Los dos son venezolanos, son voces de
nuestras voces. Y nosotros, por separado, reconocemos en ellos a dos
dirigentes. La mitad del país se siente interpretado en uno, y la otra mitad,
con el otro. El mundo nos ve divididos y no le falta razón.
Nos ven débiles,
desgastados, pero al mismo tiempo ricos, por lo que la naturaleza nos ha dado.
Debemos agradecerles a los países democráticos el exhorto que han hecho y
siguen haciendo, para que busquemos un entendimiento nacional que permita
resolver la crisis política que vivimos.
Nosotros tenemos 55 años de vida
democrática, mala o buena, pero la tenemos. Maduro y Capriles son como
nosotros, convivimos en un sistema democrático. Pongamos en ellos la solución
del problema y no en otras manos. Venezuela es de los venezolanos. Los dos
dirigentes deben entender que primero está nuestra patria, y allá el gobierno
ruso o el americano, los cubanos o los chilenos. Somos nosotros los que tenemos
que resolver nuestro problema. Por favor, “Entiéndanse ustedes: Maduro y
Capriles”, que son las voces de nuestras voces.
Recuerdo que en una ocasión ofrecieron una
conferencia de prensa los presidentes de Venezuela y Colombia. Habían estado
toda la mañana reunidos. En el momento de las preguntas, surgió una dirigida a
la dos. El de Venezuela le ofreció gentilmente la palabra al de Colombia, y el
colombiano dijo algo que sorprendió al venezolano. El venezolano sonrió, lo
miró como diciéndole: “Eso no me lo habías comentado”, pero al mismo tiempo
miró a los periodistas y dijo: estoy de acuerdo con mi amigo el Presidente de
Colombia. Venezuela y Colombia dieron por superado el impasse sobre el Golfo de
Venezuela.
Hoy me atrevo a hacerle una pregunta a los dos líderes: Maduro y
Capriles. ¿Con quién les gustaría quedarse?, ¿Con el poder o con el pueblo? En
realidad no sabemos que podrá responder cada uno de ellos. Seguro que ofrecerán
su opinión, pero nosotros debemos pedirles que se queden con nosotros, que se
queden con el pueblo.
Si quieren nos llaman de nuevo a elecciones y nosotros
vamos, o si quieren deciden otra cosa, pero no permitamos que nuestra soberanía
dependa de lo que decidan otros gobiernos del hemisferio, porque quedaríamos
como unos incapaces, como unos segundones. Una sonrisa basta para entenderse,
así como se entendieron los presidentes de Colombia y Venezuela.
Ahora, debemos entender que los acuerdos son
sobre principios y no sobre simpatías. Es indispensable e ineludible que el
esfuerzo de conciliación pase por la necesidad de entender la igualdad de entre
los hombres, con sus mismos deberes y derechos.
Dios nos creó a todos iguales e
iguales somos, y nuestros derechos inalienables son entre otros, la vida, la libertad
y la búsqueda de la felicidad.
Si Maduro y Capriles están de nuestra parte, de
parte de su pueblo, pues pongan a Dios testigo de sus actos. Él es el Juez
supremo del mundo, Él nos conoce, exige que nuestras intenciones sean rectas,
pero al mismo tiempo nos dejó libres para hacer la guerra o para concertar la
paz.
Lo que ustedes hagan: Nicolás y Henrique, háganlo de buena intención.
Piensen en la patria, no en sus intereses ideológicos; piensen en sus padres y
en sus hermanos y no en los intereses de los amigos ocasionales; piensen en la
felicidad de su país y no en la satisfacción de otras naciones; piensen en los
intereses de Venezuela, en el desarrollo y el progreso de nuestra patria. Si
nos critican por ser nacionalistas, pues que nos critiquen a todos. Eso no
importa, ese es un valor nuestro que nos llena de orgullo.
Tenemos una herencia democrática y una
historia de regímenes dictatoriales. Nosotros estamos obligados a conservar
nuestros valores democráticos. El pasado quedó atrás y el futuro es nuestro.
Esperemos una decisión de los dos dirigentes, tengamos fe en Dios y confianza
en ellos, en el entendido de que mientras más temprano decidan, más cerca
estará nuestra felicidad. Recordémosles a cada momento la responsabilidad que
tienen con nosotros. Si aciertan, ganamos todos.
Que el Espíritu Santo los
ilumine en este domingo de Pentecostés y puedan entenderse, a pesar de que
hablen diferentes “lenguas”, como dice la palabra de Dios.
Lenin Valero
leninvalero2@gmail.com
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