martes, 9 de julio de 2013

ÁLVARO G. REQUENA, "NADA ME ASOMBRA"


Este quizá no sea el título adecuado para un modesto ensayo sobre la situación política de este país, tal y como la veo yo. “Todo me asombra”, puede ser más acertado, pero no refleja mi estado de ánimo ni mis expectativas. Me explico, la situación política, social, económica y de seguridad, es tan seria que constantemente estoy esperando algo peor que lo del día anterior. 

También me sucede que cada vez que me entero de algunas de las barbaridades a que nos tienen acostumbrados los oficialistas, abro la boca como un pez y me parece mentira que pueda suceder algo así en esta comarca. 

Al rato, instantes, diría yo, acepto que lo único que podemos hacer es lo que estamos haciendo y por tanto, como si fuera un inglés de esos de la novelas y cuentos de humor, me sereno y con tristeza y entereza me digo que la vida debe continuar y que algún día recibirán su castigo quienes lo merezcan, incluido el suscrito –por la aparente desidia, que no siempre podré explicar, aunque yo la entiendo con claridad meridiana. Así que termino diciéndome que “nada me asombra”, y sigo viviendo, sin felicidad pero con la esperanza de que vendrán tiempos mejores y que con mi granito de arena y el tuyo y el de ella, haremos una patria mejor.

La velocidad con la que están sucediendo los acontecimientos en Venezuela sólo es comparable con la velocidad a la que Maduro está tratando de vivir su minuto de gloria. En el poco tiempo que lleva ejerciendo el rol de Presidente, que le fue asignado por la maquinaria cómplice del poder electoral, con la anuencia de la Asamblea, el encantado y embelesado beneplácito de los enchufados y los militantes del PSUV, ante la mirada oblicua y patética de las fuerzas armadas; Maduro, les decía, que seguramente sabe lo que le espera si los jueces deciden ser justos y vivir de acuerdo a su compromiso, decidió que probablemente no tendrá jamás otra oportunidad de vivir lo que está viviendo y apostó a sacarle el jugo a la “Presidencia”.

La verdad es que lo ha logrado. Hábilmente se ha hecho recibir por cuanto mandatario nos debe dinero y quiera debernos más. Ha complacido cuanta solicitud política internacional le han hecho nuestros acreedores. Ha chantajeado a cuanto gobierno ha querido. Su manejo mediático a logrado confundir la magnesia con la gimnasia, la policía con el ejército, prevención con represión, persecución con información, agresión con opinión y finalmente para ponerle la guinda al pavo, decidió que tener a Snowden en Venezuela era un activo internacional invalorable, que lo elevaría a la categoría de otro Fidel y lo haría aparecer como un disidente global anti-imperialista, como el Ché Guevara y gran defensor de los pueblos oprimidos como los EEUU.

Pero ni siquiera le preguntó a ese individuo si el quería venir a Venezuela, a un país donde lo que el denuncia, es el día a día y las razones para hacerlo son contrarias a las libertades que el solicita y preconiza con sus actos. Así, que si acepta venir aquí, lo más probable será que perderá su posición ideológica respecto de su decisión de ser un mártir de la libertad de expresión y las libertades individuales en general y se convertirá en un personaje más del circo mundial de los contestatarios sin peso específico y de los habladores de pendejadas.

Hace un par de días la revista “The Economist,” trajo un artículo (http://econ.st/122XPhp): “Venezuela’s government. A circus without a ringmaster” (El gobierno de Venezuela. Un circo sin Director) y lo resumía diciendo que: “Radicales, militares retirados y espías cubanos se enfrentaban por el control de la “pista” venezolana”. Es difícil no encontrar allí lo mismo que todos pensamos y así de fácil es ver también que no hay soluciones inmediatas. Es como tener que lidiar con una comunidad en que todos están imbuidos del mismo tema absurdo, maligno y fatalmente destructivo y la falta de razón, la incapacidad de pensar en forma que no sea lineal e impuesta y estimulada por el gobierno, hacen que nuestros compatriotas no vean otra posible salida y sigan camino al precipicio. Ni que nos paremos enfrente, ni que amenacemos, como hacen ellos, o les ataquemos físicamente, como también hacen ellos, hay señales de cambio.

Elías Jaua, el actual canciller, no pierde oportunidad de ventilar sus temores sobre la posibilidad, incierta o fantasiosa, de que la oposición “se porte mal” y haga, preconice o participe de un golpe de estado. Ciertamente es en su mente y en sus profundos sentimientos de culpa donde anida tal cosa. Él sabe que lo que siente no es el embate dialéctico de la oposición, sino su propia conciencia que ya no puede más… Y sabe también que la sólida estructura de la cual disfrutó durante el gobierno de su mentor Chávez, ya no existe y que lo que queda de estructurado en el PSUV, su partido y en el oficialismo, son sentimientos y emociones que no se apagan todavía y necesidades creadas por las muchas prebendas y ventajas ofrecidas y poco cumplidas, que ha sido la firma del populismo venezolano en los últimos quince años.

En fin, el propósito hoy era el de hacerme solidario con el artículo mencionado de la revista “The Economist” y hacerles saber a ustedes que yo también, como ellos, opino que el gobierno de Venezuela se mantiene junto por que está pegado con saliva de loro (“… with parrot spit”).

alvarogrequena@gmail.com

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