Autonomía universitaria, supone la facultad
de autogobierno o autodeterminación por parte de estos centros de estudio e
investigación; la autonomía es una categoría jurídica que acompaña a la
Universidad desde su creación, lo que le permite designar sus autoridades
académicas y administrativas, crear, organizar y desarrollar sus programas
académicos, definir y organizar sus labores formativas, académicas, docentes,
científicas y culturales, otorgar los títulos correspondientes, seleccionar a
sus profesores, admitir a sus alumnos y adoptar sus correspondientes regímenes,
y establecer, arbitrar y aplicar sus recursos para el cumplimiento de su noble
misión de formación; su función institucional no puede ni debe estar sometida a
la tutela de vigilancia o dependencia del Estado.
En las universidades, como
institución corporativa, la voluntad individual carece de trascendencia
jurídica, sus actuaciones se toman por consenso en el democrático, propio y
colegiado gobierno universitario, por tal razón, es inaceptable una normativa
que conculque su autonomía funcional y académica.
La universidad, además de permitirnos
disentir y discrepar, cuando ejercemos el legítimo derecho a pensar y opinar
con libertad y crítica responsable implicada en un pensamiento comprometido con
la verdad, la autonomía nos abre posibilidades para dialogar, razonar y
convenir con base en intereses colectivos, fortaleciendo la democracia,
garantizando que todas las corrientes del pensamiento universal y las
tendencias de carácter científico, económico, político y social estén presentes
sin censura de ningún tipo en la preparación y formación del capital humano que
a ella acude en procura de la investigación, del talento, de la cultura, del
deporte, del arte, sin el tutelaje
oscurantista de un gobierno totalitario e ilegítimo que pretende una
universidad silenciosa y conformista ante los avatares políticos, sociales y
económicos creados por su incapacidad, su corrupción y el ilegítimo sentimiento
totalitario, que pretende extender sus tentáculos opresivos e intervencionistas
a todos los estratos de la vida pública para reglamentar y condicionar a su
capricho la conducta humana de los venezolanos.
Enfrentamos un gobierno ilegítimo con grandes
carencia en materia de libertades individuales básicas, tales como libertad de
expresión y de información veraz y oportuna, educación, conciencia ciudadana,
libertad económica para el comercio, la producción y la creación de empleos,
niega la evolución intelectual del ciudadano y crea una realidad ficticia
basada en la mentira y que propone la transformación de la sociedad hacia un
ordenamiento totalmente sumiso al Estado, con una ciudadanía vilmente tutelada
bajo la farsa del bienestar del pueblo, al efecto Rómulo Betancourt decía: “El
pueblo es una entelequia que usan los demagogos de profesión para justificar su
empeño desarticulador del orden social”.
Los venezolanos y en especial los
universitarios estamos dando pruebas fehacientes que deseamos ser gobernados
por funcionarios legítimamente electos y no por delincuentes electorales. Nos
encontramos en un punto de reflexión y de no retorno, nos disponemos a ir hacia
un desarrollo orientado por la actividad política democrática e incluyente, o
vamos hacia la degradación definitiva de la República en las manos ineptas y
corruptas de un presidente ilegítimo, dándole definitiva muerte a la democracia
y al libre e integral desarrollo del ciudadano.
“La hora es de definirse. Y
definiéndonos estamos.” Rómulo Betancourt.
ffacchinb@gmail.com
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