No hay noticia que nos impacte, pero a cada
momento estamos a la espera de ella. El Consejo Nacional Electoral (CNE) no
puede decir nada distinto a lo que dijo el 14 de abril.
No puede decir que hubo
empate, ni tampoco que ganó Capriles. No puede decir que mintió, pero si puede
decir: “fallamos”. Es por eso que el mundo está reclamando que hagamos nuevas
elecciones. Y no tengamos la menor duda de que ese ¡Extra! Lo escucharemos este
mismo mes. El CNE debe entender que reconocer los errores es una virtud, no es
un delito, y ese reconocimiento, da la oportunidad de poder enmendar los
errores y de crecerse en la dificultad.
Todos sabemos que cuando hay “cabras”, se
baraja el juego. Alguien metió una carta por otra. El culpable sabrá por qué lo
hizo, si se cuentan los movimientos de las cartas, se conoce quién fue el
culpable, pero eso no soluciona la situación, porque el problema es que el
juego no puede continuar y es allí donde se decide volver a barajar. Mientras
no se haga, el juego está trancado. La denuncia está hecha, el mundo la conoce,
los gobiernos democráticos del planeta nos pedirán en los próximos días, en las
próximas horas que volvamos a las urnas; incluso, lo hará no sólo los Estados
Unidos y la Comunidad Europea, sino también la propia Rusia que ya tiene
intereses económicos en nuestro país con la explotación de gas en el Golfo de
Venezuela. La estabilidad política del país les garantiza sus intereses
económicos.
Entretanto, el oficialismo se ve obligado a
buscarle una salida a la difícil situación que vive. Hasta los momentos ha venido
hablando solo, no atiende al diálogo y utiliza su poderoso aparato
comunicacional para imponer sus líneas estratégicas, pero no funcionan. El
gobierno crece en medios comunicacionales, pero no en audiencia. El Sistema
Nacional de Medios Públicos (SNMP) tiene una secuencia de fracasos y cambios de
nombre, no por falta de reales ni de técnica, sino por falta de contenidos. Son
poco atractivos, sobre todo para los receptores del medio audiovisual. El
propio Nicolás Maduro, en la última ocasión que visitó al Zulia, sintió que su
gestión la estaban “invisibilizando”, estaban omitiendo su presencia. Se
refería él a los medios privados, pero al mismo tiempo estaba asimilando,
estaba delatando que los medios suyos no tenían capacidad de promocionar su
gestión. Él debe saber que esos medios son instrumentos montados para la
propaganda política y no para informar sobre la gestión de gobierno. Se parecen
a los medios cubanos; perdón, se parece a la política comunicacional cubana.
Disculpen por haberme desviado del asunto
electoral, pero el tema comunicacional es fundamental para el diálogo que se
requiere. El elemento básico de la comunicación social es la objetividad y allí
está su fuerza, su ética y su credibilidad. El periodismo, esté donde esté,
debe alumbrar el camino de los pueblos. Un ¡Extra! Es una noticia que todo buen
periodista desearía dar. Y para darla como primicia, es necesario cultivar la
fuente, estar en el momento oportuno o haber luchado para lograr y conocer de
primera mano el objetivo que el pueblo esperaba o no pudo conquistar. Siempre
he admirado a los buenos periodistas y en Venezuela los hay, tanto en el
oficialismo como en la oposición, sólo nos queda esperar la fanfarrea, como
aquella que tenía Venevisión, que la pura música lo alarmaba a uno al escuchar
el ¡Extra! Esperemos que los periodistas anuncien pronto: ¡Extra!, ¡Extra!
“Acuerdan nuevas elecciones en Venezuela”.
Leninvalero2@gmail.com
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