EL DASAFÍO POLÍTICO.
Franqueza, clandestinidad y comportamiento
intachable.
“La clandestinidad, el engaño y la
conspiración subterránea le plantean problemas muy graves a un movimiento que
emplee la acción no violenta. A menudo, es prácticamente imposible impedir que
los agentes de la policía o de la inteligencia se enteren de las intenciones y
los planes.”
De manera que, según lo antes expresado por
nuestro autor, es necesario rechazar todo pensamiento sobre clandestinidad,
conspiración y engaño. Sus profundos estudios y su experiencia en esta materia
obligan a seguir sus consejos cuando se está en resistencia civil pacífica pero
no pasiva. Es menester, entonces, actuar de manera abierta, clara y verdadera.
“La verdad nos hará libres”.
Añade Sharp que la actuación clandestina no
sólo deriva del miedo sino que lo aumenta. Su consecuencia es que ablanda el
estado de ánimo de quienes resisten y hace que menos personas participen cuando
secretamente se conspira. Por eso se debe actuar bajo la luz y, de manera
franca y limpia, rechazar la violencia. El secreto y el escondite actúan en
contra de la no violencia y, por tanto, en contra de la paz que es el objetivo
principal de la lucha. Al actuar bajo la luz se está mostrando el poder de la
resistencia.
Sin embargo, ello no significa que se deban
decir, públicamente, quienes actúan como factores guías de la resistencia
pacífica; no se deben dar a conocer sus planes, movimientos y objetivos y,
además, se deben conocer muy exactamente los métodos, procedimientos y
movimientos de las dictaduras, así como mantener vigilancias muy constantes y
seguras sobre sus acciones, diligencias
o planes. El mismo cuidado debe garantizar publicaciones que no sean para
todos, tanto en su distribución e impresión, así como sobre ciertas
transmisiones por los medios que sean sobre asuntos de alcances limitados.
“En todas las etapas del conflicto es
necesario mantener un comportamiento intachable en la acción no violenta.
Factores como el no tener miedo y el mantener la disciplina no violenta deben
estar siempre presentes. Es importante tener en cuenta que va a necesitarse un
gran número de gente para efectuar grandes cambios. Esa cantidad de
participantes confiables sólo se puede obtener manteniendo el más alto nivel de
comportamiento.”
Cambios en las relaciones de poder.
Los estrategas de la lucha pacífica deben ser
antes que nada estáticos: el desafío político se desarrolla en campos siempre
cambiantes, con situaciones continuas de ataques y contraataques, porque así
son las relaciones de poder pero que, a pesar de la represión, la resistencia
debe continuar de manera tenaz. En
efecto, “las variaciones de poder en los bandos contendientes, tienden a ser más
extremas que en los conflictos violentos, y tienen una gama más variada de
consecuencias significativas en lo político.” Por ello, en las acciones
específicas de los de la resistencia, por lo general, hay consecuencias que,
frecuentemente, “van más allá del lugar o el momento en que ocurren…y fortalecerán o debilitarán a un grupo u
otro.” Además, el grupo no violento, por
sus acciones, puede influir en modificar mayor o menormente la fuerza del
contrario. Así, si la resistencia no violenta, aunque no armada, “se muestre
disciplinada y valiente frente a la brutalidad de los dictadores puede producir
desazón, descontento o desconfianza y, en situaciones extremas, hasta el
amotinamiento entre los propios soldados y el personal al servicio de la
dictadura.” También puede hacer “que aumente la condena internacional de la
dictadura.”
Por otra parte, el desafío político cuando es
disciplinado, persistente y bien adiestrado, hace que más gente, que apoya
tácitamente a los dictadores o son neutrales, tome parte en la resistencia.
Cuatro mecanismos de cambio.
