desde el alto gobierno venían instándose a manera de conspirar contra el Estado democrático y social de Derecho y de Justicia y justificar así la aplicación de un pretendido y burdo “socialismo del siglo XXI”.

En consecuencia, el país vio sumergir sus valores de libertad, igualdad y paz, y lo que constitucionalmente exaltó el magno texto cuando describe que Venezuela exhortará “la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.  En contrapartida con la denominada “sociedad del conocimiento”, emergió la “sociedad del riesgo” como calificó Ulrick Beck, sociólogo alemán, a esa fase de desarrollo de la sociedad moderna atrapada por los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales que tienden cada vez más a profundizarse ante un vacío político e institucional. Una sociedad donde el reparto e incremento de los riesgos sigue el mismo proceso de desigualdad social. Donde la ciudadanía sufre de atrofia, pues quedan debilitadas las fuentes colectivas que dan realce a la sociedad.

A los desafueros de este régimen, sembrado a la sombra de la impunidad, la corrupción y la ilegitimidad, deben sumarse vetustas y novedosas afecciones producidas por el exagerado engreimiento de poder por cuyas ostentaciones se instituyeron mentiras con nombres de leyes y odios con palabras de discursos presidenciales. Es decir, el régimen se atragantó de “chicharrón” desquiciándolo de tal forma que convirtió sus intenciones en intimidaciones y sus acciones en perturbaciones. Tanta consternación impulsada por causa de proposiciones que terminaron en desviaciones, sólo puede decirse que fue producto de políticas forjadas en el resentimiento. En ideas que no alcanzaron a parecerse al matiz de un pueblo necesitado y casi desarraigado en su bienestar y progreso. Todo se estableció desde una política “de chicharrón”.

VENTANA DE PAPEL

SIMULACRO DE GOBIERNO

La gestión del presente régimen, ha querido seguir la inercia sobre la cual se impulsó la demagogia que le imprimió el presidente Chávez. No obstante, tan absurda pretensión terminó siendo aún peor puesto que ni siquiera la legitimidad le augura la más mínima cuota de respaldo político. Todo luce a hipocresía. Cuando menos, pareciera un circo cuyos payasos no provocan risas, sino llanto. Pero de rabia, por la impotencia que conmina a todo venezolano que busca levantar su voz de protesta. Cuesta mucho respirar algún aire de triunfo que anime actitudes que apunten en la dirección de poner al descubierto los chanchullos de los que se vale el régimen para imponerse en medio del abuso cuando expropia propiedades privadas, cuando cierra establecimientos comerciales, cuando sigue sordo y ciego a las demandas universitarias, cuando desconoce el alcance de las endemias que atacan la salud del venezolano, cuando disimula seguridad en nombre de una supuesta paz mientras que alcahuetea robos y violencia de motorizados vestidos a lo miliciano. O cuando vapulea el idioma para incorporar un léxico que abochorna el uso culto de la lengua española. Sin embargo, gasta onerosas sumas de dinero para hacer ver a los ojos del mundo que Venezuela es un paraíso, aunque sin oro pero con petróleo con el cual compra falsas adherencias. Todo es un espectáculo ramplón. Un grosero simulacro de gobierno.

SOCIALISMO SÓLO PROMUEVE CONSTRICCIÓN

Es inaceptable que hayan personas que, egresadas de una universidad autónoma, crítica y democrática, donde la universalidad fija la condición ecléctica del profesional universitario, se presten a favorecer las contrariedades que emanan de la cúpula del régimen criollo. Ante esta estrujada realidad que favorece la corrupción y la arbitrariedad operada desde los altos mandos políticos, Luís Manuel Cuevas Quintero, historiador y profesor de la Universidad de Los Andes, expone su preocupación sobre lo que esto significa. Por esta razón, eleva una pregunta a quienes desde el oficialismo continúan pensando en un futuro provisor pero montado sobre “bases de cartón”. A este respecto, escribe particularmente a los abogados lo siguiente: “Si entienden lo que es el socialismo, si quieren renunciar a la autonomía que es también el libre ejercicio del Derecho dentro de un marco de libertades, apoyar un proyecto político porque se está dentro de un imaginario instituyente pleno de ilusiones y no de realidades, eso es condenar el ejercicio del Derecho a su antinomia que es la censura, la violación de las libertades y la confiscación de la autonomía”. Ya la historia política contemporánea, está cundida de referencias y narraciones de casos patéticos que iluminan los errores que se cometieron blandiendo las banderas del socialismo. Más aún, cuando éste ha degenerado a causa del colectivismo que anima sus posturas que pretenden ser incitadas por sectores de la población cuya cultura política carece de la estructuración necesaria para alcanzar lo que, al menos plantea el utopismo con el cual se describió esta ideología que acude a la organización social como fundamento de su praxis. Mientras tales propósitos se vean opacados por el egoísmo y la envidia que hay detrás de todo grupo social, el socialismo será imposible. Por ahora, este socialismo sólo promueve constricción.

LA EDUCACIÓN TIENE UN ÁNGEL

Cuando se piensa en torno al problema que significa ocuparse de los hijos que hay que dejarle al mundo, más que del mundo que va a quedarle a los hijos, está estimulándose a reflexionar sobre cómo impartirle a esos hijos una educación que se corresponda con ideales de moralidad, ética, dignidad y honestidad. Entre otros valores que igualmente les brinda una preparación calificada para la vida. Pero para una vida de tolerancia, respeto, amistad, solidaridad. Y sobre todo, de verdad. La laboriosa actividad de Mary Contreras de Aranguren, historiadora, docente y defensora educativa, ha hallado una ruta metodológica que permite a los agentes de socialización: padres-representantes, educadores, sociedad, allanar tan importantes espacios. La exposición de Mary Contreras ante el foro de académicos y miembros de la sociedad merideña, organizado por la Academia de Mérida no sólo permitió que su brillante tesis llegue a conocimiento de las instituciones educativas. También, que el país educador se entere del arte y de la pedagogía que destacan el paradigma que Contreras edifica alrededor de tan trascendental necesidad. Así, el país podrá hacerse del mismo para garantizarse un desarrollo conveniente desde la concienciación de los deberes y derechos del niño. Y es porque en Mérida, la educación tiene un ángel.

“Una Universidad sometida a los arbitrios del poder político, es un cuartel disimulado” AJM

antoniomonagas@gmail.com



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