En una muy infeliz puesta en escena, para la
cual se maquilló la cara profesionalmente y se trajeó con un vestido tipo
ponquecito glaseado de color rosa varias tallas más pequeño de lo que la más
elemental consideración recomendaba, la señora grabó su mensaje a la Nación.
No halló dentro de sí el mínimo respeto por
los ciudadanos y por sí misma para cuanto menos hablar en vivo y en directo,
como la gravedad de la situación lo ameritaba. Palabra por palabra fue
siguiendo un guión varias veces ensayado. Cambios de cámara, iluminacion y la
misma composicion del set pusieron de relieve que el asunto fue realizado por
profesionales en la materia actoral. Una producción, empero, demasiado larga y
rococó para acabar diciendo lo que ya se sabía que iba a decir: que el CNE sólo
acepta una revisión chimba que por
diseño no es una auditoría, dado que es más lo que permite taparear que las muchas irregularidades que se conseguiría detectar.
Está claro que el comando Simón Bolívar no
puede aceptar participar en esta farsa. Es obvio que Henrique Capriles no puede
aprobar esta nueva sinverguenzura. Pero, más importante aún, no puede el enorme
conglomerado de electores prestarse a ser la lavadora de esta estafa a nuestra
Venezuela.
El salario multimillonario -aderezado por
magnas prebendas- que puntualmente le pagamos los venezolanos no le ha
alcanzado a la señora para hacerse de la altura moral que exige el cargo. Los
seres humanos carentes de dignidad suelen irrespetar la dignidad ajena. No importa cuantos ceros ingresen en su
cuenta corriente, lo que la legitimidad no da, la legalidad no presta.
Hay un caso que viene como anillo al dedo
para ilustrar lo que puede ocurrir en todo este desaguisado del CNE negando la
posibilidad de una verdadera auditoría e impidiendo el acceso a los cuadernos,
en los cuales juntó con el sai esta agazapado el bojote. Me refiero al
monstruoso escándalo político suscitado por la revelación de actividades
ilegales de la administración Nixon durante la campaña electoral de 1972 en
Estados Unidos.
Corría el mes de junio de 1972. Cinco hombres que habían penetrado para
espiar al Comité Nacional Demócrata en el hotel Watergate en Washington fueron
arrestados. Luego de muchas piruetas
judiciales la implicación de Nixon se fue haciendo cada vez más
evidente. El 30 de abril de 1973, Nixon aceptó parcialmente la responsabilidad
del gobierno y destituyó a varios funcionarios implicados. Pero ahí no término
el asunto.
La existencia de cintas magnetofónicas
incriminatorias y la negativa a ponerlas a disposición de la justicia llevaron
a un duro enfrentamiento entre los poderes ejecutivo y judicial. La opinión
pública forzó finalmente a la entrega de esas cintas. Se develó que una fue
alterada y que dos habían desaparecido. Eso hizo que la situación se complicara
aún más.
Crecientes evidencias sobre la culpabilidad
de Nixon y de altos funcionarios llevaron a que se iniciaran los procedimientos
del juicio al presidente (el
impeachment). En agosto de 1974 el reguero era de tal magnitud que a Nixon no
le quedó de otra que entregar las transcripciones de tres cintas, en las que
quedaba claro su implicación en el encubrimiento del escándalo. La evidencia
del gigantesco fiasco hizo que Nixon perdiera sus apoyos en el Congreso y que
el electorado, incluso ese que lo había apoyado mayoritariamente con el voto,
lo viera como un delincuente. El 8 de agosto Nixon renunció. Gerald Ford,
vicepresidente, se juramentó como presidente.
En el mejor de los casos, cuatro de las cinco
máximas autoridades del CNE están encubriendo delitos. Han convertido al organismo electoral en un
lupanar de la más baja ralea. Todo el proceso comicial está teñido de
sospechas. Cuando algo huele mal, hay que descubrir donde esta lo podrido. Las dudas han permeado incluso hasta en el
universo de electores que dieron su voto a Nicolas. De allí que la impugnación
parcial o total es inevitable.
Como bien apunta Capriles, "esta lucha
es pacífica, difícil y demanda una alta dosis de persistencia, organización y
disciplina. Es indispensable seguir el camino que marca la constitución y
agotar todos los recursos legales necesarios".
El proceso será largo y plagado de conchas de
mango. Seguramente habremos de enfrentar todo tipo de obstáculos. Pretenderán
eclipsar todas nuestras acciones. Se burlarán una y otra vez. Pero será nuestra
perseverancia lo que nos permitirá adecentar nuestra democracia.
smorillobelloso@gmail.com
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