Está
comenzando a llamar la atención entre la opinión pública el llamado a una
Asamblea Nacional Constituyente. Y eso era de esperar. Algunos líderes han
empezado a expresar públicamente su opinión en relación al tema, y dado lo
importante del asunto considero que es sano abrir una discusión en el país que
nos lleve a aterrizar esa materia, impidiendo adhesiones o rechazos por las
razones equivocadas.
De
acuerdo al Movimiento Independiente Democrático del Táchira el “momento
constituyente” se da cuando “se llega a una total ingobernabilidad e
inseguridad jurídica y no hay reglas de juego claras. Cuando se desborda el enfrentamiento
político, el odio, y la división prevalece entre los ciudadanos. Cuando un gobierno dilapida los mayores
recursos que ha tenido el país en toda su historia y no hay manera legal de
controlarlo. Cuando la corrupción, la
incapacidad, la inseguridad y la impunidad incrementan la situación de crisis.
Cuando todas las realidades anteriores nos puedan conducir al abismo de una
guerra civil”
Nadie
puede dudar que ese es el país que tenemos ahora.
Ahora
bien, el MID-Táchira, citando a Jacques Donnedieu de Vabres, en su obra L’Etat
(1994), indica:“El objeto de un proceso constituyente es establecer un orden
racional, claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la subversión,
el golpe de estado, las intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los
delitos políticos. Un proceso constituyente aparece así progresivamente como
una barrera al abuso del poder y como una manera organizada de excluir ciertas
formas o ciertos temas de cuestionamiento al poder. Un proceso constituyente es
un rito pacificador… es también símbolo de independencia”(Subrayado nuestro).
He
citado ambas referencias porque indican que un proceso de la naturaleza del que
hablamos no se convoca para salir de un mal gobierno en particular, ni se
convoca para que una parte del país se imponga sobre la otra. Todo lo
contrario. Se convoca porque hay un estado de cosas que no sostienen la paz
necesitándose construir algo nuevo. Los que piensan de una manera y los que
piensan de otra se convocan para llegar a un proyecto común que establezca “un
orden racional, claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la
subversión, el golpe de estado…”.
Es
para esto que debe llamarse a un proceso constituyente y por lo que pensamos
que estamos en un “momento constituyente”. Pero hay algo que creo es lo
fundamental y debe constituir una advertencia: nadie llama a éste proceso para
liderizarlo ni para establecer pautas de comportamiento, ni decir que se debe o
no se debe discutir o decidir en una ANC. Eso es una materia que está reservada
solo a aquellos a los que el voto popular les da la responsabilidad de
representarlos, esto es a los Constituyentes.
Nadie
puede alzar una bandera en el país proponiendo la convocatoria a una ANC para
prometer que se hará o se dejará de hacer con ella como si se tratara de una
propuesta política electoral, ese es el sentido equivocado del planteamiento.
Lo único que puede hacer, a lo sumo, alguien que desee proponer la convocatoria
a una ANC, si así lo desea, es concursar en la circunscripción correspondiente
y esperar el voto del pueblo para participar en las discusiones que se den en
esa ANC, nada más.
Ahora
bien, si se espera que de las deliberaciones de esa ANC salga algo positivo
para el país, deben existir propuestas concretas y estudiadas de lo que se
desea de ella. Esos planteamientos deben hacerse en su seno, pero pueden ser
ventilados previamente a una convocatoria, para que la población los conozca.
Eso es otra cosa.
Discutir
el país que deseamos no es un asunto trivial. Va mucho más allá de las promesas
electorales que hizo Hugo Chávez en la campaña de 1998 pidiendo Constituyente
como una promesa sin contenido. Se reunieron 131 Constituyentes y redactaron, a
juicio de los 125 salidos del Kino chavista, una Constitución que no fue el
producto de un consenso sino la imposición de un vencedor. Eso se evidenció
cuando el 52% de los votos impusieron a esos 125 Constituyentes, dejándole solo
6 al 48% restante de los electores. Eso nunca podía estabilizar a un país.
Muestra concreta de eso es que en el 2002 éste se echó a las calles pidiendo un
cambio. Y aun no es estable…
Deseamos
propuestas que describan seriamente como queremos al país, no promesas como las
que haría un candidato en campaña electoral. Una propuesta como esa es la que
plantea MID-Táchira en su Proyecto País
en la cual esgrime un cambio ESTRUCTURAL que
bien puede ser discutido y aprobado por una ANC. Puede haber muchas otras
propuestas pero esta es una que considero muy buena aproximación a la solución
de los problemas principales de Venezuela. Siempre puede ser mejorada, pero ES
una propuesta concreta.
El
Proyecto País planteado allí se basa fundamentalmente en el manejo de 12 ejes
para el desarrollo nacional. Pueden verlos todos en la citada presentación.
Como ejemplo deseo que se enfoquen en la primera: Autonomía Regional, que basa
su acción en tres elementos que en estos momentos grita el ciudadano, sin ser
oído por sus autoridades: Autonomía Regional (municipalización profunda del
país), Autarcía (autosuficiencia económica para resolver sus problemas mediante
impuestos y servicios) y Autoría (responsabilidad de los funcionarios ante las
comunidades que los han elegido).
Todos
los municipios del país están prácticamente mendigando los recursos para
mejorar su calidad de vida de un Poder Ejecutivo todopoderoso. Aun habiéndose
producido la descentralización política en 1989 con la elección de los
Gobernadores y Alcaldes, ese proceso todavía es “chucuto”, con una excesiva
centralización del poder y los recursos del gobierno central. Esa relación debe
cambiar drásticamente.
Venezuela
no es Caracas. Hay primero que pasar por sincerar las poblaciones para repensar
cuantos municipios deben existir realmente en cada entidad territorial,
llevándolos a una relación más humana, capaz de dar calidad de vida a la gente.
Solo ver los casos de Catia, el 23 de Enero, Caricuao y Petare en Caracas nos
da una idea clara de lo que se plantea aquí.
El
sólo pensar que Venezuela con cerca de 1 millón de kilómetros cuadrados y
aproximadamente 28 millones de habitantes, tenga solo 335 municipios y España
posea 8.112 municipios con cerca de la mitad del territorio que nosotros
tenemos, nos da una idea bastante clara de cuán lejos estamos de lo correcto.
Hay que acercar el gobierno a la gente y darle constitucionalmente los recursos
para que puedan resolver sus problemas. Eso es repensar al país en términos
estructurales.
Lo
anterior es sólo un ejemplo de que la discusión aquí debe ir muchísimo más allá
de la diatriba política cotidiana y de pensar el país para los venezolanos. Sin
embargo esto no quiere decir que nos olvidemos de la actual situación política.
Un
proyecto para el país nos garantizaría no volver a caer en una crisis terminal
como la que vivimos, pero también su reinstitucionalización nos daría, por
ejemplo, un nuevo CNE que nos garantice Elecciones Auténticas para todas la
autoridades, incluyendo a la Ilegitima que hoy nos mal gobierna, la solución
del problema cubano y de la crisis económica, con el regreso de la confianza.
No
se puede convocar la discusión del país sin un plan, sin una idea concreta de
lo que queremos. Es por eso que una convocatoria sin la existencia de
propuestas concretas es como ir a una guerra sin una estrategia. Si no pensamos
en grande al país, más allá de nuestras diferencias, se puede a volver a caer
en el mismo error de 1998, convocando a una Constituyente por las razones
equivocadas. Primero es un proyecto para el país y luego convencerlo para
convocar a una ANC para discutirlo y aprobarlo. Lo demás parece espejismos de
oportunistas.
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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