domingo, 5 de mayo de 2013

NARCISO GUARAMATO PARRA, EL LIBERALISMO ECONOMICO EN LATINOAMERICA, ECONOMIA

Como se vio en artículo anterior, Raúl Prebisch y la CEPAL, con su teoría estructural de la dependencia y la política de sustitución de importaciones por producción interna, marcaron el inicio de  la segunda parte del siglo XX en Latinoamérica.
 Esta política no fue tan exitosa como se esperaba, los estímulos fiscales que se aplicaron a la industria naciente, generó una industria dependiente del Estado, trayendo como consecuencia, un desarrollo regional inestable e ineficiente con una marcada desigualdad en la distribución del Ingreso, dando a lugar, formas dramáticas de pobreza crítica.
Estos elementos, de acuerdo al ex presidente del BID, Enrique Iglesias, los desequilibrios internos, se vieron agravados por el fácil acceso al endeudamiento externo que tuvieron los países de la región en la década de los años setenta, gracias a las peculiares condiciones que caracterizaron a los mercados financieros internacionales, y del cual hicieron intenso uso con el objeto de atenuar los shocks petroleros y la recesión mundial. Al inicio de los ochenta, México tuvo problemas para el pago de su deuda externa, desencadenando de esta forma la mayor crisis de América Latina hasta la actualidad.
A partir de ese momento y, básicamente en los ochenta, se comenzó a hablar de la necesidad de realizar ajustes o reformas estructurales para agrupar un conjunto de medidas encaminadas a la liberalización de los mercados internos, la privatización de empresas estatales y de ciertos servicios sociales, y la apertura de las economías al comercio internacional y a los flujos privados de capital.
Estos ajustes estructurales, inicialmente fueron inspirados por una corriente liberal proveniente de Chicago, mediante un convenio entre la Universidad de Chicago (donde Milton Friedman era el profesor más destacado) y la Universidad Católica de Chile. Los economistas formados bajo ese convenio son conocidos como “Los Chicago Boys”.  Igualmente, estas medidas de ajuste cobraron una inusitada popularidad regional, con el éxito obtenido por Alberto Fujimori, presidente de Perú para la época. Su política económica se centró en la aplicación de conceptos liberales y de libre mercado. Si bien llegó a estabilizar la vida económica y permitió la reinserción del Perú en el sistema financiero internacional, así como la privatización de las compañías del Estado a manos extranjeras, también ocasionó despidos masivos de obreros y empleados públicos, así como la supresión de las protecciones a la ineficiente industria nacional, lo cual llevó a su quiebra y a altos índices de desempleo. En consecuencia, se redujo al mínimo la actividad sindical y aumentó la actividad económica informal. Por otro lado, la reducción del estado y la liberalización de la economía nacional fomentaron la inversión extranjera. Como resultado, en 1994, la economía peruana creció un 13%, a pesar de los despidos masivos acaecidos.
El economista John Williamson  (Hereford, Inglaterra, 7 de junio de 1937, es un profesor y economista británico,. Trabajó en el Departamento del Tesoro británico «1968-70», en el FMI «1972-74» y el Banco Mundial «1996-99», miembro del Institute for International Economics. Acuñó el término de Consenso de Washington, para designar un listado de políticas económicas consideradas por los organismos financieros internacionales y centros económicos (FMI y Banco Mundial), con sede en Washington D.C. (District of Columbia), Estados Unidos, como el mejor programa económico que los países latinoamericanos deberían aplicar para impulsar el crecimiento. A lo largo de la década el listado y sus fundamentos económicos e ideológicos se afirmaron, tomando la característica de un programa general.
A pesar de la popularidad del término, el conjunto de medidas que agrupa no se originan unilateralmente en las instituciones bancarias estadunidenses ni en los organismos financieros internacionales, sino en una combinación –en proporciones diversa- entre sus recomendaciones y os esfuerzos de modernización económica y de apertura externa de los propios países latinoamericanos. Lo es más, el “Consenso de Washington” no es una denominación comúnmente aceptada, sino un título afortunado puesto a este conjunto de recetas por una prestigiosa institución y por sus distinguidos miembros (Enrique Iglesias, 1993).
El “Consenso de Washington”, ha recibido duras críticas, sobre todo por la izquierda latinoamericana, quienes en forma despectiva utilizan el término “neoliberal”. Esta izquierda ha logrado en los últimos años alcanzar el poder en algunos países, revertiendo las medidas liberales realizadas en esos países.
guaramatoparra@gmail.com
@guaramatoparra

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