Como si fuera una vieja película de espionaje
y contrainteligencia, nacida en medio de la guerra fría de las décadas de los
años cincuenta y sesenta, una grabación filtrada extrañamente hacia la
oposición, dio a la luz unos comentarios del agente vene-cubano Mario Silva,
dejando en el ambiente una fetidez típica de la corrosión que deja el aparato
burocrático y corrupto de una república bananera como la venezolana.
El agente del G-2 cubano-Mario Silva, se
entiende-, pudo haber terminado en una esquina caraqueña con un mosquero en la
boca y encima de su propio charco de sangre, víctima de sus enemigos
oficialistas, pero para bien de su pellejo -según los informantes, que manejan
el flujo de entrada y salida de ciudadanos
al país-, este ciudadano logró ponerse a salvo en su huída tipo James Bond en
la isla de Cuba, centro de operaciones
de la Agencia Central de Espionaje, donde se maneja la maraña del Poder, y
también dónde se muele todo el proceso filosófico y político que sustenta al
gobierno bananero.
En el informe telefónico que presentaba el
agente Silva al G-2, se pudieron detectar varios delitos, que inmediatamente
hubiese generado una acción de los entes de seguridad de un Estado sano,
decente e institucional, pero el tipo no solo se dio el lujo de despedirse por
la TV, sino que además se fue del país con la colaboración del mismo Estado,
que le abrió el camino a la “Isla de la felicidad”. Por lo menos siete delitos,
que cualquier fiscal de la república se daría banquete investigativo, se
observan en las palabras del espía: 1. Traición a la patria al concertar con
una nación extranjera; 2.Conspiración, 3.Peculado, 4.Malversación, 5.Obtención
de divisas en forma fraudulenta, 6.Homicidios, 7. Nepotismo, 8. Porte ilícito
de armas de guerra y pare de contar.
La cloaca estaba colapsada y la hediondez a
estiércol hacía que cualquier cristiano procediera a utilizar el pañuelo y no
correr el riesgo de caer en el piso, víctima de un “patatús” con vómitos e
insuficiencia respiratoria, pero los principales aludidos como el Presidente de
la Asamblea Nacional, simplemente se defendían, señalando que era una campaña
en contra de la revolución , orquestada por la oposición, cuando todo el mundo
sabe que el ventilador fue prendido a máxima velocidad de parte del esbirro
Mario Silva; el Presidente de la República se limitó a insultar al diputado
García y la señora Fiscala de la República aclaró ante las cámaras de
televisión, que allí no hay nada que investigar, porque no hay denuncia alguna
en el Ministerio Público.
Es decir, un precioso guión cinematográfico
que entretendría divinamente a los más exigentes espectadores con una puesta en
escena rica en traiciones, componendas, chanchullos, corrupción, pillaje, mucha
plata en juego, ansias de poder, engaños y hasta amores y desamores que le dan
ese tinte que gusta a las multitudes y que hacen del entretenimiento un negocio
para ocupar una butaca y comer cotufas.
luisrapozo@yahoo.es
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