La no violencia de la lucha da lugar a cuatro
mecanismos de cambio:
1º. Se le llama de la “conversión” pero
ocurre con menos probabilidades que las de los otros tres. Consiste en que el
grupo oponente, que apoya a la dictadura, se conmueva ante la valiente
resistencia de los demócratas que luchan de manera pacífica, sea porque le
ocurra emocionalmente o porque, de manera racional, se den cuenta de que la
causa de los demócratas es justa y, así convencidos, la aceptan o se sumen a
ella.
2º. Cuando cambia la realidad del conflicto,
cosa que si es frecuente, porque la Sociedad en general se manifiesta, más
clara y mayoritariamente en apoyo de los demócratas, la dictadura se ve
limitada y sin poder hacer lo que le viene en gana. Este cambio, precisamente,
es el que origina que los otros mecanismos –acomodación, coerción no violenta y
desintegración-- ocurran. Ello va a
depender del grado en el que las relaciones de poder hayan favorecido a los
demócratas. A este respecto, expresa Sharp que: “Si las cuestiones a debatir no
son fundamentales, las exigencias de la oposición en una campaña limitada no se
consideran amenazantes, y la confrontación de fuerzas ha alterado las
relaciones de poder en alguna medida, el conflicto inmediato puede terminar por
medio de un arreglo al que se llegue cediendo cada parte algo,
contemporizando.” Este mecanismo se le llama “acomodación.”
Podría ser que con este cambio se resuelvan
huelgas laborales; que una supuesta “equidad” del gobierno mejore relaciones y
disminuya presiones internacionales; etc.
En todo caso, advierte el autor: “Es importante, por lo tanto, que se
tenga gran cuidado al seleccionar los puntos por los cuales el arreglo por
acomodación resulte aceptable. La lucha por derribar la dictadura no es uno de
ésos.” Es así, evidentemente, porque la dictadura conserva el poder y puede
volver por sus anteriores fueros y atropellos. Por eso, Sharp prosigue:
3º. “La lucha no violenta puede ser mucho más
poderosa de lo que indican los mecanismos de conversión o acomodación. La no
cooperación masiva y el desafío pueden cambiar la situación política o social,
especialmente las relaciones de poder, de tal manera que los dictadores pierden
la capacidad de controlar los procesos económicos, sociales y políticos del
gobierno y la sociedad. Las fuerzas militares del adversario pueden volverse
tan poco confiables que ya simplemente no obedezcan las órdenes de reprimir a
los de la resistencia. Aunque los dirigentes del gobierno permanezcan en sus
posiciones y sigan firmes en cuanto a sus objetivos originales, han perdido la
capacidad de actuar con efectividad.” Este mecanismo se llama “coerción no
violenta.”
4º. Hay “situaciones extremas” cuando las
condiciones producidas por la coerción no violenta van más lejos, pues la
dirigencia dictatorial ha perdido su capacidad para actuar. Entonces, se viene
abajo su estructura de poder.
La auto-conducción, la no cooperación y el
desafío de la resistencia son ahora tan buenos que los adversarios ya carecen
de posibilidades de control sobre los demócratas.
La burocracia gubernamental ya no le obedece
a su dirigencia. Sus tropas y su policía se amotinan. Sus simpatizantes y
colaboradores ahora repudian a sus antiguos dirigentes y le niegan el derecho a
mandar. La obediencia y colaboración entonces desaparecen. “El cuarto mecanismo
de cambio, la desintegración del sistema del adversario, es tan completo que
éste no tiene siquiera poder suficiente para rendirse. El régimen se ha
desintegrado.” Este mecanismo se llama “desintegración.”
Al planificar las estrategias democráticas,
los dirigentes deben tener en cuenta los cuatro mecanismos mencionados. Algunas
veces operan por casualidad. Sin embargo, la selección de uno o más de éstos,
como el mecanismo de cambio escogido para que obre en el conflicto, hará
posible que se formulen estrategias específicas que se refuercen mutuamente. La
selección de uno o más mecanismos dependerá de numerosos factores, inclusive
del poder absoluto y relativo de los grupos contendientes y de las actitudes y
objetivos del grupo no violento.
Pedro Paul Bello
@PedroPaulBello
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