En Venezuela crecen el descontento y las
demostraciones de incompetencia de
Nicolás Maduro, precipitadamente juramentado como presidente.
Demasiado para
él. Simultáneamente continúan reventando escándalos de corrupción dentro y
fuera del país. Ningún problema está resuelto. Tampoco se anuncian políticas
serias, más allá de declaraciones demagógicas que indiquen que se enfrentarán
con ánimo de solución definitiva.
Lo delicado de la coyuntura es que el
derrumbe del castro-comunismo hoy representado por Maduro, afectará gravemente
algunas realidades continentales y del mundo. Especialmente a Cuba y a la
China. Sin ser las únicas, son útiles para explicar un poco estas reflexiones.
Desde que empezó esta nueva etapa del
régimen, la represión política se ha intensificado. El cerco financiero hacia
los medios de comunicación independientes, la criminalización penal de la
disidencia, la militarización del mantenimiento del orden público, las
violaciones constitucionales contra la libertad de expresión y de manifestación
están a la vista. El caso de la Asamblea Nacional y las actitudes del Consejo
Nacional Electoral y del Tribunal Supremo de Justicia con relación a la
auditoría solicitada y a las verificaciones indispensables para legitimar lo
sucedido, son expresiones de un régimen sin careta. Llegó la dictadura en medio
de una gran inseguridad y de la incertidumbre que imposibilita vivir en
normalidad. Sin embargo, son factores importantes de descontento, de rabia y de
resistencia activa.
El otro punto es el desastre económico y
financiero. Al percibir la situación como insostenible, se intenta una apertura
hacia los sectores productivos, pero sin definir conductas concretas en lo
inmediato. Es prematuro valorar definitivamente este punto, ya veremos. Ojala y
pronto tengamos, por lo menos, unas 10 empresas como Polar, y una capacidad
operativa como la demostrada por Lorenzo Mendoza en las otras ramas públicas y
privadas del quehacer económico.
Sin embargo, este esquema de represión política creciente y de relativa apertura económica, son características precisas de la China de hoy y de la Cuba comunista de Raúl. ¿Me equivocó? Ya actúan como locales.
oalvarezpaz@gmail.com
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