miércoles, 12 de junio de 2013

TAMARA SUJÚ ROA, ENTRE LA ASFIXIA Y LA ILEGITIMIDAD

El cambio de la línea editorial y el despido de periodistas de Globovisión marca el último capítulo del cerco del régimen, a la manera franca y libre de dar las noticias en el momento en que están ocurriendo, sin edición ni censura previa, como estábamos acostumbrados a verlas los venezolanos. 
Quizás no todos hemos comprendido lo que esto significa, pero todo aquel que haya tenido la oportunidad de denunciar las violaciones de sus derechos, o simplemente de enterarse “en vivo y en directo” de acontecimientos que lo afectan, si saben lo que significa perder medios libres, con periodistas y personal valiente, como Globovision. 
También se ha anunciado la venta de la Cadena Capriles a un grupo “cercano” al régimen, y ya hace tiempo que vemos cambios en los programas en la radio, donde botan o les hacen la vida imposible a los periodistas que no están dispuestos a que les impongan la línea editorial o los amordacen. Para completar el cuadro solo falta agregar el veto que tienen los representantes y líderes de la oposición en los canales del gobierno, y la censura previa en los demás canales "privados".
Ante todo esto se ha incrementado el uso de las redes sociales, y los canales de TV por cable. Habría que hacer un estudio muy serio sobre el alcance de estos medios alternativos y hasta qué punto lo que se dice por las redes se conoce en la calle. 
Ahora bien, ¿qué quiere ocultar el gobierno? ¿Por qué la censura a la noticia? Si pensáramos de forma simple y sencilla, dijéramos que sólo tratan de ocultar el peregrinaje de la gente por los supermercados y su consecuente indignación cuando no consiguen los productos de la cesta básica, el dolor de las madres y padres, o cualquier familiar en las puertas de la morgue esperando el cadáver de su ser querido víctima del hampa, las denuncias sobre secuestros, sicariato, corrupción, incumplimiento de promesas, interrupción y falta de los servicios básicos, violaciones a los derechos humanos y todo aquello que sufre el venezolano todos los días.
Pero ¿qué es lo que verdaderamente teme el régimen y por lo tanto trata de silenciar? La respuesta es ésta frasecita: " ustedes se robaron las elecciones". 
Eso es todo amigos. ¿Qué hace un régimen que se sabe ilegítimo, que está cuestionado nacional e internacionalmente y se cubre bajo el manto de la "legalidad formal", que ni siquiera es tal porque en Venezuela no hay poderes ni instituciones independientes, para así tratar de imponer, por medio de la censura, una "sensación de normalidad"? La respuesta es bien sencilla: lo que ha hecho este “gobierno” hasta ahora.
Cuando un niño está perdiendo el control sobre sus pequeñas posesiones, como un juguete, patalea para llamar la atención. 
Cuando un régimen neototalitario está perdiendo el control porque se sabe cuestionado en su legitimidad, descubierto en su trampa, y desnudo ante el mundo, también patalea. 
La diferencia es que el niño patalea con sus piernas y sus gritos, mientras que los regímenes patalean con el abuso del poder y el uso de la fuerza. 
La mordaza es el primer paso, porque sin los medios de comunicación, la gente común, el ciudadano de a pie, no se entera de como el régimen va extendiendo sus tentáculos y persiguiendo y oprimiendo a quien se le opone, y el silencio va acallando la protesta del ciudadano. 
Al paso del tiempo, sin el conocimiento de lo que sucede en “Lo Grande”, en lo verdaderamente importante, el ciudadano se refugia en lo urgente, en la solución de sus problemas diarios, y el papel toilet, la crema de dientes y el pollo, pasan a ser sus principales objetivos, indignándose con la libreta de racionamiento, y no con el verdadero problema: la ilegitimidad de quien dice llevar las riendas del país.
La ilegitimidad no es algo abstracto. Imagínesela en su vida diaria. Por ejemplo, ¿cómo sería su vida, si hubiera forjado su acta de matrimonio, y su relación conyugal en verdad no es tal? ¿Qué todo lo que hagan como matrimonio es ilegal y en algún momento serán descubiertos, con graves consecuencias? Y ¿qué tal si usted comprara su título universitario y luego actúa como el profesional que no es? O ¿cómo sería si en la elección de su junta de condominio su grupo hizo trampa y ganó y se imponen a la fuerza ante su comunidad? 
Creo que todos nosotros hemos decidido alguna vez cuando éramos niños, echar nuestra suerte a cara o sello con algún amigo y quizá la moneda fue deliberadamente lanzada para que al caer decidiera a favor de alguno de los dos. Le ha puesto a que usted, todavía recuerda este episodio, como una trampita "inocente"...
Entonces estimados lectores, ¿cómo puede una persona encargarse de la Presidencia de un país, si la mitad de éste le está reclamando su ilegitimidad y exigiendo que se repitan las elecciones? 
La respuesta es fácil. En un país democrático y fortalecido en sus instituciones, ya se hubiera escuchado el reclamo, se hubiera hecho lo que había que hacer para investigar las denuncias de forma expedita y transparente, y se habría tomado la decisión que contempla la ley, contribuyendo así a la paz social. 
En nuestro país, ha pasado todo lo contrario. Se ha tratado de callar al líder de la Oposición, descalificándolo públicamente, secuestrando los espacios comunicacionales para que su denuncia no pueda ser conocida por todo el pueblo, se le ha amenazado y junto con él a los principales actores y representantes de la oposición, y se le ha impuesto una mordaza a todos los medios para cohibirlos y amedrentarlos. 
Para que no digan la Verdad. La criminalización de la protesta pacífica, las falsas acusaciones sobre magnicidios y el intentar aparentar fuerza y unión mostrándose perennemente en eternas ruedas de prensa junto a los militares y demás miembros del gobierno, sumamente cuestionados, forma parte del combo cuya etiqueta pareciera decir: "!yo tengo el poder y tengo la fuerza. ¡Tenme miedo!".
Lo que ellos saben y nosotros también, es que el poder en un país con raíces democráticas como el nuestro e inmerso en este mundo globalizado y multipolar, solo se ejerce y se acata cuando se tiene la legitimidad necesaria para ejercerlo. Es lo que se llama la legitimidad de origen. Los usurpadores no pueden distraernos de su ilegitimidad porque no conseguimos papel toilet. Si no fuesen tan increíblemente incompetentes hasta podríamos pensar que lo están haciendo a propósito.
Tamarasuju96@gmail.com
@tamara_suju
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